Librerías con ejemplares |
De Los éxtasis de la montaña, una eglogánima:
EL DESPERTAR
Alisia y
Cloris abren de par en par la puerta
y torpes, con el dorso de
la mano haragana,
restréganse los húmedos ojos de lumbre
incierta,
por donde huyen los últimos sueños de la mañana
La
inocencia del día se lava en la fontana,
el arado en el surco
vagaroso despierta
y en torno de la casa rectoral, la sotana
del
cura se pasea gravemente en la huerta...
Todo suspira y
ríe. La placidez remota
de la montaña sueña celestiales
rutinas.
El esquilón repite siempre su misma nota
de
grillo de las cándidas églogas matutinas.
Y hacia la aurora
sesgan agudas golondrinas
como flechas perdidas de la noche en
derrota.
Del mismo título, una eufocordia:
EL SAUCE
A mitad de
mi fausto galanteo,
su paraguas de sedas cautelosas
la
noche desplegó, y un lagrimeo
de estrellas, hizo hablar todas
las cosas...
Erraban las Walkirias vaporosas
de la
bruma, y en cósmico mareo
parecían bajar las nebulosas
al
cercano redil del pastoreo...
En un abrazo de postrero
arranque,
caímos en el ángulo del bote...
Y luego que
llorando ante el estanque
tu invicta castidad se
arrepentía,
¡el sauce, como un viejo sacerdote,
gravemente
inclinado nos unía!...
De El teatro de los humildes, con claros atisbos decadentistas, una estrolúmina:
EPITALAMIO ANCESTRAL
Con la
pompa de brahmánicas unciones,
abrióse el lecho de sus
primaveras,
ante un lúbrico rito de panteras,
y una
erección de símbolos varones...
Al trágico
fulgor de los hachones,
ondeó la danza de las bayaderas
por
entre una apoteosis de banderas
y de un siniestro trueno de
leones.
Ardió al
epitalamio de tu paso,
un himno de trompetas
fulgurantes...
Sobre mi corazón, los hierofantes
ungieron tu
sandalia, urna de raso,
a tiempo que cien blancos
elefantes,
enroscaron su trompa hacia el ocaso.
Y de La Torre de las esfinges, apartado Los éxtasis de la montaña, las tres primeras espinelas:
En
túmulo de oro vago,
cataléptico fakir,
se dio el tramonto
a dormir
la unción de un nirvana vago...
Objetivase el
aciago
suplicio de pensamiento
y como un
remordimiento
pulula el sordo rumor
de algún
pulverizador
de músicas de tormento.
El cielo abre
un gesto verde,
y ríe el desequilibrio
de un sátiro de
ludibrio
enfermo de absintio verde...
En hipótesis se
pierde
el horizonte errabundo,
y el campo meditabundo
de
informe turbión se puebla,
como que todo es tiniebla
en la
conciencia del Mundo.
Ya las luciérnagas –brujas
del
joyel de Salambó–
guiñan la “marche aux flambeaux”
de
un aquelarre de brujas...
Da nostalgias de Cartujas
el
ciprés de terciopelo,
y vuelan de tu pañuelo,
en
fragantes confidencias,
interjecciones de ausencias
y
ojeras de ritornelo.
Nota: Idea Vilariño es una excelente exégeta de la obra de Herrera y Reissig. Si encontráis su libro Julio Herrera y Reissig. Seis años de Poesía, en alguna biblioteca, podréis comprobarlo... y disfrutarlo.
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Este blog es personal. Si quieres dejar algún comentario, yo te lo agradezco, pero no hago públicos los que no se atienen a las normas de respeto y cortesía que deben regir una sociedad civilizada, lo que incluye el hecho de que los firmes. De esa forma podré contestarte.