Descubro con gran placer esta antología de poesía brasileña que publicó Visor con la colaboración de la Embajada de Brasil hace ocho. La edición corrió a cargo del escritor y traductor mexicano José Javier Villarreal, quien firma también la hermosa introducción que abre este volumen bilingüe de casi 600 páginas que se me antoja breve, pero que cumple con la primera y más necesaria de las virtudes de toda antología: servir de presentación a quienes allí aparecen, es decir, despertar las ganas de seguir leyendo y conocer más de la obra de las dos docenas de antologados.
Un par de muestras:
NO HAY LUGAR
El precio del frijol
no cabe en el poema. El precio
del arroz
no cabe en el poema.
No caben en el poema el gas
la luz el teléfono
la especulación
de la leche
de la carne
del azúcar
del pan
El burócrata
no cabe en el poema
con su salario de hambre
su vida sofocada
en los archivos.
Como no cabe en el poema
el obrero
que esmerila su día de acero
y carbón
en fábricas oscuras
—porque el poema, señores,
está cerrado:
"no hay plazas"
Sólo cabe en el poema
el hombre sin estómago
la mujer de las nubes
la fruta sin precio
El poema, señores,
no apesta
ni huele
Ferreira Gullar (1930-2016). En algún momento estuvo propuesto para el Nobel. Vinicius de Moraes, músico y poeta antologado aquí, dijo de su Poema sujo (1976) que era el más importante poema escrito en cualquier lengua en las últimas décadas. Lo tenéis enlazado (en portugués).
CON LICENCIA POÉTICA
Cuando nací un ángel esbelto,
de esos que tocan la trompeta, anunció:
vas a llevar la bandera.
Cargo muy pesado para una mujer,
esta especie aún avergonzada.
Acepto los subterfugios que me tocan,
sin necesidad de mentir.
No soy tan fea que no me pueda casar,
encuentro que Río de Janeiro es una belleza y
a veces sí, a veces no, creo en el parto sin —dolor.
Pero lo que siento lo escribo. Cumplo la misión.
Inauguro linajes, fundo reinos
dolor no es amargura.
Mi tristeza no tiene pedigrí,
ya mi voluntad de alegría,
remonta su raíz hasta mi abuelo mil.
Vas a ser cojo en la vida es maldición para el hombre.
La mujer es flexible. Yo soy.
Adélia Prado (1935). De ella dice el editor en su presentación: El sueño no espera, llega a cualquier hora y no aguarda a que cerremos los ojos; al contrario, se extasía descubriendo las más profundas razones que no admiten engaño alguno.