martes, 12 de enero de 2021

POESÍA CLÁSICA CHINA


 Lu Ji (261-303)

II. EL PROCESO


El proceso. Así es el comienzo: se interioriza la visión, se adentran los sonidos. Se demora el pensamiento y todo se interroga.

El alma galopa hacia los ocho confines del espacio. El espíritu vaga errante por alturas infinitas.

Al acercarse, la emoción poco a poco se convierte en luz. Las cosas se reflejan e intercambian su claridad.

Y es que al beber la esencia de las palabras dichas y escritas, paladearás el muy dulce sabor de los Clásicos.

A la deriva entre cielos y abismos, te dejarás llevar por la gran corriente, bañándote en las aguas del manantial, internándote en su profunda hondura.

Y esas frases sumergidas que se esconden y se agitan, serán como peces inquietos que, mordiendo el anzuelo, emergerán desde el fondo más insondable.

Y las otras delicadas bellezas, vagando ingrávidas y errantes, serán como pájaros de alto vuelo que, cazados con flecha y con cuerda, caerán en picado desde las nubes más altas.

Haz acopio de palabras y de frases no usadas por más de cien generaciones.
Escoge rimas perdidas y olvidadas desde hace miles de años.

Desdeña las flores marchitas, ya abiertas, del amanecer, y quédate con los brotes tiernos, aún cerrados, de la noche.

Así, verás pasado y presente en un único instante, y abarcarás los inmensos mares en tan solo un abrir y un cerrar de ojos.


Tao Yuanming (365-427).

De niño, sin ambiciones mundanas,
sentía un gran apego a las montañas.
Más tarde, caí desgraciadamente
en el lazo de este vanidoso mundo,
que me ha retenido por tantos años.

Los pájaros enjaulados añoran
los nidos que tenían en el bosque.
Los peces de los acuarios
echan de menos el inmenso mar.
Por fin he regresado a mi finca,
y estoy aquí, como labrador,
roturando los campos y yermos del sur.

Tengo poco tierra
y unas cuantas chozas.
Olmos y sauces dan sombra a mi casa,
y veo peras y melocotones,
que crecen enfrente de la ventana.
A lo lejos se perciben
ruidos y voces de un pueblo.
De cerca veo tenues humos,
que se elevan sobre las chimeneas.
Un perro ladra al fondo de la calle.
y un gallo canta sobre una morera.
En mi casa todo es tranquilidad,
alejado de tumultos y bullicios.
He dejado para siempre
aquella vida enjaulada,
y logre volver al YO de verdad.


Anónimo (S. VI)

BALADA DE MULÁN





He Zhizhang (659-744)


DE REGRESO A MI PUEBLO NATAL 

Salí de niño y, viejo, vuelvo. 
Mi acento, el de antes, mas ya ralos mis cabellos. 
Los niños no me conocen. Sonrientes, preguntan: 
¿De dónde viene, caballero?



Zhang Ruoxou (660-720)


EL RÍO PRIMAVERAL EN UNA NOCHE DE LUNA Y FLORES 

Con las crecidas de primavera, 
se identifican el río y la mar. 
Emerge de entre las olas 
una luna esplendorosa. 
Inunda y acompaña 
a las aguas agitadas 
miles y miles de leguas. 
¿Qué río en primavera 
no goza de la luna? 

El río corre, abrazando 
la campiña perfumada 
bajo una gasa blanca. 
La luna argenta sus flores, 
que brillan como diminutas perlas. 
Se diría que la escarcha, 
suspendida del espacio, 
se funde con el blancor 
de la arena de la orilla. 
La luna y el cielo, 
plateados, 
inmaculados. 
Mas ¡qué soledad sufre ella 
en el éter cristalino! 
En las riberas del río, 
quién vio la luna primero? 
Y esta, a su vez, ¿cuándo arrojó 
sus primeros rayos al hombre? 
Generaciones humanas, 
una tras otra, 
vienen y se van. 
Año tras año, la luna del río 
parece siempre la misma. 
No se sabe a quién espera. 
Solo se ve que en el inmenso 
río las aguas pasan y pasan. 

Flota una nube blanca 
hacia la lejanía. 
En la ribera de los Verdes Arces, 
una tristeza infinita. 
¿De quién es aquella barca 
que en esta noche navega? 
¿En qué morada, bajo la luna 
se añora al ser querido ausente? 
La luna ronda la casa 
e ilumina el tocador 
de la esposa nostálgica, 
que enrolla la cortina de perlas, 
mas la luna no se aleja. 
Golpea en la piedra al lavar la ropa
Tampoco la ahuyenta. 

Ahora los amantes 
fijan sus ojos 
en el espejo celeste. 
Quieren verse, pero ni se oyen. 
¿Remontar la luna 
e ir con sus luces 
para alumbrar al amado? 
No, ni los gansos silvestres, 
legendarios mensajeros de amor, 
en su vuelo prolongado, 
pueden llevarle la luz. 
Dragones y peces, 
también mensajeros, 
solo logran levantar, 
en sus afanosos saltos, 
unos rizos en el agua. 

“Anoche soñé que las flores 
se cayeron en los estanques. 
Avanzada ya la estación, 
aún no puedo volver a casa. 
Impetuosas aguas del río 
se llevarán la primavera, 
y también la flor de mi vida.” 
Sobre la orilla agoniza la luna, 
que se atisba entre las brumas. 
Montaña Norte. Río Sur. 
Inmensurable es la distancia 
que el viajero debe salvar. 
¿Quién pudiera cabalgar la luna 
para retornar así al hogar? 
Ya se pone ella, la luna, 
y de tristeza se llenan 
el río y sus arboledas.



Wang Chanling (698-756)


CANCIÓN DE LAS DONCELLAS RECOLECTORAS DE LOTO

Rostros de flor entre flores de loto.
Verdes faldas entre el verdor de las hojas.
En la espesura no se las encuentra.
Sólo su canción delata su presencia.


Wang Wei (701-761)


EN CONTESTACIÓN AL SUBPREFECTO SEÑOR ZHANG

En mi vejez sólo aspiro al sosiego.
Ya no me interesa nada mundanal.
Sin ninguna meta, lo único que quiero
es regresar al bosque, mi antiguo hogar.

La brisa del pinar me agita la faja suelta.
La luna serrana me alumbra tañendo la cítara.
Me preguntas por la última verdad de la existencia.
Cantan los pescadores que se alejan por la orilla.


Li Bai / Li Po / Li Bo / Li Tai-Pei / Li Tai Po (701-762)



REGRESANDO SOLO DEL PASEO

Embelesado por el vino, 
no advierto el anochecer.
Los pétalos caídos cubren
los pliegues de mi vestimenta.
Ebrio, me pongo a pasear
bajo la luna del arroyo.
Se han ido gentes y aves,
dejándome muy solo.



COPA EN MANO, PREGUNTO A LA LUNA

Brilla la luna en el azul infinito.
Ceso de beber y le pregunto:
¿Desde cuándo estás allí?

Por más que lo pretenda,
el hombre no puede atrapar la luna.
Pero ella, en su curso, le acompaña.
Es un fulgido espejo que vuela
por encima de los palacios escarlata.
Sus luces puras resplandecen,
disipando los humos grises.
Se la ve sólo de noche
ascendiendo del piélago,
y al despuntar el alba,
se pierde entre las nubes.
Año tras año, la liebre elabora sus hierbas.
Solitaria, Chang E nunca tiene compañero.
Los hombres de hoy no ven la luna de antaño,
mas la luna de hoy ha alumbrado a los hombres antiguos.
Tanto los del pasado como los del presente,
vienen y se van como las aguas de un río,
y todos contemplan la misma luna.
¿Qué podría yo desear sino ver siempre,
mientras canto y bebo,
su reflejo en el fondo de mi copa de oro?


SENTADO, SOLO, EN LA MONTAÑA DE JINTING

Los pájaros han vuelto a sus nidos en bandadas.
Perezosa, la última nube se aleja.
Oh montaña, eres mi única compañera.
Ni a ti ni a mí el mirarnos nos cansa.




Du Fu/Tu Fu (712-770)



CABALLOS TÁRTAROS DE FANG BINGCHAO

Célebres son los caballos de Dayuan.
Osamenta delgada y puntiaguda.
Orejas afiladas como bambúes tallados.
Patas ligeras cual el viento,
nada ni nadie puede detenerlos.
Briosos y soberbios, te llevan a atravesar
como relámpago mil leguas.
Puedes confiarles sin recelos tu vida.



COMBATIENDO EN LA FRONTERA

              VI

Reflexiones del soldado

Si hay que tensar el arco,
ténsalo con toda fuerza.
Si hay que escoger una flecha,
escoge la más larga.
Para tumbar al jinete,
tumba primero su caballo.
Para derrotar al enemigo,
captura primero a su cabecilla.
Hay fronteras para cada país,
que deben ser respetadas,
y hay límite para matar:
Una vez que se contiene la invasión,
¿es justo causar más muerte?



Meng Jiao (751-814)




CANCIÓN DEL VIAJERO

Hilos y aguja en la mano
de la cariñosa madre.
Túnica que pondrá al hijo
que se marchará de viaje.
Da puntadas muy 
tupidas
teme que tarde en volver.
¿Podrá una pequeña hierba
pagar la benigna luz
del sol de la primavera?



Han Yu (768-824)



LAS ROCAS DE LA MONTAÑA 

Una senda abrupta serpea
por entre las rocas de la montaña.
Al caer el crepúsculo,
llego al antiguo templo silencioso,
en que revolotean murciélagos.
Me siento en las escaleras
del salón principal.
Ha cesado la lluvia,
y el aire rebosa de frescura.
Se mecen anchas hojas de plátanos.
Lucen radiantes botones de la gardenia.
El monje elogia los frescos budistas
y me aconseja que los visite.
A la débil luz de unas velas,
los contemplo. Borrosos,
apenas se distinguen.
Luego me prepara el lecho,
desenrollando una estera.
Me sirve arroz y sopa,
que, siendo magra y frugal,
es abundante y me quita el hambre.
Reposo en la noche obscura
y en un silencio absoluto:
Todos los insectos descansan.
Una clara luna surge de la sierra,
arrojando sus rayos plateados
sobre la puerta y las ventanas.
Al alba continúo solo
mi camino sin camino
La senda, velada por brumas,
ora aparece, ora se evapora;
unas veces sube, y otras desciende.
La montaña, cubierta de flores,
se viste de rojo, matizada
de verde de unas cascadas.
De trecho en trecho se yerguen
robustos pinos y robles.
He llegado a un arroyo, y lo vadeo
con los pies descalzos
por encima de las piedras.
Cantan aguas saltarinas.
La brisa me acaricia,
abriéndome la túnica.
¡Qué feliz será vivir así!
¿Por qué hemos de estar a merced de otros,
como caballos sujetos con bridas?
Quisiera decir a mis amigos:
¡Pasemos la vejez aquí,
sin hablar jamás de regreso!


Bai Juyi / Po Chuyi / Po Chüyi (772-846)



CANTO SOLITARIO EN LA MONTAÑA

Todos tienen su debilidad,
y la mía es escribir poemas.
Me sacudí de mil lazos mundanos.
Mas de esta flaqueza
aún no me he librado.
Cada vez que me deleito
con un paisaje pintoresco,
cada vez que me reúno
con un pariente o un amigo,
alzo la voz e improviso
una estrofa poética,
como si un dios acudiera
a avivar mi inteligencia. 


Desde que me establecí en la orilla,
paso horas y horas en la montaña.
Cuando termino un nuevo poema,
asciendo solo a la senda
hacia el Peñasco de Oriente.
Recostado en el Barranco de Rocas Blancas
y agarrado a una verde rama de casia,
comienzo mi canto alocado,
que asusta a los bosques y valles.
Los monos y las aves
me miran asombrados.
Temiendo convertirme
en el hazmerreír de la gente,
escojo un paraje solitario.



Su Dongpo / Su Shi (1036-1101)


AÑORANDO EL PASADO
EN EL ACANTILADO ROJO
SEGÚN LA MELODÍA NIANNUJIAO
Ci

El gigante Yangtsé se lanza al Este,
arrastrando incontables héroes
a través de los tiempos.
Al oeste, los campamentos antiguos
eran tal vez donde luchó el general Zhou Yu.
Caprichosas rocas apuñalan el cielo.
Furiosas olas rompen contra la orilla,
levantando un polvillo de nieve.
Hermosas montañas y ríos:
Una fascinante pintura, 
¡Cuántos héroes cayeron por ellos! 
Pienso en el Zhou Yu de aquel año. 
Recién casado con la bella hija de Qjjao, 
rebosa de vigor y energía en la lucha. 
Abanico de plumas en mano 
y gorra de letrado a la cabeza, 
riendo y bromeando, 
hace polvo a su poderoso enemigo. 
Tengo la mente vagando 
por estos antiguos reinos. 
¿Me creéis un loco sentimental? 
¿Atribuís mis canas a estas nostalgias? 
La vida es tan sólo un sueño. 
¿Por qué no levantamos nuestras copas 
y bebemos con la luna del río?


Guan Zhongji (mujer)
Ss XIII-XIV

CANTO DEL BARQUERO 

La cumbre del Poder 
a que aspiran los hombres 
es ser príncipe o rey, 
con fama, glorias y comodidades, 
pero sin libertad. 
Yo prefiero algo mejor: 
Tomar una barquilla, 
disfrutar de la luna y, 
cantando alto al viento, 
alejarme de este mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

NO HAGO PÚBLICOS LOS ANÓNIMOS. ESCRIBE TU NOMBRE DESPUÉS DEL COMENTARIO.