un día de difuntos
-cualquier día
es un día de difuntos
en una iglesia-.
¡Qué tristeza de luces,
qué derroche de mal gusto,
qué lástima de vida acorralada,
qué pena de seres asustados!
No puedo entender
qué es lo que se calla,
ni qué es lo que se llora.
No alcanzo a ver
qué hay más allá
de tanto rito hipócrita,
de tanta ceremonia vana.
Me hace daño
ese ruido de palabras falsas
con las que se quiere imponer el silencio.
Cuando voy a salir,
Bach me pide paciencia
desde un órgano
y me dejo llevar por la belleza.
De forma lamentable, al poco tiempo,
el sacerdote vuelve al ruido…
yo vuelvo a la calle.
Del libro Contra el ritual de la muerte.
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