Gracias, Irene.
El Adarra nevado. |
A pesar del frío invernal y del insolente viento del norte con quienes estamos compartiendo estos días de primavera, la naturaleza urbana de esta ciudad que se gusta a sí misma no puede esconder las formidables muestras de la estación recién comenzada y que, a pesar de todo, nos empuja a la práctica del hanami,
a dejarnos seducir por el verde tierno de las recién nacidas hojas,
a contemplar la llegada de las olas a la playa como una promesa de lúdico futuro,
a dar la bienvenida al juvenil andarríos
y a la especie más tierna de todos los coleópteros, a la entrañable mariquita.
Путин, немедленно останови войну!
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