domingo, 15 de noviembre de 2009

PROFESIONALIDAD

El historiador romano Quinto Curcio, en su biografía sobre Alejandro Magno, nos dejó esta frase: Los ríos más profundos corren con menor ruido. No parece ésta la máxima de nuestra civilización occidental, llena de ruido y de publicidad, donde es más el que más sale en los medios de comunicación, donde se premia el aspecto externo y la apariencia.

Me gusta, supongo que como a la mayoría, el trabajo bien hecho. Admiro la labor de esas personas que, sin mendigar nada a cambio, desarrollan su oficio con absoluta profesionalidad, y, como consecuencia de ello, ganan el aprecio de su comunidad -la próxima, la que de verdad es su comunidad-. Estas personas obtienen, fruto de su constante quehacer, el reconocimiento sólido y la gratitud de quienes las rodean.

Sin embargo, ni siempre ni todos seguimos ese modelo. Nos gusta el halago fácil, la publicidad, el reconocimiento rápido, el éxito, en definitiva; aunque éste no esté basado necesariamente en nuestros méritos. Quizás tenga razón Flaubert cuando escribía en sus Pensamientos que la vanidad era la base de todo, y que incluso lo que llamamos conciencia no es otra cosa que la vanidad interior.

Puede que sea así, no lo sé. A mi me gusta creer que todavía quedan personas que hacen lo que hacen por la satisfacción que encuentran realizando su tarea de la mejor manera que saben, es decir, con honestidad y profesionalidad; más, si cabe, si están al servicio de la comunidad, como es el caso de los funcionarios. Sin buscar esa limosna en un párrafo de gacetilla, que diría A. Nervo en Fuegos fatuos: hambre de publicidad.

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