Roberto
Calasso, italiano políglota y gran conocedor de la literatura
europea, ha estudiado con detenimiento la relación entre el mito y
el surgimiento de la conciencia moderna. Entre las páginas de este
estupendo La
literatura y los dioses me encuentro con estas líneas en el
capítulo que lleva por título Incipit parodia. Leedlas con
detenimiento:
Entre las ideas que han tenido enormes consecuencias, muchas veces catastróficas, a lo largo del siglo XX, destaca la de la comunidad buena, en la que existen fuertes vínculos de solidaridad entre los individuos y en la que todo se funda sobre un sentir común. La Alemania nazi fue la manifestación más lancinante de esta idea; la Rusia soviética, la más prolongada y expandida. Sin embargo, sigue habiendo multitud de gente que propugna tal idea. ¿A qué se debe la persistencia de este fenómeno? Ante todo, como siempre, a un deseo: la comunidad —se trate de la que se trate, aunque sea una mera asociación criminal—, en cuanto forma en la que existen muchas cosas en común en la que los vínculos entre los individuos están cargados de significado, sigue siendo el lugar en el que muchos aspiran a vivir. Este sentimiento es tan intenso que tiende a volver indiferente la naturaleza de esos vínculos, con tal que sean fuertes y estrechos. Sin embargo, a la luz de los acontecimientos, debería al menos surgir una duda: ¿no habrá algo funesto en la idea misma de comunidad, al menos cuando esta se manifiesta, como tantas veces ha sucedido, en el interior de un mundo en el que el aparato técnico se extiende sobre la entera superficie del planeta? He aquí la cuestión: hay que preguntarse si no existirá una incompatibilidad entre comunidad y técnica. No en el sentido de que una comunidad esté imposibilitada para instaurarse en el interior del mundo técnico, como bien sabemos, lo que ocurre es lo contrario, pero sí en el sentido de que, una vez instaurada, tal comunidad no puede sino conducir a resultados distintos con respecto a cualquier intención originaria (pp 57-8).
Traducción, Edgardo Dobry.
"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
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Desde luego, Calasso " bueno' no es. Hasta al propio Herralde le escuché una vez llamarle " el pérfido Calasso". A mí me despierta instintos criminales. Conocerlo fue la peor cosa que me ha pasado en mi vida. Y no soy la única. Como muestra, la dedicatoria (en italiano en el original) del último libro que me mandó: " Para Blanca. Aunque no quieras, es para ti". AUNQUE NO QUIERAS. Ese es Calasso. Olé sus eggs.
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