Mostrando entradas con la etiqueta Poesía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poesía. Mostrar todas las entradas

miércoles, 19 de febrero de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Francisco Ferrer Lerín)

Editorial
#unlibrounpoema

Francisco Ferrer Lerín (pertenece a la generación de los novísimos, esa que según la antología de Castellet estaba formada por Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003), Antonio Martínez Sarrión (1939-2021), José María Álvarez (1942-2024), Félix de Azúa (1944), Pere Gimferrer (1945), Vicente Molina Foix (1946), Guillermo Carnero (1947), Ana María Moix (1947-2014) y Leopoldo María Panero (1948-2014). Luego, como siempre ocurre, hubo que hacer mejor recuento y nos encontramos con una nómina bastante más amplia. 

Dentro de esa generación, por tendencia, Ferrer Larín estaría más cerca de los Gimferrer, Ullán, Azúa y Panero que del resto, pero dejemos ese trabajo a los manuales. 

Lerín es difícil de encajar dentro de un grupo, una actividad y un estilo porque para empezar se ha dedicado a la práctica de actividades tan diversas como la poesía, la narración, la traducción, la realización de guiones para el cine o el estudio de la ornitología. También tiene un curioso manifiesto sobre el arte casual, que es, claro, creación suya, así como un blog y un canal en YouTube. 

Hecha la sucinta presentación, dejo un par de muestras de su quehacer poético:


A UN ALMA PRECORDIAL, ASESINADA


Japonesa
son tantas las cautelas y la previsión
de los hijos que
la escuela de poetas pobres y la lavandería
mecánica
adolecen estos días de crudo invierno
de los más indispensable enseres: aperos,
gasas, alcanfor en rama
y monumentales jaliscos.


¡Qué sumisión
a las normas establecidas! Guayaberas,
moriscos, hasta un terno fosco capihundido que el maestro
de ayuno
importó de las islas. Amo
en especial
aquellas tardes
de lectura, besos
de carmín a carmín, pintalabios, lápiz
de labios que, en nuestra lengua (tendida al fondo,
pacata)
son varias las acepciones
y las imágenes (hombreras
de plenilunio,
bombera,
pájaro carpintero,
dama de cobalto
en la cuna,
silenciada).

De Hiela sangre, 2013.



UN OPACO VOLADOR

Un opaco volador, lobo fino a quien le asustan los blancos.
Viejo infame, medidor, tañedor de amplio ladrido.
Fue llamado observador
del peso ajeno.

Abastecía de carne
al presidio y a las minas, permutaba,
él guiaba a los perplejos, consumía,
como amante confesado,
el agua de consonantes.

Alguien citó a Gikatilla, dijo algo de la lengua
que ya no hablaba, de la cábala del viaje, del regreso al frío hogar,
el hogar clarividente, el regreso apresurado, la lengua,
dijo el poseso, tiene caudal, abre puertas,
las negras puertas de tierra, invita
a la quema de corrales, descuartizando las bestias.

Aseo de loberías, inventor de la humedad, descubridor
de las cosas, caballero de manteca,
quiso, desde ese instante, evitar nuestro destino, doblar
la esquina anunciada, acelerar la agonía,
en ella nacía el germen, con ella, literalmente,
comienza la desecación,
en esa niña.

De Libro de la confusión, 2019.

***


jueves, 13 de febrero de 2025

ESTOY AQUÍ, Luis Alberto de Cuenca

Esta litoral fue un regalo de cumpleaños de hace más de una década. Cualquier número de las magníficas publicaciones de la revista Litoral es siempre un regalo por la enorme belleza y cuidado con que se realizan. Un regalo para la inteligencia y para los sentidos, especialmente el de la vista. Y también un regalo para el bolsillo en este momento... porque este número se vendía entonces (2013) por 30€ y ahora lo podéis adquirir por la mitad. Un chollo.

Pero no son las bondades (muchas y en muchos sentidos) de la publicación las que han originado esta entrada, sino un hermoso poema de Luis Alberto de Cuenca

Andaba yo enredado con un dato que se me resistía y del que estaba convencido de que se encontraba en este número dedicado al poeta madrileño —este número, además de ser una buena antología de poemas, es una hermosa publicación que contiene entrevistas, artículos de todo tipo sobre la obra del poeta y  muchas cosas más (el índice podéis consultarlo aquí)—. Pero no es así. 

Me he puesto a buscar en internet y he tropezado con un extenso comentario sobre este poema realizado por el profesor Jesús G. Maestro. No me he resistido a colocarlo. 

El poema es hermosísimo. Espero que el comentario también os guste.


ESTOY AQUÍ



Estoy aquí, mi amor, estoy aquí,
velando tus naufragios en las noches
en que nadie responde, en las heladas
madrugadas vacías, en las tardes
de desesperación y de locura.
Pon en duda, si quieres, que la Tierra
gire en el desolado precipicio
del espacio infinito alrededor
del Sol, o que los astros sean fuego,
o que el amargo río de la vida
desemboque en la muerte. Pero nunca
dudes de que, en la fiebre del fracaso
o en la sed de la angustia, en el abismo
de la ansiedad y del desasosiego,
estoy aquí, amor mío, estoy aquí.

Aunque tú no me veas ni me oigas.

Del poemario Sin miedo ni esperanza.

[El vídeo lo he colocado a partir del minuto 5'35'', que es donde Maestro comienza propiamente el comentario, lo anterior es una larga introducción que no afecta al comentario].


***


miércoles, 12 de febrero de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Vicente Aleixandre)

#unlibrounpoema


Para quienes tenemos una edad y hemos estudiado en España no es necesario realizar ninguna presentación de Vicente Aleixandre (1898-1984). Así, pues, dejo esta nota para quienes accedeis al blog desde otros países y desde otras lenguas. Por cierto, sois bastantes más de los que lo hacen desde aquí, concretamente 3 personas de cada 4.

Vicente Aleixandre fue miembro de la más ilustre generación de poetas del siglo XX en España, es decir, la generación del 27. Perteneció, por tanto, a eso que aquí se conoce como la edad de plata de la literatura española, formada por las generaciones del 98del 14 y del 27. De entre todas las grandes figuras de la literatura, del arte y del pensamiento que componen esas tres generaciones, solamente Juan Ramón Jiménez (1956) y él (1977) recibirán el Nobel.

La Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre lleva muchos años reivindicando que la casa del poeta se salve de la ruina y se convierta en un centro de cultura como Casa de la Poesía.


SE QUERÍAN

Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente sólo.

Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando…
se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.

Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.

Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.

De La destrucción o el amor.

***


lunes, 10 de febrero de 2025

MALLARMÉ

Además de las entradas dedicadas al poeta francés o en la que hay alguna referencia a él, dejo aquí la grabación del apartado dedicado a él, redactado por Alain Verjat Massmann en la Historia de la literatura francesa que Cátedra editó en 1994, más unos cuantos enlaces a comentarios sobre su obra en la convicción de que pueden ayudar a facilitar el acercamiento a la obra poética.


Y uno de sus más antologados sonetos: 

LA TUMBA DE EDGAR POE
 
Tal cual la Eternidad lo transforma en Sí mismo,
el poeta provoca con acero desnudo
a su siglo espantado de no haber conocido
que la muerte triunfaba en su voz tan extraña.

Con un vil sobresalto de hidra oyeron al ángel
dar más puro sentido al verbo de la tribu
proclamando muy alto bebido al sortilegio
en la onda sin honor de algún negro brebaje.

Si al cielo y a las nubes hostiles ¡oh amargura!
nuestra mente no esculpe duro bajorrelieve
donde se orne de Poe la tumba deslumbrante,

calmo bloque caído de algún desastre oscuro,
que siempre este granito interrumpa los negros
vuelos que la Blasfemia esparza en lo futuro.


Traducción: Pedro Provencio.

Y un título de Pilar Gómez Bedate que aglutina la biografía, el ensayo sobre la obra y la antología (bilingüe) de los poemas esenciales:

sábado, 8 de febrero de 2025

REGALOS DEL DÍA (Diario de un epicúreo agradecido), 21





Ya no recuerdo dónde leí algo así como que Cézanne era capaz de distinguir cien matices distintos del amarillo en los limones. Me impresionó lo de la centena. Supongo que esa capacidad es similar a lo del oído absoluto que tienen algunas personas que se dedican profesionalmente a la música. Yo me conformo con saber que el azul y el amarillo son colores complementarios, y como en casa hay algunos limones y algunos objetos de vidrio azules, mientras decidía por dónde comenzar la tarea diaria, he cogido unos y otros me he puesto a realizar pruebas para ver si conseguía una foto bonita con la que sorprender y regalar a la propietaria de los recipientes, pues ese azul es el azul que más le gusta.

Y en esas estaba: que si un limón por aquí, que si un vaso por allá, que si la botella mejor..., mientras el día avanzaba y la luz iba cambiando el aspecto de los objetos. Hasta que vi cómo se colaba el sol en una de las habitaciones del piso y para allá que llevé limones y recipientes. 


Yo quería sorprender y regalar, pero a medida que la luz del sol iba transformando paredes y objetos, el sorprendido y regalado he sido yo. Era como estar contemplando el nacimiento del día a través de unos limones, una bandejita, un vaso y una botella. Pura fantasía de la luz. Felicidad del color.


Como escribe Sartwell en su Los seis nombres de la belleza, la monotonía del mundo surge de nuestra propia monotonía, del embotamiento de los deseos y del empacho de sensaciones. Si no hemos perdido la ilusión, si somo capaces de percibir en cada objeto, en cada gesto, en cada línea, lo novedoso y fascinante que el día nos depara, este se convierte en una fiesta. Una fiesta al alcance de cualquiera, porque está siempre a nuestro lado. No es necesario tirarse en paracaídas ni utilizar drogas ni blandas ni duras para disfrutar intensamente de los placeres que el día nos ofrece si somos capaces de captarlos.


O como decía Rosalía, que lo decía mejor y más bonito:

Hermosas son las estaciones todas
para el mortal que en sí guarda la dicha;
mas para el alma desolada y huérfana,
no hay estación risueña ni propicia.

No es la estación la que nos proporciona la felicidad, sino nuestra capacidad para descubrirla.


 ***


miércoles, 5 de febrero de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Marianne Moore)

Traductora: Olivia de Miguel
#unlibrounpoema

Marianne Moore y su Poesía completa ya estuvieron en esta sección hace medio año, más o menos. Pero me ha parecido una buena oportunidad para traer hasta aquí otro poema suyo el que hoy sea el aniversario de su muerte, acontecida en 1972. ¿Habría llegado a conocer las tortas de san blas?



EL CAMPANERO

Durero habría encontrado una razón para vivir
  en una ciudad así, con ocho ballenas varadas 
que mirar, con la suave brisa entrando en casa 
un día claro desde el aguafuerte de un mar 
  con olas tan regulares como las escamas 
en un pez. 

Una a una, dos a dos, tres a tres, las gaviotas sostienen 
  su vuelo adelante y atrás sobre el reloj de la ciudad, 
o planean alrededor del faro sin mover las alas— 
alzándose firmes con un ligero 
  temblor en el cuerpo- o se reúnen 
graznando sobre 

un mar púrpura cuello de pavo 
  que empalidece en un azul verdoso como 
el azul pavo y gris topo que Durero prefirió 
al verde pino del Tirol. Se ve una langosta 
  de veinticinco libras; y las redes tendidas 
a secar. El 

torbellino pífano y tambor de la tormenta inclina 
  la hierba de la salina, agita estrellas en el cielo y la 
estrella del campanario; es un privilegio ver tanta 
confusión. Encubiertos por lo 
  aparentemente adverso, las flores
de la ribera y 

los árboles, favorecidos por la niebla, ponen 
  el trópico a nuestro alcance: el jazmín-trompeta, 
la digital, el dragón gigante, la salpiglosis con 
lunares y rayas; dondiegos, calabazas 
  o campanillas emparradas sobre sedal de pescador 
en la puerta trasera; 

espadañas, gladiolos, arándanos y tradescantía, 
  cintas, líquenes, girasoles, ásteres, margaritas 
—harapientos marinos de amarillo y pinzas de cangrejo con verdes brácteas— 
hongos, petunias, helechos; lirios rosados, azules, 
  trigidias, amapolas; negros guisantes de olor. 
El clima 

no es bueno para el baniano, el franchipán 
  o la nanjea, ni para la vida de una serpiente 
exótica. Lagarto y piel de culebra para zapatos, si te va; 
pero aquí tienen gatos, no cobras, para 
  oprimir a las ratas. El tímido 
tritoncito 

tildado con pinchos blancos en su lomo de rayas negras 
  vive aquí; no existe nada que la 
ambición pueda comprar o llevarse. El estudiante 
llamado Ambrose se sienta en la ladera 
  con sus libros y sombrero extranjeros
y ve los barcos 

blancos y rígidos avanzar por el mar como 
  en un surco. Amante de la distinción que 
no nace de la jactancia, conoce de memoria el antiguo 
cenador en forma de azucarero con 
  tablillas entrelazadas y la inexacta 
inclinación de la torre 

de la iglesia, desde la que un hombre de rojo deja 
  caer una cuerda como una araña teje su hilo; 
parece salido de una novela, pero en la acera 
un letrero blanco y negro dice 
  C.J. Poole, Campanero, y otro rojo 
y blanco advierte 

Peligro. El pórtico de la iglesia tiene cuatro columnas 
  acanaladas, cada una de un solo bloque de piedra, al que 
el encalado da un aire sencillo. Sería un refugio adecuado 
para golfillos, niños, animales, prisioneros 
  y presidentes que recompensaron a 
senadores 

corruptos no pensando en ellos. El 
  lugar tiene una escuela, una oficina de correos 
en un almacén, pescaderías, gallineros y una goleta 
con tres mástiles en 
los muelles. El héroe, el estudiante,
  el campanero, cada uno a su modo, 
tiene su sitio aquí. 

No pudo ser peligroso vivir 
  en una ciudad así, de gente sencilla, 
con su campanero que coloca señales de peligro junto a la iglesia 
mientras dora la sólida 
  estrella puntiaguda que sobre una torre 
simboliza la esperanza.


Recoge Olivia de Miguel con muy buen criterio en el prólogo que redactó para esta edición unas cuantas opiniones de poetas contemporáneos de Moore. De todas ellas, a mí me gusta mucho la de Wallace Stevens —(Moore) nos obliga a ser tan conscientes de la realidad que fuerza nuestra conciencia—. Y así es en este y en toda su poesía. Ni el adorable pueblo costero es tan adorable, ni la iglesia es un centro de acogida, ni el campanero está libre de sospecha. Más tarde o más temprano, las ballenas varadas comenzarán a descomponerse y envenenarán "la suave brisa", lo mismo que la iglesia puede envenenar a la sociedad.

***


miércoles, 29 de enero de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Nadia Fabo Andrés)

Editorial
#unlibrounpoema
 

Un jurado presidido por Olvido García Valdés y asistido por los vocales Antonio Lucas, Julieta Valero, Javier Vicedo y Carmen Díaz decidió otorgar el II Premio de Poesía Marpoética, tal y como se puede ver en la cubierta del ejemplar, a Nadia Fabo Andrés, poeta donostiarra que cuenta en su haber con los siguiente títulos:

Un antílope en la garganta (2019),
Tina Turner en la cola del híper (2020),
Tenderete (2021),
Hija (2022) y
Pitx (2024).

Como son breves, dejo tres poemas. En todos ellos podréis apreciar esas características del estilo de la autora como son el desenfado, la ironía, el humor y una mirada siempre crítica y distante con la cotidianeidad. Cada vez que la leo, a mí me recuerda aquel alegato de Rimbaud sobre la necesidad de ser absolutamente modernos con el que se despedía en Una temporada en el infierno. Fabo Andrés es absolutamente moderna, pero sin la acritud del francés... y con mucho más humor.


recuerdo a Madre:
laluz.
apaga laluz.
laluz. laluz. laluz.
niña, laluz del baño.
laluz. laluz. laluz. laluz del cuarto. laluz.

me oigo:
laluz.
niños, laluz.
laluz. laluz. laluz.
laluz del baño. laluz. laluz.
niños, apagad laluz.
laluz. laluz, coño, laluz.

hay herencias buenas,
malas
y las abiertas con azada.


***


Madre,
me he comprado un vaquero de leopardo por veintidos
    con veinticuatro.

¿no te he enseñado yo nada sobre las compras compulsivas?
¿todavía no sabes que aunque uno sienta algo mucho,
    durante mucho rato, muchas veces, incluso con
    mucha gente, no cambia nada el mundo?
¿todavía no sabes que el deseo fermenta como peladuras
    de ciruelas rodeadas de ávidas avispas amarillas?
¿no te he enseñado yo nada sobre el abismo?

pobre leopardo.


***


venir al mundo 
para pasear por la playa en febrero
para hacer pan con las manos sin saber hacer pan con nada
para tener la misma contraseña para todo
—aceitedericino123—

venir al mundo
para acariciar
desde el cuello bajando por la espalda con la punta de los dedos es el espacio-tiempo plegándose con los dedos volver a subir por la espalda a cámara lentita hasta el cuello otra vez que es el mismo cuello del principio pero como si fuera otro porque la piel de gallina es distinta.

venir al mundo
para escribir borrar descubrir sabores escribir borrar decir "vale" escribir borrar el verbo amaromar me encanta porque a veces en este mundo pasan las cosas antes de tener palabras
para nombrarlas.


Nadia Fabo, tercera por la izquierda, con el recuerdo del galardón en las manos:


***

lunes, 27 de enero de 2025

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO

 

Esta es la cubierta de la tirada de 500 ejemplares que encargó Rimbaud, la primera y la única que se hizo en vida del poeta. De aquellos ejemplares solamente recogió una docena, los demás quedaron almacenados en la imprenta hasta que pudiera pasar a pagarlos. Nunca llegó a ocurrir eso. Su hermana Isabelle hizo correr el bulo de que él, Arthur, los había quemado. En 1901 un bibliófilo los encontró en los almacenes de la imprenta.

Verlaine, que fue uno de los que recibió un ejemplar, dejó escrito que era una prodigiosa autobiografía psicológica, escrita en esta prosa de diamantes que es propiedad exclusiva de su autor  ("Les hommes d'aujourd'hui", Œuvres en prose complètes, Gallimard, La Pléiade, 1972, p. 802).


***


miércoles, 22 de enero de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Ana María Moix)

Ejemplar de la Biblioteca Central
 #unlibrounpoema

De Ana María Moix no había leído nada más que los 11 poemas recogidos en la ya célebre antología de Castellet, Nueve novísimos, por lo que cuando vi este ejemplar en la biblioteca, me hice inmediatamente con él. 

Reproduzco este lento, hermoso, meditativo y nostálgico poema:

Mi ciudad es un pueblo grande con tranvías
donde de cuando en cuando aún se escucha a Chopin.

Entre sumerio-acadios e hititas
asomábamos la cabeza por la ventana.
Llovía.
La aventura de la vida se quedó
en la última posesión que nos quiso perder.

En la calle hay gente aún.

No recordé nada 
después de aquel instante.
"Ha muerto", dijeron,
y pensé si sería la muerte un feliz olvido.
Después murieron los hititas,
los sumerios,
el orden jónico,
el alif y la raíz íbera;
murieron todos los de aquella tarde
en el bar de la facultad.
Solo quedó un pueblo grande con tranvías
donde aún se escucha a Chopin.

Luego volvieron, más tarde,
con libros recién abiertos.
Mis labios en  el agua sucia del lago
reían: adoraban a Pirandello
y no entendían el teatro de Brecht.
Era en mil novecientos sesenta y seis.

"Ha muerto", dijeron, en el patio,
bajo las arcadas de la facultad.
Pensé si sería la muerte aquello
de amarles tanto
y pensé si valía la pena que fueran
mi resurrección.

Entre el regalo de la muerte que se ofrece
y el descanso de la vida que se pierde
hubo un árbol
                    (palmera, definió un amigo poeta),
nido de dioses, sobra de siempre;
hubo un momento.
Después de entonces no recordé nada.
Sigilosa, a caballo entre vida y muerte
surge otra orilla, camino de sombras
pasó la de Gustavo Adolfo Bécquer.

"Ha muerto", dijeron, "Ha muerto".

Volví más tarde. Pórticos,
columnas, arcos, sombras;
allí estaba como siempre el lago,
allí hablaban, hablaban, hablaban como antes
todos.

Mi ciudad es un pueblo grande con tranvías,
dije, pero no entendieron, porque
leían todos ellos Viejo Barrio
y aún velaban por la noche los hititas,
los sumerios,
el orden jónico,
el alif y la raíz íbera.

¡Qué jóvenes eran para mis aún no veinte años!
¡Qué sabia e inhumana la voz de las cosas!

Quise irme
para no oírles hablar de Sartre,
Dios, Marx o Ionesco.
Malos son los hititas o el arte sasánida;
peor era amarles y sentir su muerte cada tarde
de mil novecientos sesenta y seis
hablando de Franco.

Vi entonces un rostro. Pensé un momento
tras el que no recordé nada.
Vi entonces un rostro. Sentí
que eran muertos, como los hititas,
los sumerio-acadios,
el orden jónico,
el alif y la raíz íbera;
y hablaban, hablaban, hablaban de Pirandello.

Regresamos andando a casa.
Juntos volvimos a coger los libros.
La filosofía y sus problemas no nos interesaban.
La ciudad es un pueblo grande con tranvías,
dije, sacando la cabeza por la ventana.

No sé si lo oyeron. Abrimos los libros
por la primera página. No estaba el arte sasánida,
solo largas cuentas, sumas y rayas.

Faltó el tiempo justo entre sumerios e hititas
para gritar a la gente qué era aquello.
Bastó la breve ausencia del copto
para comprenderlo.

No recordamos nada
desde un lejano momento.

La ciudad era un pueblo grande con tranvías
y todos creían que habíamos muerto.

***

martes, 21 de enero de 2025

UNAMUNO Y CAVAFIS, el mismo punto de partida, diferente el de llegada

Desde hace mucho tiempo, por lo menos desde el siglo XIX, es costumbre extendida realizar poesía a partir de poemas escritos con anterioridad, muy especialmente clásicos. Son textos que se utilizan como punto de partida para nuevas reflexiones en torno a un tema dado o para incidir en análisis diferentes de la realidad o, simplemente, como elemento de inspiración que sugiere nuevas ideas y perspectivas. 

Es curiosa la coincidencia de dos poetas coetáneos (Unamuno, 29 de septiembre de 1864; Cavafis, 29 de abril de 1863) al recurrir a los mismos versos de la misma obra, Divina comedia, para escribir sus composiciones.

El pasaje que toman pertenece al Canto III del "Infierno". El terceto aludido es este:

Y tras haber reconocido a alguno,
vi y reconocí la sombra del que hizo
por cobardía aquella gran renuncia 
(Traducción: Luis Martínez de Merlo. El destacado es mío.)

Dante parece que se está refiriendo a Celestino V, eremita con gran fama de santo en aquella época, quien por eso mismo fue elegido papa y que renunció seis meses después por no considerarse digno para la tarea. Se decía que había sido el siguiente papa, Bonifacio VIII, quien había provocado la renuncia de Celestino V, asustándole con voces nocturnas, para hacerse con el cargo. También conviene recordar aquí el enfrentamiento entre Dante y Bonifacio, güelfo uno y gibelino el otro .

El verso le sirve al poeta bilbaíno para escribir este soneto:

LA GRAN REHUSA


                                     Vidi e conobbi l'ombra di colui
                                     che fece per viltate il gran rifiuto.

                           Dante. Inferno III. 59-60.



Al abrigo de la cogulla

con que te encubres el altivo ceño

se incuba libre el ambicioso ensueño

que soledad con su silencio arrulla.

Del mundo huyendo la inocente bulla,

vuela adusto tu espíritu aguileño

en torno, no del sacrosanto leño

que con su yugo al corazón magulla,

sino del solio. Aunque la plaza huiste

la plaza llevas dentro y es la musa

con que Satán te pone el alma triste,

la que te dio la vocación confusa

por la que adiós a tu familia diste,

que no, cobarde, harás la gran rehusa.




A Cavafis, en cambio, le inspira la siguiente reflexión:


A ciertas personas llega un día

en que deben decir el gran Sí o el gran No.

Pronto aparece quien dentro lleva

presto el Sí, y diciéndolo prosigue




adelante en su honor y propia convicción.

Quien dijo No, no se arrepiente. Si de nuevo le preguntaran,

diría no otra vez. Pero ese No —legítimo—

para toda su vida lo avasalla.

(Traducción: Pedro Bádenas de la Peña)


Podríamos ahora reflexionar en torno a cuál de las dos perspectivas es más universal y cuál más restrictiva y personal. Cuál de ellas ofrece un campo más amplio para el pensamiento o cuál resulta más intimista. En definitiva, cuál de las dos se muestra más actual y más fructífera en sus implicaciones. 

Os dejo esa tarea.

***

sábado, 18 de enero de 2025

365 PÁJAROS TIENE EL CIELO, AGENDA POÉTICA

En librerías
365 gracias, Santi.


Advierten las compiladoras de esta agenda-antología, Gurutze Galparsoro y Beatriz Monreal, que se han limitado a buscar y elegir poemas, espoleadas por el gozo difícilmente expresable que su lectura provoca. Y continúan diciendo que han elegido los 365 que aparecen en ella porque son los que más les han gustado. Sinceridad y nobleza que se deja traslucir en toda la publicación, pues todos y cada uno de los poemas seleccionados son poemas de esos que siempre se leen con agrado y sin tener que realizar ningún esfuerzo por situarnos en el punto de vista de quien lo ha escrito, poemas de mensaje directo. 

Toda una invitación a celebrar la poesía en sorbos pequeñitos y espaciados, para que vaya calando, al mismo tiempo que nos ofrecemos tiempo para hacerla nuestra. Impulsadas por ese propósito, siguen advirtiéndonos y como igual en algún momento se siente inspirados, ahí tienen al final unas páginas en blanco, por si desean hacer sus pinitos. Enternecedor.

Como agenda-antología que es, cada día del año ofrece un poema, alguna efeméride relacionada con la literatura y una breve nota relativa al poema/autor que se haya escogido. Una fotografía de una página (todas están organizadas de la misma manera) será la mejor aclaración:


Un encantador regalo para cualquiera de esas dos personas entre mil que habitan la tierra. Tal vez, incluso, para una tercera.

***

Me congratulo del anuncio de tregua en Palestina, pero no es suficiente para dejar de reclamar el fin de los conflictos armados.

miércoles, 15 de enero de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Stéphane Mallarmé)

Editorial
Traductor: Antonio Martínez Sarrión
#unlibrounpoema
 

Habiendo estado en París la semana pasada, me debo a mí mismo y, por supuesto, a la ciudad, la delicadeza de que este miércoles figure aquí un poeta francés, más exactamente parisino. 

Para este miércoles he elegido el que puede ser el poema más esclarecedor del quehacer poético de Mallarmé, poeta siempre difícil, riguroso y que exige del lector una atención constante.

Veamos el poema:


DON DEL POEMA


¡Aquí te traigo el hijo de una noche idumea!

Negra, de ala sangrante y pálida, sin plumas,

por el cristal que, al fuego, de oros y aroma ardía,

por los gélidos rombos de un vidrio opaco aún,

se coló el alba rumbo a la impoluta lámpara.

¡Palmas! Y cuando al fin presentó la reliquia

a ese padre que esboza una sonrisa hostil,

la soledad azul y estéril ha temblado.

¡Oh nodriza! con tu hija y tu inocencia

y tus helados pies, acoge el triste fruto.

Con tu voz que recuerda viola y clavecín

¿oprimirás con dedo marchito el seno suave

donde fluye la hembra en blancor sibilino

para labios que el virgen azul del aire buscan?


La primera pista viene dada por el título. El poeta no nos va a contar historias de personas, ni nos va a seducir con algún acontecimiento, un paisaje o alguna otra realidad exterior. Nos va a hablar del poema, de la poesía, de la escritura y sus dificultades. Estamos ante una poética.

En el primer verso nos presenta el poema como un hijo del que el poeta es padre, pues él es el autor. El poema ha sido escrito durante la noche y el que la noche sea idumea nos remite a "Herodías", ese largo poema en el que estuvo trabajando prácticamente durante toda su vida desde que comenzó a redactar los primeros versos allá por 1864.

Aclarado este tema, todo lo demás resulta más comprensible, aunque conviene recordar el simbolismo del azul para el parisino. Lo azul es en su poesía la manera de evocar la belleza y el sueño. Así, pues, en estos catorce versos estamos leyendo la resistencia que pone la contingencia al trabajo del poeta. El amanecer es negro y se parece a un pájaro herido, porque representa el disgusto del escritor ante la llegada del día, que le va a impedir seguir escribiendo. Así, también, su obra, su poema, considerado una reliquia, pues no deja de ser un remanente de lo que en principio el autor tenía pensado. El poema termina pidiendo para sí la leche nutricia (blancor sibilino) que alimenta a los recién nacidos, en este caso el don, la cualidad de expresar con precisión y exactitud aquello que no alcanza a expresar todavía.

Seguramente, en el aparato de imágenes que utiliza Mallarmé en esta composición influyó el hecho de que su hija Geneviève hubiera nacido un año antes de la escritura de este poema. 

En su lengua original, el poema es profundamente melódico:


DON DU POÈME

Je t’apporte l’enfant d’une nuit d’Idumée !
Noire, à l’aile saignante et pâle, déplumée,
Par le verre brûlé d’aromates et d’or,
Par les carreaux glacés, hélas! mornes encor
L’aurore se jeta sur la lampe angélique,
Palmes! et quand elle a montré cette relique
A ce père essayant un sourire ennemi,
La solitude bleue et stérile a frémi.
Ô la berceuse, avec ta fille et l’innocence
De vos pieds froids, accueille une horrible naissance
Et ta voix rappelant viole et clavecin,
Avec le doigt fané presseras-tu le sein
Par qui coule en blancheur sibylline la femme
Pour des lèvres que l’air du vierge azur affame?

***

lunes, 13 de enero de 2025

REGALOS DEL DÍA (Diario de un epicúreo agradecido), 20

Sophora japonica




La mejor manera de viajar, descubrir rincones nuevos y entablar relaciones afectivas, estéticas, cordiales y amistosas no es hacerlo mermado de salud en un ambiente de enero parisino sin sol y bajas temperaturas, pero así como cierta música me ayuda a sobrellevar estados físicos fráncamente lastimosos, existen rincones, gestos, imágenes, palabras u obras de arte que me alivian el malestar, exactamente igual que un buen medicamento. No tienen efectos tan duraderos, pero a mí me resultan de gran ayuda, porque me aportan esas dosis de felicidad instantánea que me impulsa y revitaliza. Puede parecer muy raro, pero tengo esa extraña ¿cualidad?

Andaba yo medio entumecido por el frío, afiebrado y bastante cansado, cuando al salir del Pequeño Trianon, me encontré de bruces con este magnífico y añoso ejemplar de sófora que, a pesar de ser crudo invierno, lucía majestuoso. Un estupendo espectáculo vital reservando energía para el esplendor primaveral (si queréis verlo cargado de hojas, en la fotografía de Wikipedia podéis hacerlo. Es el que está a la izquierda del palacete. Entre él y el edificio se puede apreciar la figura de 4 o cinco personas). 

En la página del Ministerio para la Transición Ecológica cuentan que fue Bernard de Jussieu (1699-1777) quien lo introdujo en Europa. Tal vez fue él mismo quien hizo que se plantara donde ahora se encuentra o, acaso, su hijo, también botánico reputado y erudito, Antoine-Laurent de Jussieu (1748-1836). 

Rafael Morales, empujado por la tristeza de ver un ejemplar quizás semejante a este, pero constreñido por el loco desarrollo del ladrillo, escribió este soneto en otro tiempo:

LA ACACIA CAUTIVA


Cercada por ladrillos y cemento,
por asfalto, carteles y oficinas,
entre discos de luz, entre bocinas
una acacia cautiva busca un viento.

Busca un campo tranquilo, el soñoliento
río sonoro que en sus aguas finas
lleva luces que fluyen diamantinas
en sosegado y suave movimiento.

Busca el salto del pez, el raudo brillo
de su escama fugaz y repentina,
con rápida sorpresa de cuchillo.

Busca la presurosa golondrina,
no la brutal tristeza del ladrillo
que finge roja sangre en cada esquina.

***

PS: Mañana dejaré una pequeña colección de obras de arte del Museo de Orsay.

***