Editorial |
Como mi lectura del Tao se remonta a la juventud y mis conocimientos de la filosofía china son un tanto dispersos, por no decir absolutamente menesterosos, recurro a mi siempre fiel Historia de Störig para aclarar conceptos. En la página 117 me encuentro con una cita de Confucio que habría que enviar a toda persona que se dedique o se quiera dedicar al buen oficio de gobernar:
Cuando los antiguos querían hacer pública en el imperio la luminosa virtud, ordenaban primero su Estado; cuando querían ordenar su Estado, arreglaban primero su casa; cuando querían arreglar su casa, perfeccionaban primero su persona; cuando querían perfeccionar su propia persona, hacían primero recto su corazón; cuando quería hacer recto su corazón, hacían primero veraces sus pensamientos; cuando querían hacer veraces sus pensamientos, completaban primero su saber.
Confucio está pensando en eso de la cosa pública, pero su reflexión, o su consejo, se puede extender a cualquiera de nosotros, aunque no tengamos ninguna responsabilidad, salvo la de hacer recto nuestro corazón.
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Por si quieres ir a las fuentes:
- Confucio. Los cuatro libros. Paidós, 2002.
- Durant. Historia de la civilización. Sudamericana, 1960.
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