Editorial |
Al-Khansa Najd (S VII-M).
El tiempo, lo que devasta, es impresionante:
arranca las cabezas, nos deja los rabos.
Nos deja los pusilánimes, nos arrebata
los longánimos, en calaveras transformados.
Noche y día, en su alternancia incesante,
no degeneran; degeneran los humanos.
Maysun Bint Bahdal al Kalbia (S VII-M).
Prefiero una casa en la que por todos lados
palpite la vida que un palacio encumbrado.
Prefiero un manto basto y sencillo de tela
que mi vista alegre que uno de lino o de seda.
Prefiero mascar un triste mendrugo en un recodo
de mi casa que comer un blanco pan redondo.
Prefiero en cada congosto el silbido del viento
que el eco del picar y repicar de adufes festeros.
Prefiero un perro ladrando a cualquier forastero
que me ronde que un gato sumiso y hogareño.
Prefiero el titubeo de un pequeño camello siguiendo
los palanquines que un mulo diligente y resuelto.
Prefiero un primo paterno enjuto y derrochador
que un presuntuoso extranjero gordinflón.
Rabia al-Adawía (? - 801-M).
En mi corazón hambriento has penetrado,
en él te guardo siempre, amigo del alma.
Cuando tu nombre pronuncio, me hablas;
sedienta de ti, en silencio sorbo tus palabras.
Dananir al Barmakía (S VIII-M).
Apenada estoy por la pérdida de tu amigo de Quraysh;
tu pesadumbre, Alí, ha desatado mi llanto.
No llegué a conocer al ilustre finado, mas
sus amistades dan fe de su juicio preclaro.
Bashār ibn Burd (714-783).
¡Oh, Ibn Nahiya!, una cabeza es ya mucho peso como para soportar dos.
Sirvan otros a dos señores, que a mi con uno me basta.
Abū Nuwās (747-816).
Aquella a quien amo me envió un mensajero
que suscitó mi amor.
Bienvenido seas, enviado amado, engalanado de perfume.
Le cortejé con palabras pero de mí se separo diciendo:
Me estás tentando.
Uno como tú no puede amar a uno como yo
cuando perdidamente le ama una rubia grácil,
Cumplida su misión, acudí a la cita con el corazón espantado.
-Has cortejado a mi mensajero.
Ahora sale a relucir lo que de ti me asombra y desconozco.
Falso embaucador que en cuadernos llevas la cuenta de unos y de otros.
Pierde las cabras quien las confía al lobo.
Uno como tú no puede amar a uno como yo
cuando perdidamente le ama una rubia grácil,
Cumplida su misión, acudí a la cita con el corazón espantado.
-Has cortejado a mi mensajero.
Ahora sale a relucir lo que de ti me asombra y desconozco.
Falso embaucador que en cuadernos llevas la cuenta de unos y de otros.
Pierde las cabras quien las confía al lobo.
A espaldas de la gente muele la muela de la muerte.
Ulaya bint al-Mahdi (777-828-M).
Si volver a unir pudiera, ¡ay, Señor!,
al beneficiado con el beneficiador,
el amado no se alejaría,
no se cansaría ni cometería traición.
Hay quien, por desgracia,
desprecia que le demuestren amor.
Verse poco inflama la pasión,
dicen, mas también aviva el dolor.
Abu Tammam (805-845).
Una lluvia diluye el horizonte despejado
dejando tras ella una claridad
que casi se echa a llover de tan bella.
Rasha (S IX-M).
Bello, hermoso como rama floreciente,
apareció en el umbral de la estancia.
En un instante cautivó mis sentidos
con delicadas y galantes palabras.
Sorbí el tibio y delicioso vino
que de su radiante faz manaba.
Sobre lecho de brasas yacimos
en la más placentera holganza.
Y, al término de la coyunda, me dije:
¡sí, eso era la felicidad ansiada!
ante quien se inclinan los cuellos
y cuyo temor somete a las naciones,
la muerte, y nadie doblega a la muerte,
siempre sigue el curso de la pluma.
Así Dios decretó, desde que se afilaron las espadas,
que fuesen criadas de la pluma desde que la pluma fue afilada.
Badl (S IX-M).
Nada más placentero hay que una cita,
ese aviso previo que las ilusiones reaviva.
Nada mejor que la desidia de un celador,
que a deslizarme a su aposento me invita.
Silencio, a solas ella y yo, risas contenidas...
Nada mejor que saborear la miel en el panal.
Nada hay más delicioso que la frotación,
nada que colme mis deseos con tanta intensidad.
Arib al Mamunía (797-890-M).
Dos cosas perturban el corazón de la amada:
el trinar de los pájaros y el zureo de las palomas.
Compañera nocturna, luna de la luna enamorada:
al precipicio del final de los tiempos te asomas.
He decido ser ecuánime; sí, te daré consuelo:
lamento por lamento, desvelo por desvelo.
Me hallé con dos noches:
la de las tinieblas y la de su cabello.
Me hallé con dos soles: el de la copa y el del rostro amado.
Al-Hallaj (847-922).
He reflexionado seriamente sobre las religiones buscando la verdad
y la he hallado como raíz de múltiples ramas.
No exijas, pues, al hombre que adopte una religión
porque es incapaz de alcanzarla firmemente.
Lo que demanda el hombre es una raíz que le explique
todos los méritos y significados; entonces comprenderá.
Al-Mutanabbi (915-965).
Cada hombre es fruto de las costumbres de su época
y la costumbre de Sayf al-Dawla es alancear al enemigo,
desmentir las falsas alarmas con su presencia
y ser feliz destruyendo las maquinaciones del enemigo.
¡Cuantos que anhelaban dañarlo, a sí mismos se dañaron!
¡Cuantos, en vez de dirigir contra él sus ejércitos, le prestaron vasallaje!
¡Cuanto orgulloso, que no reconocía a Dios ni por un momento,
al verle espada en mano se convertía!
Él es el mar. Bucea tú a por perlas cuando esté en calma,
pero ¡Alerta a la tempestad!
Cuando honras al generoso, te lo conquistas.
Si honras al despreciable se rebela.
Trocar la generosidad por la espada
es tan perjudicial como trocar la espada por la generosidad.
Al Ma'arri (973-1058)
No apetezcas comer la carne tierna, recién matada,
ni la que murió de muerte natural.
No atrapes a los pájaros, en su ignorancia, tendiéndoles trampas,
pues la opresión es el mal de los abominables,
y deja la miel de las abejas para las que se abren las aromáticas plantas
pues no la producen para otros ni la elaboran para repartirla.
Me he lavado las manos de todo eso.
Ojalá hubiera reparado en ello antes de que encaneciesen mis sienes.
¡Hijos de mi época!:
¿Acaso conocéis, como yo, estos secretos pensamientos,
que sin embargo antes no divulgué?
Tayf de Bagdad (S XI-M).
Lamento lo que en ella he provocado
después de haberme soltado las cuerdas.
Dice que siente ardores y sofocos,
tanto si lejos estoy de ella como si cerca.
Al-Gazal (772-866).
Acerca de un hombre aparentemente justo
Al que habían nombrado walí:
“Qué crees tú que hará?”
Y le contesté:
“¿Qué hacen los abejorros con las abejas?
Picotean sus colmenas, se comen la miel
¡Y luego dejan el resto para las moscas!".
Al-Ramadi (917-1012).
Nazareno, bebe la copa y ven.
Hoy es día de hermosuras
y mi puerta es un lucero
en el que veras más claro que en el espejo.
Las gentes acuden a ella en tropel
como los peregrinos acuden a 'Arafat.
Ven, nazareno, ven,
que uniremos corazones por la religión separados.
En placenteras tertulias beberemos vino,
que después en polvo te convertirás;
y cuando terminemos con la religión de las diversiones
nos iremos a rezar.
Sin vino ni juerga
la vida es un verdadero pecado.
Podría haber entre nosotros, si quisieras,
algo que no se pierde,
un secreto jamás publicado
aunque otros se divulguen.
¡Tú nada harías por lograr mi compañía!
Mientras yo, si recibiera la vida misma
a cambio de mi dicha contigo, no la cambiaría.
Te bastará saber que, si cargaste mi corazón
con lo que ningún otro podría soportar, yo puedo.
Sé altiva, yo aguanto;
esquiva, yo paciente;
orgullosa, yo me humillo;
aléjate, te sigo;
habla, te escucho;
manda, obedezco.
Ven, nazareno, ven,
que uniremos corazones por la religión separados.
En placenteras tertulias beberemos vino,
que después en polvo te convertirás;
y cuando terminemos con la religión de las diversiones
nos iremos a rezar.
Sin vino ni juerga
la vida es un verdadero pecado.
Ibn Zaydun (1003-1071).
Podría haber entre nosotros, si quisieras,
algo que no se pierde,
un secreto jamás publicado
aunque otros se divulguen.
¡Tú nada harías por lograr mi compañía!
Mientras yo, si recibiera la vida misma
a cambio de mi dicha contigo, no la cambiaría.
Te bastará saber que, si cargaste mi corazón
con lo que ningún otro podría soportar, yo puedo.
Sé altiva, yo aguanto;
esquiva, yo paciente;
orgullosa, yo me humillo;
aléjate, te sigo;
habla, te escucho;
manda, obedezco.
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- La antología de Josefina Veglison no es difícil de conseguir.
- Podéis leer una extensa antología y una buena introducción al tema en el blog de César Abraham Navarrete.
- Y si lo que queréis es adentraros en el estudio y en un conocimiento más amplio y riguroso de la poesía árabe, la Historia de la literatura árabe clásica, obra de Mahmud Sobh, os enseñará el camino.
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