lunes, 7 de enero de 2019

TOULOUSE, JEAN CALAS Y EL TRATADO SOBRE LA TOLERANCIA

Tolstói comenzaba su grandiosa Ana Karenina con una de las frases más famosas de la historia de la literatura: Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera. A las ciudades les ocurre lo mismo.


Soportales de la Place du Capitole. Pinturas de Raymond Moretti.
Cuando alguien pasa por los soportales de la Plaza del Capitolio que están situados en el lado opuesto al Ayuntamimento, lo primero que atrae la atención es el conjunto de pinturas que están realizadas en el techo. Son 29 paneles que recogen en imágenes la historia de la ciudad y sus habitantes. Es una manera fascinante de introducirse en la misma, de averiguar cuáles fueron sus  momentos felices y cuáles los que hicieron desgraciada a la ciudad. O dicho de otra manera: preguntarse qué es lo que vemos representado ahí arriba y por qué está donde está. Espoloneados por la curiosidad iremos descubriendo la historia de la ciudad como quien lee un cuento. Pero si "leemos" con algún detenimiento los paneles de Moretti, podremos ir más allá de la historia local.

No voy a detenerme aquí en todas y cada una de las pinturas. Tan solo quiero resaltar una de ellas, la que se refiere a Jean Calas, muy conocida porque ha sido una historia profundamente desgraciada y ha dado lugar a uno de los opúsculos más famosos de la historia del pensamiento.


Jean Calas, panel nº 17.

El Edicto de Fontainebleau (1685) puso fin a las Guerras de religión en Francia, es decir, duraron una barbaridad, y eso deja huella. Jean Calas era un hombre de creencias protestantes viviendo en una sociedad mayoritariamente católica. Su hijo mayor, Marc-Antoine, era católico, lo que nos podría indicar la tolerancia en que convivían ambas tendencias del cristianismo. Pero no fue ese el caso. La mañana del 14 de octubre de 1761 Marc-Antoine apareció muerto. 

Ante las primeras pesquisas para esclarecer la muerte del hijo, la familia declaró que había sido asesinado por algún ladrón. Lo cierto es que se había ahorcado, pero la familia, ante la deshonra que suponía el suicidio —en aquella época, si el cadáver era encontrado culpable (sí, habéis leído bien, el cadáver era juzgado) se le arrastraba por las calles y después era arrojado a un vertedero— lo descolgó y preparó la historia del asesinato.

Las cosas se complicaron y la historia del asesinato a manos de un ladrón se transformó en que el padre había matado al hijo porque no quería que fuese católico. Las masas ya tenían su mártir católico, el hijo un entierro en tierra santa, y el tribunal un culpable. El 9 de marzo de 1762 el Parlamento de Toulouse condenó a Jean Calas a morir en la rueda, lo que ocurrió exactamente en la plaza donde nos encontramos. 

Pierre Calas, otro hijo de Jean, convenció a Voltaire de la inocencia de su padre, lo que dio lugar al Tratado sobre la tolerancia, que valió para que tres años después, en 1765, se revisara el caso y fuera restituida la inocencia de Jean Calas y rehabilitada la memoria tanto de él como de su familia, que había sido condenada al destierro. Además, sirvió para que se aboliera la tortura judicial, tal fue el revuelo que levantó. Prusia, Suecia, Austria y Bohemia fueron los primeros en abolirla.

Estar atento a los signos que las calles de una ciudad nos ofrecen, puede brindarnos historias tan interesantes como esta y regalarnos algo más que fachadas hermosas o ambientes singulares. En este caso, además, podemos disfrutar de las espléndidas terrazas que se sitúan al pie de los soportales.

2 comentarios:

  1. Que triste historia y que horrible forma de ejecutar a un condenado a muerte, pero en fin las hay peores.

    Me recordaste una de mis novelas favoritas Ana Karenina, la leí muy joven pero me enamore de ella.

    Te mando un fuerte abrazo y mis mejores deseos para este ya no tan nuevo año.

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    1. Sin duda, Sergio, terrible historia, aunque al menos sirvió para que se abriera el debate sobre la tortura y poco a poco se fuera prohibiendo. Y ahí tenemos otro valor añadido: la implicación de los intelectuales en la consecución de sociedades mejores.

      Otro abrazo para ti y los mismos deseos.

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