jueves, 13 de mayo de 2021

LAS DIFERENTES CARAS DE LA CIUDAD

Vista de la ciudad desde la terraza de Tabakalera

Por lo general, toda ciudad ofrece multitud de caras. Algunas son hermosas; otras, no tanto. Pero como soy un apacible y epicúreo urbanita, puedo disfrutar de todas ellas, e incluso agradezco la variedad. Lo que no quiere decir que no aprecie también la alejada vida de la misma y sea, en muchos aspectos, un defensor de la "vida retirada". Nunca, desde luego, sin llegar a esos extremos de negros augurios en los que caían ilustres pensadores como RousseauLas ciudades son el sumidero de la raza humana (Emilio)— o UnamunoY es la ciudad odiable y ociosa del trajín social, de los cafés, de los casinos y de los clubs, de los teatros, de los parlamentos, la ociosa ciudad de las vanidades y las envidias (Andanzas y visiones españolas)—.



Vamos, que lo mismo puedo disfrutar de un trazado urbano amplio y generoso, de una arquitectura ejemplar o del reflejo de una puesta de sol en las gafas ahumadas de un edificio más bien ramplón. También, por supuesto, de las calles menos generosas y más abigarradas de un barrio obrero como es el barrio en el que vivo, y que, además, me ofrece la increíble joya de tener una encina al borde mismo de la acera, y en estos momentos, para mayor gloria, en flor. La encina no es muy grande, de tal forma que cada vez que paso tengo que agacharme. Es como un acto de pleitesía ante la opulenta naturaleza.


Sin embargo, lo que resulta ser un absoluto contraste, y me llena de ternura, es que en esa misma acera, calle arriba, algunos días puedo encontrar un grupo de gallinas escarbando por el suelo en un pequeño patio-corral-jardín donde hay un par de manzanos, unos perales y algún que otro árbol. Y todo eso a la increíble distancia de 1.000 metros mal contados en línea recta de la muy sofisticada y elegante playa de la Concha


Así, no me sorprende que la calle no fuese elevada a la categoría de tal hasta el 22 de junio de 1998. Antes de semejante honor recibía el nombre más común, aunque también más poético, de camino. A León Felipe le gustaría.

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