La actualidad de Shakespeare —los clásicos siempre son actuales— tal vez se perciba mejor en esta obra más que en ninguna otra por su profundo carácter metafórico y su aire travieso y juguetón.
Hay muchas historias en esta historia de amor, y hay también muchos planos en esta obra tejida desde la fantasía, pero en la que la realidad no deja de asomarse. Jugar con diferentes horizontes y distintas historias es algo que al bueno de Shakespeare se le da muy bien, pero aquí lo borda.
Por un lado están los personajes reales con sus historias de amor cruzado; por otro, los habitantes del bosque, los seres imaginarios; y, para que no falte de nada, también aparecen los cómicos, a medio camino entre unos y otros, y acaso, las piezas de una historia menos conscientes de ella, pero no menos necesarias.
Sin embargo, los protagonista indiscutibles son Titania y Oberón, reina y rey de hadas y de duendes, cuyas desavenencias conyugales son el motor que impulsa la acción, que, como todo el mundo sabe, transcurre durante una deliciosa noche de verano, la noche de San Juan, en un bosque encantando.
Ya sabemos que el amor es ciego y más si nos encontramos bajo los efectos de un filtro amoroso. Así le va a ocurrir a Titania, quien se enamora ciegamente de un pobre cómico transformado en asno. Necesario es recordar aquí que este animal era considerado en la antigüedad como símbolo de la potencia sexual.
El hechizo de amor de Oberón, que Puck reparte a diestro y siniestro, es el preludio de lo que casi llega a ser una orgía a la que se ven empujados no solamente Titania y Fondón (convertido en burro), sino también Demetrio, Helena, Lisandro y Hermia.
Como alguien ha dicho, el sueño que viven las parejas durante una noche del solsticio de verano es el mismo del que se va a despertar la cultura europea tres siglos más tarde, cuando Freud proclame la necesidad de examinar cada uno de los nuestros —los sueños— para llegar a conocer cuáles son nuestros impulsos y deseos más profundos.
Hay muchas historias en esta historia de amor, y hay también muchos planos en esta obra tejida desde la fantasía, pero en la que la realidad no deja de asomarse. Jugar con diferentes horizontes y distintas historias es algo que al bueno de Shakespeare se le da muy bien, pero aquí lo borda.
Por un lado están los personajes reales con sus historias de amor cruzado; por otro, los habitantes del bosque, los seres imaginarios; y, para que no falte de nada, también aparecen los cómicos, a medio camino entre unos y otros, y acaso, las piezas de una historia menos conscientes de ella, pero no menos necesarias.
Sin embargo, los protagonista indiscutibles son Titania y Oberón, reina y rey de hadas y de duendes, cuyas desavenencias conyugales son el motor que impulsa la acción, que, como todo el mundo sabe, transcurre durante una deliciosa noche de verano, la noche de San Juan, en un bosque encantando.
Ya sabemos que el amor es ciego y más si nos encontramos bajo los efectos de un filtro amoroso. Así le va a ocurrir a Titania, quien se enamora ciegamente de un pobre cómico transformado en asno. Necesario es recordar aquí que este animal era considerado en la antigüedad como símbolo de la potencia sexual.
El hechizo de amor de Oberón, que Puck reparte a diestro y siniestro, es el preludio de lo que casi llega a ser una orgía a la que se ven empujados no solamente Titania y Fondón (convertido en burro), sino también Demetrio, Helena, Lisandro y Hermia.
Como alguien ha dicho, el sueño que viven las parejas durante una noche del solsticio de verano es el mismo del que se va a despertar la cultura europea tres siglos más tarde, cuando Freud proclame la necesidad de examinar cada uno de los nuestros —los sueños— para llegar a conocer cuáles son nuestros impulsos y deseos más profundos.
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Si no tenéis el texto a mano, siempre podéis recurrir a alguna de las múltiples interpretaciones dramáticas o adaptaciones cinematográficas que se han realizado. O a esta de la Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid que generosamente han colgado en YouTube. Y que el fin de semana os sea propicio.
Pues ésta no me la leí, Jesús pero ganas me entran con esta exposición tan buena que haces en el post.
ResponderEliminarSaludos y buen finde!
Sandra.
Pues a por ella, Sandra, que seguro que te gusta.
EliminarSaludos también para ti y muchas gracias por tus buenos deseos y por dejar aquí tu comentario.