Responder a esta pregunta ha sido relativamente fácil hasta la quiebra que supuso la aparición de las vanguardias en el desarrollo de la historia del arte, de la estética y de la creación en general. El terremoto que se inició con el impresionismo, adquirió mayor intensidad con el posimpresionismo y terminó poniendo todo patas arriba al comenzar el siglo XX y aparecer movimientos como el cubismo, futurismo, dadaísmo, ultraísmo y todos los demás ismos y no ismos.
Aquello significó el fin del reinado de la belleza como elemento central de la actividad artística. Hasta entonces, fuera cual fuera la definición, la búsqueda y expresión de la belleza estaba en el núcleo duro del significado de la palabra arte. Desde entonces, el concepto de belleza no es que haya tenido que asumir otras interpretaciones, es que puede llegar a ser irrelevante. Así las cosas, en los años cincuenta del siglo XX se inició un debate en torno al tema que incluye nuevas ideas, nuevos valores estéticos y nuevos conceptos culturales, sociales y hasta políticos. El debate produce miles de páginas, pero ningún acuerdo con el que la comunidad artística pueda sentirse cómoda. Porque aquello de arte es lo que la propia comunidad artística decide, no termina de convencer al resto de la sociedad que se cree con algún derecho, aunque sea pequeño, a dar su opinión. ¿No existe ninguna característica, cualidad, propiedad... intrínseca al arte que podamos reconocer?
A responder esa pregunta se lanzó en 2013 uno de los filósofos del arte más destacados del mundo contemporáneo, Arthur D. Danto. De hecho, prácticamente todos sus libros, desde El fin del arte (1984) hasta este mismo, donde la pregunta por el arte es el mismo título, son un intento de superar la respuesta de la teoría institucional que es, en pocas palabras, la que he enunciado en cursiva en el párrafo anterior.
¿Y qué nos responde Danto que agregue alguna novedad y aporte universalidad? Pues la verdad es que bien poco, salvo el concepto de significado encarnado con el que quiere superar este peliagudo y recursivo asunto. Textualmente: La explicación de que un significado encarnado es lo que convierte un objeto en una obra de arte sirve tanto para la obra de David como para la de Warhol. De hecho, sirve para todo lo que es arte (p 53).
Enriquece el concepto de arte con la idea de sueños despiertos. Esos juegos de la imaginación que toma de Descartes y sus Meditaciones metafísicas, y de Platón y su caverna. Otros más llanamente diríamos experimentos mentales. El caso es que Danto habla de la obra de arte como aquello que tiene un significado encarnado (implícito) y a su vez es un sueño despierto.
Eso le sirve para concluir que gran parte del arte contemporáneo no es estético en absoluto, pero en su lugar tiene el poder del significado y la posibilidad de la verdad, y de la interpretación depende que dichas cualidades afloren o no (p 152).
Sin duda, uno de los intentos más serios y trabajados por conseguir un consenso en torno a lograr una definición del arte, aunque me temo que infructuoso, pues desde el momento en que introdujimos valores no estéticos y métodos de trabajo y materiales procedentes de todos los campos de la actividad humana, el concepto de arte estalló en tantas direcciones como formas hay de entender, interpretar y expresar el mundo.
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PS: Es una lástima que una escritura tan buena como la de Danto, esté tan descuidadamente traducida. Y lo de Charlotte Corday como un personaje masculino durante varias líneas en la página 42 no tiene nombre. El autor merecía mayor atención y mejor trato.