Confieso que no sé nada sobre neurología, ni sobre medicina, ni psiquiatría, ni tampoco tengo una mínima tendencia a leer sobre enfermedades, sean estas del tipo que sean; sin embargo, este libro se puede leer muy agradablemente sin estar interesado en ninguno de esos temas.
Sacks, con gran destreza para contar, nos introduce en la vida de siete personas afectadas por alguna enfermedad extraña y grave, es decir, personas afectadas por algún síntoma que, en principio, tiene o debería tener importancia para desarrollar una vida normal. Por ejemplo: una profesora universitaria autista, un pintor ciego para los colores, un cirujano con síndrome de Tourette, tics y movimientos involuntarios... Casos que parecen contradecir el desenvolvimiento normal en la vida.
Y ahí es donde reside, en mi opinión, el interés de lo que Sacks nos cuenta, en que son ejemplos para hablarnos de la condición humana, de qué es lo que nos hace seres humanos con todo nuestro valor, tanto para nosotros mismos como para los demás. Sacks nos está hablando continuamente de personas que tienen alguna dolencia que, según el criterio social más extendido, les limitaría mucho la realización social o afectiva o intelectual o laboral. Pero no es así.
Foucalt nos enseñó en su momento a sospechar de los criterios del poder con respecto a la enfermedad. Sacks nos enseña a sospechar de nosotros mismos y nos descubre nuestros propios prejuicios con respecto a eso que llamamos enfermedad, quizás porque aún no sabemos cómo funciona el cerebro.
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