domingo, 5 de julio de 2020

FERMAT EN LA ARCADA DE LA PLAZA DEL CAPITOLIO DE TOULOUSE


Toulouse, como otras muchísimas ciudades, tiene atractivos suficientes para pasar unos días disfrutando de sus encantos. Uno de ellos, no demasiado conocido, está en la arcada de la bellísima Plaza del Capitolio, concretamente en el techo de la misma. Allí está recogida de forma gráfica la historia de la ciudad. De ello se encargó el artista francés Raymond Moretti (1931-2005), quien en 29 pinturas recogió los hechos y los personajes más destacados de la ciudad. 

Lo mejor que se puede hacer para aproximarse a ellos y saborearlos tranquilamente es hacerse con una relación de todos ellos —preguntad en la oficina de turismo—, sentarse en cualquiera de las mesas de los cafés que hay en los mismos soportales, mirar hacia arriba e ir descubriendo poco a poco la historia que hay detrás de cada uno. La referente a Jean Calais ya la conté en otro momento. Hoy me voy a ocupar de este abogado curioso a quien su afición le llevó a convertirse en uno de los matemáticos más importantes del siglo XVII.

Pierre Fermat (1601-1665).
Lo que me atrae de él es lo atípico de su caso, lo que de singular tiene, pues toda su vida profesional estuvo dedicada a la judicatura e incluso llegó a alcanzar el más alto nivel en la Corte Criminal en 1652. Además de las leyes y los números, se le daban bien las lenguas de las que dicen que dominaba seis. Pero su pasión fueron las matemáticas. 

Trabajó en los ámbitos de la mecánica, la óptica, la probabilidad y la geometría, y su método para encontrar los valores máximo y mínimo de una función —dicen quienes saben de ello— preparó el camino para el cálculo infinitesimal. De su afición por los números, me encanta eso de que tuviera en jaque durante 350 años a matemáticos de todo el mundo intentando demostrar lo que se llamó la Conjetura de Fermat:

Si n es un número entero mayor que 2, entonces no existen números enteros positivos x, y y z, tales que se cumpla la igualdad:




El misterio se acabó cuando fue demostrado por Andrew Wiles en ¡1995! ayudado por Richard Taylor.

El bueno de Fermat bien se merece el lugar que ocupa entre los paneles de la arcada y hasta una buena jarra de cerveza o lo que queráis tomar, sentados en alguna de las mesas de los cafés que se extienden a lo largo de los soportales.

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