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Me enteré gracias a un tuit de Francisco Javier Irazoki en noviembre de que Tusquets había publicado la poesía de Fernando Aramburu. El fin de semana terminé su lectura. Bajo el título de Poesía reunida han recogido Ave sombra, Materiales de derrubio, Sinfonía corporal, Mateo, el tiempo en su arcángel y Bocas del litoral. Cierra la edición un bello epílogo de Irazoki.
Del último título, Bocas del litoral, entresaco este
POEMA MUERTO
No sé mi nombre ni si acaso he muerto
—polvo y fragos— la tarde en que Irún arde.
Es improbable haber sobrevivido
a la infernal derrota que citan los manuales.
Cuarenta años difuntos no dirán
—ni lo dirá el olvido que custodia otras cosas—
si le fue dado al cielo
de algún confín remoto en el exilio
o de mi tierra verde recobrada
seguir amaneciendo para mí.
Mas si huido al furor del requeté aquel día
por cuyo brazo sin piedad
a mi pecho y mi casa un dios dispara,
en quien acaso yo también creía,
dudo que azar tan compasivo no me haya deparado
alguna vez más tarde mi noche de agonía, mi estertor último
y en fin mi oscuridad inacabable
antes de la hora quieta y venidera de poniente
en que compongo este poema muerto.
Lo que allí no pudieron el fuego ni las armas enemigas
lo habrá podido a su manera el tiempo.
Oculto entre las ruinas y las llamas,
quiero haber sido al fin de esa refriega
que gana el invasor, el gudari sin nombre
de quien parte el disparo
último de su bando.
No cambiará el destino adverso de la guerra,
no alzará las paredes derruidas,
ni siquiera yo mismo acaso sepa
nunca que es ese rezagado
disparo el que da muerte a Beorlegui.
La presentación del libro en la librería Alberti:
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