Cuando pasaba por la calle Fernán González de Burgos, me sorprendió este mural de la pareja de artistas franceses que se hace llamar Monkey Bird. Como la tapia impide ver la parte baja del mural, me acerqué hasta ella, levanté los brazos, que justo alcanzaron para apoyar el teléfono sobre la misma, e hice la foto.
Me gusta mucho esa combinación que han realizado de elementos de la catedral, que vienen dados, supongo, porque la obra es en sí misma una más de las intervenciones para celebrar el 800º aniversario (1221-2021) de la construcción del templo, bueno, para ser exactos de la colocación de la primera piedra.
Para quien conozca la catedral por dentro, inmediatamente se le hace reconocible la famosa Escalera Dorada, todo un icono, me atrevería a decir, de la ciudad. Sobre el arco central de la misma se levanta la figura mayor del mural, el Ángel Custodio, quien sostiene en la mano izquierda una maqueta de la ciudad y al que le han puesto cabeza de garza real, no sé si por el simbolismo de la garza como ave de la luz y la generación vital (Diccionario de símbolos) o por su presencia en el río Arlanzón.
Otro elemento fácilmente reconocible es el rosetón central de la fachada de Santa María, que en este caso rodea la cabeza del ángel-garza a manera de aureola. En segundo plano, como telón de fondo, también puede reconocerse el retablo del altar mayor, aunque este reconocimiento requiere mayor atención.
Los otros dos ángeles representados sobre la Escalera Dorada, uno con cabeza de mono y libro en mano, el otro con cabeza de garza, supongo que aluden a los múltiples ángeles protectores del exterior del edificio. Los monos que aparecen en la base puedo entenderlos como una seña de identidad de los autores.
Más difícil de identificar, a no ser que se sea ornitólogo, son los pájaros que andan revoloteando en torno al Ángel Custodio. Afortunadamente, un paisano que se dio cuenta de mi interés por la pintura me lo dijo. Son los pequeños papamoscas cerrojillos, que están ahí por la doble razón del nombre —el Papamoscas de la catedral es posiblemente el elemento más popular de la catedral— y la costumbre de anidar en los huecos de las piedras burgalesas, incluídas las del propio templo.
Por cierto, este ángel custodio de aquí me llevó al más conocido del Arco de Santa María. Pero de su curiosa historia hablaré mañana.
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