Ray Chen (violín) y la Sydney Symphony Orchestra.
Dirige:
Tianyi Lu.
"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
Dos características muy notorias distinguen a Gesualdo (1566-1613). Una tiene que ver con su irascible temperamento y su abominable comportamiento como ser humano. Nada diré de esto.
La otra característica que podemos apreciar en sus composiciones, especialmente en los madrigales, es la utilización de un magnífico cromatismo y unas inesperadas armonías que dan como resultado la poco ortodoxa yuxtaposición de acordes. Este original lenguaje musical estaba encaminado a dramatizar musicalmente las palabras que él consideraba claves en el texto. El resultado es siempre de una sorprendente belleza.
Stravinsky y Schönberg lo citan en más de una ocasión como modelo de sus creaciones. De hecho, Stravinsky reelaboró una docena de madrigales que luego incluyó en Monumentum pro Gesualdo di Venosa. más adelante fue transformado en ballet por el coreógrafo George Balanchine.
Interpreta: Grandelavoix (Bjørn Schmelzerwith (dirección), Anne-Kathryn Olsen, Carine Tinney, Razek-François Bitar, Albert Riera, Andrés Miravete, Marius Peterson, Adrian Sîrbu y Arnout Malfliet).
Que la música os sea favorable.
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Y la traducción de Pilar Gómez Bedate:
SUSPIRO
Mi alma hacia tu frente en donde sueña, hermana,
Un otoño sembrado de pecas, y hacia el cielo
Errante de tu angélica mirada se levanta
Tal como en un jardín melancólico, fiel
suspira un surtidos subiendo hacia el Azur.
— Hacia el Azur süave de Octubre puro y pálido
Que en los estanques copia su langor infinito
Y sobre el agua muerta deja, fulva agonía
De hojas errando al viento y abriendo un frío surco,
Arrastrarse, amarillo, el sol con largos rayos.
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Fuente: Conservatorio J. C. A. |
Motivado por la programación de la OSE y por el caluroso comentario Ángel Carrascosa Almazán, mi propuesta para este último domingo de enero insertado en el corazón del invierno este bellísimo concierto para violín del polaco Karol Szymanowski.
Este concierto se estrenó en 1922 y, aunque no ha sido muy programado en las grandes salas de concierto occidentales, es una obra de gran originalidad e intensidad que puede gustar a un gran público. La crítica especializada lo considera el primer concierto para violín en salirse del parámetro clásico-romántico.
Philip Stopford es un joven y entusiasta director de coros y creador de algunas de las composiciones más hermosas de los últimos años. Esta composición, Ave verum, fue un encargo de la comunidad protestante de Santa Ana a la comunidad católica de la catedral de San Pedro, ambas de Belfast. La historia de violencia y enfrentamientos entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte había sido larga y las heridas numerosas. Fue un gesto, por tanto, que tenía por objetivo reunir a las personas en torno a la música.
El motete habla del cuerpo y la sangre de Cristo, que son elementos centrales en las dos confesiones —dijo Stopford—. Cuando lo estrenamos en 2007, el coro de Santa Ana lo interpretó en San Pedro, luego lo hicimos al revés; para la tercera ejecución , las dos comunidades cantaron juntas.
El arte, y la música especialmente, tiene esa maravillosa capacidad de concitar voluntades y aliviar el dolor.
Interpretan:
Stepanova Anastasia, Sokolova Anastasia, Elena Ponomareva, Mkhitaryan Anna, Anton Slonimsky, Ershov Alexander, Stepanov Konstantin y Ashrafetdinov Romil.El 17 de noviembre se celebró en el Auditorio Nacional de Música de Madrid un concierto solidario con el objetivo de recaudar fondos para la gente damnificada por las inundaciones. Fue un concierto en el que se alternaron temas populares con otros más clásicos, algunos, incluso, con mucho humor.
Habrá que decirlo otra vez más: aunque Kol nidrei (todos los votos, en arameo) es una composición basada en un par de melodías hebreas y su título es el título del canto que los judíos interpretan la víspera del Yom Kippur, Max Bruch (1838-1920) no solo no era judío, sino que era de fe cristiana, luterano por más señas. Sin embargo, su pasión por las músicas tradicionales de todo el mundo le llevó a escribir composiciones utilizando bases folclóricas de numerosas culturas, entre ellas, como en este caso, la hebrea.
Bruch comenzó estudiando filosofía y arte en Bonn, pero pronto se pasó a la carrera musical y posteriormente la ejerció como profesor, director y compositor. En el apogeo de su carrera pasó tres temporadas como director de la Sociedad Filarmónica de Liverpool (1880-1883).
Aprovecho el centenario de la muerte de Fauré (4 de noviembre de 1924) para colocar este domingo su magistral, conmovedor y hermosísimo Réquiem.
Curiosamente, esta composición no la escribió para recordar a nadie, ni para acompañar el rito fúnebre de nadie. Según dijo, la escribió por el placer de hacerlo. En 1888 estaba ya terminada y desde entonces se interpretó en varios conciertos. Cuando murió el músico, se interpretó en su propio funeral.
Interpreta la Orquesta Sinfónica de Galicia dirigida por Víctor Pablo Pérez. La soprano es María Eugenia Boix; el barítono, Neal Davies; el coro, naturalmente, el de la OSG, dirigido por Joan Company.