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Aprovecho la grabación del poema de Elena Martín para la muestra de Mujeres poetas de los siglos XX y XXI que he iniciado hace poco tiempo y con ella doy noticia de la poeta granadina.
Con motivo de los actos de celebración del centenario de su nacimiento la Fundación Jorge Guillén editó con sumo cariño su obra poética en dos tomos. La edición de la obra y el estudio preliminar corrió a cargo de José Ignacio Fernández Dougnac. Por desgracia, hoy, a pesar de ser una edición reciente, el libro está agotado y es inencontrable, excepto en alguna librería ¿de viejo? que lo ofrece a un precio escandaloso.
Elena Martín Vivaldi ejerció toda su vida profesional trabajando en la docencia, primero en un instituto de bachillerato y después en la universidad, excepción hecha de un breve tiempo en que trabajó en el Archivo General de Indias.
Fue alternando el trabajo con la escritura y desde el primer libro de poemas publicado en 1945 nos dejó una docena de títulos (mucho más difíciles de encontrar que su poesía completa de hace unos años) :
Escalera de luna. Granada, Vientos del Sur, 1945.
El alma desvelada. Madrid, Ínsula, 1953.
Cumplida soledad. Granada, Veleta al Sur, 1958.
Arco en desenlace. Granada, Veleta al Sur, 1963.
Materia de esperanza. Granada, Albaycín, 1968.
Diario incompleto de abril. Málaga, Ángel Caffarena, 1971.
Durante este tiempo. Barcelona, El Bardo, 1972.
Nocturnos. Granada, Don Quijote, 1981.
Y era su nombre mar. Málaga, Jazmín, cuadernos de poesía, 1981.
Tiempo a la orilla (Obra reunida), 2 vols. Granada, Silene, 1985.
Desengaños de amor fingido. Málaga, Ángel Caffarena, 1986.
Poemas inéditos. Granada, Academia de Buenas Letras de Granada, 2007.
En Cómo se hace un poema, ella es la primera poeta en ofrecer sus ideas e impresiones sobre el tema. Recojo sus palabras: Yo estaba dentro de la plaza como en un mundo de ensueño, fuera de la vida (...) de la que me protegían los tilos, tendiéndome sus brazo. en ese momento, toda la mezcla de alegría y tristeza que se desprendía de la unión de esa mañana gris y de los vivos colores azul del cielo y verde de los árboles se identificó con el estado de mi ánimo en aquel instante; me sentí como partícipe e integrada en aquel paisaje, y, entonces, "se me vinieron" a la mano los dos primeros versos, las primeras palabras: Tilos que sois la plaza y enhebráis a la plaza, /barreras entre el sueño y el toro de la vida..." Enseguida anoté esos dos versos sobre la cubierta de una carpeta de cartón (...) Luego terminé el poema, sentada en algún café, supongo. (...) No todos mis poemas los he escrito así (...) pero, casi siempre, después de que me llegaran a la mano o al papel esas primeras palabras (...) sin las cuales me es difícil hacer un poema (pp 17-18).
Tilos que sois la plaza y enhebráis a la plaza,
barreras entre el sueño y el toro de la vida.
Sois verdes.
Verdes, porque el cielo es azul.
Más verdes, (porque llevo mi alma con enseña de luto).
Verdes, porque es gris la mañana,
y las nubes restañan las heridas del cielo.
Sois verdes.
Infinitos abriles gritan en cada hoja
sus palabras nupciales.
Tilos, mis verdes tilos,
abriendo vuestros brazos
a unos mundos posibles,
a los cuerpos vencidos.
Abrazo donde el alma se refugie cansada,
donde esconda
su rostro sin caricias,
su cabello desnudo,
sus ojos sin espejos,
las manos desterradas.
Sois verdes.
Verdes, porque no hay primavera,
porque fuisteis y estabais
cuando el mundo era ciego.
Un mundo, donde el gozo era un velo de ensueño
que borraba el perfume de vuestro verde agudo.
Tilos. Y sólo vuestro nombre.
Y un himno lleva incienso hasta los cielos.
Sois la plaza. Ahí estáis.
Bajo los tilos −hermosamente triste−
se ha quedado esperando,
solitario, un sollozo.
Si no encontráis sus títulos en alguna biblioteca, podéis leer la mayor parte de su poesía en este enlace con su Obra poética.
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