(...)
En este patio que se cierra al mundo
y con ruinosa crestería borda
limpio celaje, al pie de la fachada
que de plateros
ostenta filigranas en la piedra,
en este austero patio, cuando cede
el vocerío estudiantil, susurra
voz de recuerdos.
(...)
Del poema "Salamanca", Miguel de Unamuno.
Creo que conservo una fotografía de esta fachada de cada una de las veces que he pasado por Salamanca. Su poderoso atractivo plateresco me impulsa al rito de capturar su imagen. A veces, incluso, busco bibliografía para abandonarme a otro rito, el de la búsqueda de significado. Así, pues, creo que ha llegado el momento de exorcizarme a mí mismo y dejar aquí un comentario con el fin de liberarme de esa costumbre. ¿O es al revés?
Lo que más me fascina, supongo que como a casi todo el mundo, es el detallismo con que está trabajada la piedra y que es el origen de la denominación del estilo: plateresco. Como si fuera, efectivamente, un trabajo de orfebrería. Sin duda, las fachadas se hacían para que fueran miradas y admiradas. La de la Universidad de Salamanca lo consigue con creces. Los motivos y filigranas de carácter vegetal, el despliegue de personajes y animales mitológicos, la representación de reyes, emperadores y papas, la pulcra organización de todos sus espacios... Todo contribuye a que nos quedemos embobados mirando hacia arriba. Hasta que alguien rompe el encanto y exclama: ¡Ya la he he visto. Allí, allí, a la derecha! La rana, claro. Es difícil disfrutar en silencio de esta joya del XVI, siempre haya algún grupo buscando la insidiosa rana.
Dejo a un lado la interpretación, es decir, la lectura iconográfica de quienes se han detenido en su estudio. Recomiendo la visita a la página de Paulette Gabaudon, que comenta con detalle cada uno de los elementos más significativos de la fachada, así como el librito de Cirilo Flórez Miguel, La fachada de la Universidad de Salamanca. Ambos resultan muy esclarecedores sobre todo aquello que nos es dado conocer y también sobre ciertas divergencias acerca de las cuales tan solo se pueden formular hipótesis.
Por supuesto, la idea general, como la de cualquier otra fachada, hasta la más humilde de las casa solariegas, es resaltar quién me hizo y qué virtudes tengo. Pero para disfrutar de ella, lo mejor es llevar unos pequeños prismáticos de teatro y recorrer todas y cada una de las filigranas, todas las figurillas y ornamentos varios. Y si el tiempo os lo permite, acercaos a verla bien con el primer sol de la mañana o bien con el de la tarde, cuando da de refilón y la piedra adquiere un tono más dorado. Y luego, si queréis, podéis entreteneros jugando a descubrir quién es quién entre tanto escudo y medallón, qué pintan en esa historia Venus y Hércules o por qué el escudo que alude a Carlos V se encuentra coronado por serpientes enroscadas.
Feliz visita.
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