Sería fácil, igualmente, recurrir al dicho popular para hacer ver cómo algunos ponen su mejor cara ante el mal tiempo y pretenden sacarnos una sonrisa en el ir y venir apresurado bajo la lluvia de verano.
También se podría pensar, sencillamente, que cada cual es muy quién para salir a la calle como le venga en gana. ¿Por qué no sacar nuestro mejor disfraz, o el más llamativo, para darnos una vueltecita por el parque de todos los días?
Podría seguir haciendo hipótesis, pero esta tarde me invade una cierta propensión a la melancolía y veo en la imagen más bien el Descrédito del héroe (Lumen, 1977; Visor, 1993; Bartleby, 2007), la caída en el pozo sin fondo del vertedero urbano, la pérdida de valor de lo prometeico, la soledad del sueño sin sentido.
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