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El que hoy traigo a este blog es uno de esos extensos y
documentadísimos volúmenes, lleno de descubrimientos, datos, noticias,
anécdotas, y una tesis muy bien defendida: la de que, a pesar de las voces
últimas[1], la Revolución Científica
sí existió, y como primer descubrimiento verdaderamente relevante de la
misma se puede señalar la observación de la supernova de 1572 por Tycho Brahe. A partir de aquel momento empezamos a dejar de considerar el cielo como algo invariable.
El descubrimiento de Brahe junto con la publicación de la Óptica de Newton en 1704 marcan la entrada en la modernidad. En su opinión, los acontecimientos posteriores, como la revolución industrial, no fueron otra cosa que las prolongadas consecuencias de la mayor revolución de todas. Wootton es igualmente claro acerca de si la revolución científica fue un motivo de celebración o, por el contrario, de lamento (como algunos románticos sintieron). Él no lo duda, fue algo muy bueno.
El descubrimiento de Brahe junto con la publicación de la Óptica de Newton en 1704 marcan la entrada en la modernidad. En su opinión, los acontecimientos posteriores, como la revolución industrial, no fueron otra cosa que las prolongadas consecuencias de la mayor revolución de todas. Wootton es igualmente claro acerca de si la revolución científica fue un motivo de celebración o, por el contrario, de lamento (como algunos románticos sintieron). Él no lo duda, fue algo muy bueno.
Esta transformación —revolución— de la manera de entender el conocimiento, de
la forma de construir el saber, no surge un día y al día siguiente se ha
extendido por toda la sociedad. Lleva tiempo, pongamos como mínimo un par de siglos, y,
como nos lo recuerdan todos los libros de historia, tiene sus víctimas, sus héroes,
sus propagandistas y sus currantes pacientes y entregados. Y tiene también sus
consecuencias.
Todavía vivimos con las consecuencias, y parece probable que los
seres humanos sigan viviendo con ellas. Pero no solo vivimos con los beneficios
tecnológicos de la ciencia: la moderna manera científica de pensar se ha
convertido en una parte tan fundamental de nuestra cultura que hoy se hace difícil
pensar retrospectivamente en un mundo en el que la gente no hable de hechos,
hipótesis y teorías, en la que el conocimiento no se base en la evidencia, en
el que la naturaleza no tenga leyes. La Revolución Científica se ha hecho casi
invisible debido simplemente a que ha tenido un éxito extraordinario (p 603).
El libro
se puede leer de una sentada, quiero decir de manera continua y sin abandonarlo
hasta que hayamos terminado, entendámonos; o se puede leer a pequeños sorbos y
utilizarlo como libro de consulta, porque es una auténtica enciclopedia. Se lea
como se lea, estoy seguro de que nadie quedará insatisfecho.
Muy buen aporte te felicito.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juan Carlos.
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