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viernes, 4 de julio de 2025

TALLERES SOBRE POESÍA EN EL ÁGORA DE LOS LIBROS

Interior de El ágora de los libros. Fuente: la propia librería.

 
La propuesta que lanzamos este verano para realizar el próximo curso es la creación de dos talleres: uno sobre poesía contemporánea y otro sobre escritura poética. si salen adelante, el primero se llevaría a cabo el tercer martes de cada mes y el segundo, el cuarto martes. Paso a dar las líneas generales de cada uno.

Con la idea de realizar un recorrido por la poesía contemporánea escrita en castellano surge la propuesta de este taller/tertulia/grupo de estudio. En cada sesión intentaremos ver con cierto detenimiento la obra poética escrita por un autor o una autora que haya tenido cierta relevancia en el desarrollo de la poesía posterior. 

Para que dé tiempo a leer con cierto detenimiento y reposo, las sesiones serán mensuales (tercer martes de cada mes, de 19:00 a 20:30). Cada una de las sesiones las abriremos con una breve contextualización y presentación de la obra y la biografía, a ser posible, realizada de manera rotatoria, aunque esto no implica obligatoriedad de hacerlo. Independientemente de todo cuanto se pueda analizar, comentar y debatir, cada persona traerá al menos un poema sobre el que dar su opinión.  

CALENDARIO DE LA TEMPORADA 2025/2026:

OCTUBRE 21: José Martí (1853-1895). 
NOVIEMBRE 18: Salvador Díaz Mirón (1853-1928). 
ENERO 20: José Asunción Silva (1865-1896). 
FEBRERO 17: Rubén Darío (18657-1916). 
MARZO 17: Leopoldo Lugones (1874-1938).
ABRIL 21: Julio Herrera y Reissig (1875-1910). 
MAYO 19: Manuel Machado (1874-1947). 
JUNIO 16: Antonio Machado (1875-1936). 

***

El taller sobre escritura poética tiene por objetivo dar a conocer cuáles son los elementos, los recursos y las herramientas más propias de este género y sacar adelante unos cuantos poemas.

En cada sesión, una al mes, veremos algunos ejemplos de las formas y recursos que posteriormente pondremos en práctica. Después de escribir los textos, haremos una puesta en común con lo que cada persona haya escrito (no es obligatorio, pero sí es muy conveniente). Como las sesiones son mensuales, se propondrá la práctica de lo analizado en la sesión para trabajar sobre ello hasta la siguiente sesión.

Como es lógico, puesto que se trata de escribir, cada cual traerá el material de escritura con el que se encuentre más a gusto.

***

Teniendo en cuenta el tamaño del espacio y el de los grupos para que estos puedan resultar activos, estarán formado por un máximo de 12 personas y un mínimo de 6.  

Si alguien desea más información relacionada con el tema o desea apuntarse, puede acudir directamente a la librería El ágora de los libros, c/ Padre Larroca, 6 (GROS) o ponerse en contacto con Aimar a través del teléfono 943 82 92 79.

Espero que nos encontremos allí el próximo curso y que este sea provechoso.

***


miércoles, 2 de julio de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Agustín García Calvo)

Editorial
#unlibrounpoema 


Tengo cariño a este libro porque me acompaña desde hace muchísimos años y, sobre todo, porque con él descubrí otra forma de pensar la literatura y mi propio estar en el mundo. 

No es posible dejar aquí ningún poema del Sermón del ser y no ser ya que es un largo poema-reflexión de 2016 hexámetros. Lo que sí puedo hacer es copiar los dos sonetos teológicos que Agustín García Calvo (1926-2012) puso a manera de prólogo delante del Sermón y los últimos versos del poema para que ellos sirvan de invitación a la lectura.

I


Enorgullécete de tu fracaso,
que sugiere lo limpio de la empresa:
luz que medra en la noche, más espesa
hace la sombra, y más durable acaso.

No quiso Dios que dieras ese paso,
y ya del solo intento bien le pesa;
que tropezaras y cayeras, ésa
es justicia de Dios: no le hagas caso.

¿Por lo que triunfo y lo que logro, ciego,
me nombras y me amas?: yo me niego,
y en ese espejo no me reconozco.

Yo soy el acto de quebrar la esencia:
yo soy el que no soy. Yo no conozco
más modo de virtud que la impotencia.





y II


Pero no cejes; porque no se sabe
cuándo pierde el amor, dónde la tierra
volteando camina, ni qué encierra
mensaje del que nadie tiene clave.

Pues el Libro Mayor (y eso es lo grave)
del Debe y el Haber nunca se cierra,
y acaso acierte el que con tino yerra;
ni es nada el mundo hasta que el mundo acabe.

Si te dicen que Dios es infinito,
di que entonces no es; y si finito,
que lo demuestre pués y que concluya.

Pero no hay Dios ni hay Ley que a contradanza
no se pueda bailar. Tu muerte es tuya.
Tu no saber es toda tu esperanza.



Final:

...Y ni siquiera temas demasiado, 
si llegare el caso, que te metan en el potro 
de los dientes de antimonio y por entre las planchas 
dolorosas de la imprenta: al fin y al cabo, tanto 
no hay de qué penar por ser el que uno es: pues nada 
es definitivo, sino borrador: tú mismo, 
cuando también doctrina te hayas vuelto y carga 
positiva, habrás de ver que no habrá de faltarte 
quien a tu vez te niegue y te deshaga y deje 
en libertad y olvido todas tus palabras. 
Bendito aquel que venga con la mano en alto 
y borre las cenizas de la muerte, un día 
que la red de oro de par en par se abre al aire 
y se pierden los murciélagos por el hondo cielo.


***


viernes, 20 de junio de 2025

THOMAS HARDY

Escribe Pujals en su Historia de la literatura inglesa:

El pesimismo como actitud vital y como posición filosófica informa la novela y la poesía de Thomas Hardy (1840-1928). Su filosofía es sencilla, y su teología proclama una especie de providencia de signo negativo. Para él, el hombre, en vez de sentirse vinculado a Dios y oír su voz orientadora en el camino de la vida, se ve acosado constantemente por la fatalidad, que lo somete a sus caprichos. Por tanto, jamás parece libre: el tiempo y el espacio le oprimen atrozmente; sobre todo, existen por encima de él fuerzas misteriosas que controlan su vida de un modo absoluto. El hombre es un muñeco cuyos hilos mueven hados hostiles o indiferentes; como en la tragedia antigua, la fatalidad reina por completo en las obras de Hardy, novelas, cuentos o poemas. 


Este es un texto de carácter explicativo, es decir, el autor, un historiador de la literatura, quiere situarnos rápidamente y de manera objetiva ante lo que considera que es el pensamiento y el sustrato esencial del autor.

En cuanto a las traducciones, estas son las tres que yo conozco. De ellas, la más nueva es la de Alba (2023) y, por lo tanto, la más fácil de encontrar. Existe otra en Comares, pero yo no he tenido acceso a ella. 
Los tres poemas que reproduzco aquí los he cogido de la traducción que realizó Francisco M. López Serrano para la editorial Pre-Textos.


EL GAMO ANTE LA CASA SOLITARIA

Afuera, en las tinieblas, alguien mira
a través del cristal de la ventana
desde la blanca sábana aterida.
Afuera, en las tinieblas alguien mira
cómo, en vela, aguardamos la mañana
junto a la lumbre de la chimenea.

No alcanzamos a ver esos dos ojos
que nos contemplan desde la intemperie
y reproducen los destellos rojos
del fuego. No advertimos esos ojos,
ojos maravillados, rutilantes,
y sus pasos furtivos, vacilantes.




DESPUÉS


Cuando el Presente cierre sus puertas tras mi paso
y, cual recién hilada seda, las tiernas rosas
de mayo acune el viento, ¿dirá el vecino acaso:
«Era de los que suelen apreciar estas cosas»? 

Si es al ocaso y cruza sobre el denso follaje,
como en un parpadeo, un halcón por la umbría
y se posa en la zarza que retorció el oraje,
pensará quien lo vea: «También él lo vería». 

Si fuera en noche cálida y de falensas clara
cuando el erizo corre furtivo por el prado,
tal vez alguien dijera: «Por que nadie dañara
a estas pobres criaturas veló, y poco ha logrado».

Si al oír que he partido, junto al umbral se quedan
contemplando los astros en el cielo de invierno,
¿pensarán los que ver mi rostro ya no puedan:
«Fue alguien que meditó sobre el misterio eterno
»?

Y cuando por mí doble la campana del ocaso
y a su repicar se una de la brisa la charla,
cual un nuevo tañido, ¿oirán decir acaso:
«No la puede oír ya, mas solía escucharla»?




EL ACANTILADO DE BEENY


I
Oh, el zafiro y el ópalo de este errante mar de occidente,
y una mujer en lo alto con el cabello al viento cabalga sonriente,
la mujer que amé tanto y que me amó fielmente. 


II
A nuestros pies el rugido continuo y las lejanas olas de la mar
semejaban un cielo inferior, engolfado en su propio palpitar,
mientras reíamos alegres en aquel mes de marzo que no podré olvidar. 


III
Una pequeña nube nos ocultó, y brotó una lluvia irisada,
y se tiñó el Atlántico de una imprecisa y leve pincelada,
luego salió de nuevo el sol y de un tono purpúreo quedó la mar bañada. 


IV
En su profunda y abisal belleza aún el viejo Beeny ocupa bajo el cielo su lugar,
pero ella y yo el próximo mes de marzo no volveremos allí de nuevo a pasear,
ni las dulces palabras que dijimos se volverán a escuchar. 


V
Pues aunque todavía la abisal belleza se alza en aquella agreste ribera de occidente,
la mujer, a la que el pony llevaba a paso de andadura está ahora ausente,
ya no sabe de Beeny ni le importa y no volverá a reír jamás alegremente.

 

Y un homenaje, el que le dedicó su compatriota Gustav Holst (el de Los planetas):



***


miércoles, 18 de junio de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Eva Beriain)



No siempre se tiene la posibilidad de asistir al nacimiento de un nuevo libro y de charlar con la autora. Yo, al menos, casi nunca la tengo, y eso, estar en el momento y al lado del surgimiento del libro, es un motivo de alegría. 

Eva Beriain, formada como poeta en los talleres de creación literaria, ha creado un poemario coherente, bien construido, equilibrado, maduro y muy interesante, donde vemos cómo las voces, los miedos, los pensamientos y los deseos de dos personajes que aparentemente nada tienen que ver el uno con la otra (él - ella)

REY DE LAS SOMBRAS (ÉL)

Soy el rey de los invisibles,
los que viven entre los bordes
de la mirada ajena.

No tengo reino ni corona,
pero en mi delirio
mando sobre los olvidados,
los hijos de nadie,
los que no tienen nombre
ni cara en el espejo.

Me siento en mi trono de cartón
y hablo con las sombras
que se arrastran por el suelo.

Mis dominios son las sombras 
bajo el techo gris del pasadizo.
Soy el rey de las esquinas,
el emperador sin súbditos
que predica a los fantasmas
del tren nunca toma.

Los trajes, las prisas,
todos pasan
como un desfile sin ritmo,
una procesión de ausentes
a los que intento rescatar
de sus propios pensamientos.

vienen a mí, buscando respuestas,
aunque no lo saben, aunque no me ven.
Hoy soy el rey 
de esta esquina podrida,
coronada con las colillas
de cigarrillos ajenos.

Mañana, quién sabe,
seré un poeta,
un santo,
o un perro buscando huesos.




ESQUINAS QUE NO CAMBIAN (ELLA)

Las esquinas de la ciudad 
son siempre las mismas,
solo cambian los nombres
y las caras que las cruzan.

Las baldosas
conocen el peso exacto
de mis pasos.

Los días pesan
en la mochila que cargo,
como si cada uno
fuera una piedra más.

el mismo recorrido,
la misma prisa,
las mismas palabras que me siguen,
la vida, ecos d eun sermón,
que nunca pedí escuchar.


se van poco a poco entretejiendo hasta convertir sus discursos particulares en un dueto que reflexiona sobre la cotidianidad, el tiempo, el ser y el estar de siempre... y termina en un hermoso canto: 

UN PÁJARO (AMBOS)


Un diminuto pájaro
de mirada curiosa
posa en el poema
un ligero anhelo.

El poema cobra vida
y desde el silencio
le susurra al mundo:
todos somos huella.


Esta es la breve y sustanciosa charla que tuve con ella bajo el fondo sinfónico de una partida de tenis de mesa: 



***


lunes, 16 de junio de 2025

IRLANDA VISTA POR... JAMES JOYCE

Desde mediados del siglo pasado, todos los años se celebra el Bloomsday el 16 de junio. Es un día festivo que irlandeses en general y dublineses en particular aprovechan para vestirse de época (la del Ulises) y recorrer los espacios de la ciudad que recorrió el protagonista de la novela.

Sabido es que Joyce no vivió mucho tiempo en su Irlanda natal. Y no es que le echaran de ella por razones morales o políticas. Él, como otros muchos irlandeses de su época, se fueron buscando otros horizontes más amplios. Bueno por eso y por otros motivos, algunos de los cuales se dejan entrever en este poema que lleva por título el gas de un mechero.





GAS DE UN QUEMADOR



Señoras y señores, aquí están reunidos

para saber por qué la tierra y los cielos han temblado

a causa de las sombrías y siniestras mañas

de un escritor irlandés en tierras extranjeras.

Me envió un libro hace diez años:

lo leí unas cien veces,

del derecho, del revés, por arriba, por abajo,

de lejos y de cerca.

Lo imprimí todo hasta la última palabra

mas con la gracia de Dios

las tinieblas de mi mente se rasgaron

y entreví el vil propósito del autor.

Pero tengo un deber para con Irlanda:

guardo su honor en mis manos,

tierra de encanto que siempre mandó

a sus escritores y artistas al destierro

y con espíritu de chanza irlandesa

traicionó a sus caudillos uno por uno.

Fue el humor irlandés, húmedo y seco,

el que arrojó cal viva a los ojos de Parnell;
son los cerebros irlandeses los que salvan de la ruina

la barcaza que hace agua del obispo de Roma

pues todos saben que el Papa no puede eructar

sin el permiso de Billy Walsh.

¡Oh Irlanda mi primero y único amor

donde Cristo y César uña y carne son!

¡Oh tierra de encanto donde el trébol crece!

(Permítanme, señoras, que me suene).

Os manifiesto, sin que me importen un pito vuestras censuras,

que imprimí los poemas de Mountainy Mutton

y una obra teatral que escribió (la habéis leído, seguro)

donde se dice “bastardo”, “bujarrón” y “ramera”,

y otra pieza sobre la Palabra y San Pablo

y sobre algunas piernas de mujer que recordar no puedo,

escrita por Moore, caballero auténtico,

que vive de sus rentas con el diez por ciento.
Ejemplar de la B. C.

Imprimí libros místicos a docenas,

imprimí el breviario de Cousins

aunque (les ruego me perdonen) tales versos

provocarían acidez en sus traseros.

Imprimí folklore del norte y del sur

de Gregory la de la Boca Dorada.

Imprimí poetas tristes, tontos y solemnes.

Imprimí a Patrick cómo-se-llame.

Imprimí al gran John Milicent Synge

que se remonta sobre un ala angélica

con la camisola del aventurero que tomó como botín

de la bolsa de viajante del gerente de Maunsel.

Mas nada quiero saber de ese condenado sujeto

que anduvo por aquí vestido de amarillo austriaco,

declamando italiano por horas

a O’Leary Curtis y John Wyse Power

y escribiendo de Dublín, sucia y querida,

de tal forma que ningún impresor, ni aun africano, lo toleraría.

¡Mierda y cebollas! ¿Pensáis que imprimiré

los nombres del monumento a Wellington,

Sidney Parade y el tranvía de Sandymount,

la pastelería de Downes y la confitura de Williams?

¡Que me condene si lo hago… que al fuego me condene!

¡Hablar de los Topónimos irlandeses!

Me asombra, por mi alma,

que el autor olvidase mencionar Curly’s Hole.

No, señoras, mi imprenta no tomará parte

en libelo tan burdo contra mi madrastra Erin.

Me apiado de los pobres: he aquí la razón por la que empleé

a un escocés pelirrojo para que me lleve las cuentas.

¡Pobre hermana Escocia! Su sino es horrible.

Ya no encuentra más Estuardos que vender.

Mi conciencia es pura como la seda china,

mi corazón es blando como la manteca.

Colm les podrá decir que hice una rebaja

de cien libras en el presupuesto

que le anticipé para su revista irlandesa.

Amo a mi país: ¡lo juro por los arenques!

Ojalá pudierais ver cómo lloro

cuando pienso en los trenes y barcos de emigrantes.

Por eso publiqué a los cuatro vientos

mi guía de ferrocarriles del todo ilegible.

En el vestíbulo de mi institución impresora

la pobre aunque digna prostituta

practica la lucha libre cada noche

con su artillero británico de ajustados pantalones

y el forastero aprende el don de la charla

de la ebria y roñosa ramera dublinesa.

¿Quién fue el que dijo: no resistáis al mal?

He de quemar ese libro con la ayuda del diablo.

entonaré un salmo mientras lo veo arder

y guardaré las cenizas en una urna de una sola asa.

Haré penitencia con pedos y gemidos

de hinojos sobre mis rodillas.

Esta próxima cuaresma descubriré

mis nalgas penitentes al aire

y sollozando junto a mi imprenta

mi horroroso pecado confesaré.

Mi capataz irlandés de Bannockburn

hundirá su diestra en la urna

y su devoto pulgar estampará una cruz

Memento homo sobre mi trasero.




***


viernes, 13 de junio de 2025

NADIA FABO EN "Poesía y Pensamiento" 2025



Nadia Fabo Andrés (Donostia, 1975), si no me equivoco, se formó como poeta en el taller de Karmelo Iribarren, aunque podemos suponer que ya mucho antes de pasar  por él creaba versos. Lo cierto es que el reconocimiento como poeta empezó a partir de que obtuviera el Primer Premio del XI Certamen de Poesía María Luisa García Sierra, en 2019, con el poemario Un antílope en la garganta. Seguidamente llegaría la mención especial en el XXIX Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad, en 2020 con el poemario Tina Turner en la cola del híper. En 2021 publicó Tenderete (LUPI, 2021). Al año siguiente ganó el XXXII Premio de Poesía Blas de Otero de Majadahonda con el poemario Hija. El año pasado hizo doblete, pues resultó ganadora del XVIII Premio Internacional de Poesía Ciudad de
Pamplona
 con el poemario Pitx, y ganadora del II Premio Internacional de Poesía Marpoética, un verdaderamente prestigioso premio, con el poemario Consejos de economía doméstica para extremófilos, que además del sustancioso premio en metálico, lleva consigo la publicación del libro en Visor. Los poemas que lee en el vídeo pertenecen a este último título.

Nadia Fabo, tiene, además de la facilidad de la escritura, una dicción limpia que se agradece mucho cuando se acude a escucharla. Que se le entienda todo, no es precisamente mérito pequeño.

***


miércoles, 11 de junio de 2025

CHUS PATO EN DONOSTIA



La suerte, la buena suerte, interviene de vez en cuando y hace posible que un poema aparezca ilustrado por la voz y la imagen de su autora. Las casualidades que juegan a nuestro favor existen y el lunes, gracias a que Poesía y Pensamiento 2025 trajo a Donosti a la última ganadora del Premio Nacional de Poesía, pude ver y oír en directo los poemas que leyó de su último título publicado. Por cierto, toda su poesía, editada en gallego y castellano, la está recogiendo la editorial Ultramarinos en lo que son, hasta ahora, siete volúmenes, cuatro ya a la venta y otros tres que saldrán próximamente: 

Editorial
Poesía reunida. Volumen I (1991-1995)

Poesía reunida. Volumen II (1996)

Poesía reunida. Volumen III (2000)

Poesía reunida. Volumen VII (Sonora)

Poesía reunida. Volumen IV (2004-2008): Próximamente

Poesía reunida. Volumen V (2009-2013): Próximamente

Poesía reunida. Volumen VI (Un libre favor): Próximamente

Y aquí os dejo la traducción al castellano realizada por Gonzalo Hermo, quien se está encargando de traducir toda su poesía. 

Si lo que preguntas es 
“¿ves fantasmas?” 
la respuesta es “no” 
la respuesta es 
“hago uso de una de las fórmulas éticas del habla, 
de aquella que se corresponde con la figura poética de la vida, 
puedo situarlas, las apariciones, en el árbol y en las riberas 
esto implica que 
mis arterias deben contar con ellos 
todos mis órganos deben contar con ellas 
darles un lugar” 
Si preguntas “¿ves fantasmas?” 
la respuesta es “no” 
la respuesta es “el idioma construye en mí un huerto para los difuntos 
ellos/ellas son la memoria un corazón y el lenguaje 
todos mis órganos les ceden el lugar” 
El cielo 
con todas sus luminarias geómetras 
no es diferente al árbol de la que se te aparece 
Extiende la mano, agarra el norte 
La noche es otra con la tierra 


***

Así como la mariposa 

en su blancura 
sobrevuela la tierra negra 
la finca atada ayer 
y debido a la extensión 
en ese vuelo compromete la vida 
y en el linde de la verdura 
se pierde para los ojos 


así

***


viernes, 6 de junio de 2025

EL MERCADO DE LOS DUENDES, Christina Rossetti

Editorial
 Dentro de lo que se conoce como literatura victoriana se produjo el movimiento prerrafaelista, que no solo tuvo importancia en el ámbito de las artes plásticas, pintura preferentemente, sino también en la literatura. Algunos de sus componentes, de hecho, se movían bien en los dos terrenos, el pictórico y el literario. Es el caso de Dante Gabriel Rossetti, tal vez el representante más popular y destacado del movimiento.

En lo que es el campo de la literatura, la nómina estaría formada por los hermanos Rossetti, —Dante y Christina, hijos de un refugiado político italiano, lo que explica el apellido—, William Morris y Charles Swinburne. De los cuatro, ella será la única dotada de un temperamento auténticamente religiosoEsteban Pujals— que se manifestará claramente en buena parte de su obra, en la que podemos encontrar poemas que tienen por tema principal el amor, otros que giran en torno a la naturaleza y, por supuesto, los que son claramente de inspiración y temática religiosa.

De El mercado de los duendes la crítica académica, la no académica y la enloquecida —disculpadme el exabrupto— ha dicho muchas cosas. Su carácter alegórico, es cierto, puede dar pie a excentricidades varias como interpretaciones, atención, marxistas, feministas, feministas lésbicas, queer, lésbico-incestuosas, imaginistas, eróticas, mercantilistas y hasta vampíricas. La imaginación al poder.

Una parte de la crítica lo catalogó en su momento como infantil. Sobre esto ironizaba con mucho humor Harold Bloom en Poemas y poetas: En cierto sentido, es una poesía para niños, aunque ciertamente han de ser niños de todas las edades extremadamente inteligentes.

Juzgad por vuestra cuenta:


***


miércoles, 4 de junio de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Rafael Alberti)

#unlibrounpoema 
En librerías


Escribía Alberti (enlace con el vídeo del programa A fondo del 3 de julio de 1977) en 1962 a modo de presentación: 

Poemas escénicos, líricos, dramáticos, trágicos, satíricos, burlescos… Para ser protagonizados, sobriamente, sin sombra de declamación, ya por actor o actriz. El suceso —o mínimo argumento— surge de modo natural, sin referencia de lugar, sin acotaciones, sin ninguna otra indicación escénica. Realmente en algunos casos, pueden ser representados estos poemas por dos, tres o más personas, pudiéndose realizar con todos ellos, o parte de ellos —según se desee—, un pequeño programa.

Y anunciaba a reglón seguido:

    A esta primera serie de POEMAS ESCÉNICOS seguirá una segunda, compuesta también de la más grave y divertida temática

No hubo segunda serie; en cambio, sí continuaron apareciendo más y más generales como el del poema.

ESE GENERAL

-Aquí está el general.
¿Qué quiere el general?
-Una espada desea el general.
-Ya no existen espadas, general.

¿Qué quiere el general?
-Un caballo desea el general.
-Ya no existen caballos, general.

¿Qué quiere el general?
-Otra batalla quiere el general.
-Ya no existen batallas, general.

¿Qué quiere el general?
-Una amante desea el general.
-Ya no existen amantes, general.

¿Qué quiere el general?
-Un gran tonel de vino desea el general.
-Ya no hay tonel ni vino, general.

¿Qué quiere el general?
-Un buen trozo de carne desea el general.
-Ya no existen ganados, general.

¿Qué quiere el general?
-Beber agua desea el general.
-Ya no existe más agua general.

¿Qué quiere el general?
-Dormir en una cama desea el general.
-Ya no hay cama ni sueño, general.

¿Qué quiere el general?
-Perderse por la tierra desea el general.
-Ya no existe la tierra, general.

¿Qué quiere el general?
-Morirse como un perro desea el general.
-Ya no existen los perros, general.

¿Qué quiere el general?
¿Qué quiere el general?
Parece que está mudo el general.
Parece que no existe el general.
Parece que se ha muerto el general.
Que ya, ni como un perro, se ha muerto el general,
que el mundo destruido, ya sin el general,
va a empezar nuevamente, sin ese general.


***


miércoles, 28 de mayo de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Vicente Gaos)

Editorial
 #unlibrounpoema


Vicente Gaos (1919-1980) pertenece a esa generación que vivió la guerra civil de joven y que, en general, comenzaron a publicar una vez terminada la contienda, durante los terribles años de la posguerra. Buena parte de ella, por los años que les tocó vivir y durante un tiempo más o menos largo, se encuadra dentro de lo que se dio en llamar poesía desarraigada, que era una poesía que se debatía entre la angustia de la fe a lo Unamuno, la profunda desazón existencial y la percepción de la vida como un asunto doloroso y desgarrado. Victoriano Crémer, Carlos Bousoño, José María Fonollosa, José Luis Hidalgo, Rafael Morales, Leopoldo de LuisGabriel Celaya, José HierroBlas de Otero, Ángela Figuera y Eugenio de Nora practicaron en algún momento de su carrera este tipo de poesía.


NO, CORAZÓN, NO TE HUNDAS...


No, corazón, no te hundas.

Y vosotros, ojos, no queráis cerraros en llanto.

La vida es mucho más larga, mucho más grande de lo que ahora supones,

mucho más magnánima.

¿Te atreverás a decirle que te debe algo?

Eres tú quien se lo debes todo.

Y aún tendrás que deberle muchas cosas hasta que mueras,

y la muerte misma es un deber que tienes hacia la vida.

Agradece al tiempo que, mucho más sabio que tú, no apresure tus horas de dolor ni se demore en tus momentos de dicha,

sino que te los mida con la misma igualdad, con la misma ecuanimidad generosa.

Agradece al sol que siga saliendo puntualmente, ajeno por completo a ponerse al compás febril de tu pulso.

Te quejas. Dices que sufres.
Dices que no puedes más.

Aún volverás a sufrir, y a amar, y a sufrir de nuevo, y a gozar otra vez y otra y otra.

Sólo morirás una vez, eso es lo único que no podrá repetirse,

pero la vida es una continua repetición.

Te ha de dar todavía muchas ocasiones de equivocarte,

y tú has de llegar aún a acertar con el buen momento,

que el mundo te ha de volver a brindar como te lo ha brindado ya tantas veces.

¿Dices que estás solo?

No es mirándote al espejo como encontrarás compañía.

Coge el primer objeto que esté a tu alcance,

un vaso, una flor o simplemente el periódico.

Acarícialos, acarícialos.

Levanta la vista, tiéndela alrededor tuyo.

Sí, es verdad que no puedes ver los ojos que tú amas tanto.

Por hermosos que sean no podrán compararse nunca con las estrellas
(a pesar de los poetas románticos).

Habla, habla, pero no contigo.

Déjate de soliloquios y silogismos y sentimentales monólogos.

Habla con el cartero, con el conductor del tranvía (aunque esté prohibido);

habla con el niño que está jugando en la acera,

vete a beber unas copas con el primer borracho de la esquina.

¿Creías que el mundo termina donde tú acabas?

Tú eres ya no fin, pero ni siquiera comienzo de ninguna cosa.

No eres comienzo ni de ti mismo.

¿Recuerdas a tu madre?

No la compadezcas: ya murió, ya vivió, ya sufrió y gozó todo aquello que le tocó en suerte.

Tú tienes todavía la de vivir, la de seguir vivo.

No tengas ninguna prisa en morirte.

No te esfuerces en buscar lo único que posees seguro.


La antología de poemas viene precedida de un estudio introductorio a cargo de Ricardo Bellveser y de una buena de ilustraciones que inciden en el tema y una fotografía del autor.

***


miércoles, 21 de mayo de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Leopoldo Lugones)

#unlibrounpoema
En librerías


Aclaración previa: Leopoldo Lugones dejó escritos una docena de poemarios, una copiosa cantidad de poemas sueltos y muchas traducciones de poesía, que van desde Homero a contemporáneos suyos. Eso es lo que recoge este libro de Obras poética completas en sus algo más de 1500 páginas. Como más adelante me ocuparé de él, aquí solamente recojo un poema de su célebre e influyente Lunario sentimental, sin duda alguna el más importante de sus libros de poesía y, como dijo Ricardo Barnatán, piedra angular del escándalo durante muchos años.

Lunario sentimental se publicó en 1909, pero el poema que aquí recojo apareció cinco años antes y en él se pueden apreciar muchas de las características que anunciaban lo que iba a venir: la disconformidad, tan típica del modernismo hispanoamericano, con la realidad ramplona y materialista y, por lo tanto, el deseo de ruptura con el pasado; el alejamiento del sentimentalismo posmodernista y cuanto este implicaba; el tono lúdico e irónico, en ocasiones sarcástico; el énfasis en la musicalidad; el punto de vista rompedor con respecto a las imágenes poéticas y mitológicas de la luna; el léxico raro; en fin, multitud de recursos que utiliza, que forman parte de los elementos modernistas unos, mientras que otros están anunciando las corrientes vanguardistas que no tardarán en aparecer.


HIMNO A LA LUNA

    Luna, quiero cantarte
¡Oh ilustre anciana de las mitologías!,
Con todas las fuerzas del arte.

    Deidad que en los antiguos días
Imprimiste en nuestro polvo tu sandalia,
No alabaré el litúrgico furor de tus orgías
Ni tu erótica didascalia,
Para que alumbres sin mayores ironías,
Al polígloto elogio de las Guías,
Noches sentimentales de mises en Italia.

    Aumenta el almizcle de los gatos de algalia:
Exaspera con letárgico veneno
A las rosas ebrias de etileno
Como cortesanas modernas;
Y que a tu influjo activo,
La sangre de las vírgenes tiernas
Corra en misterio significativo.

    Yo te hablaré con maneras corteses,
Aunque sé que sólo eres un esqueleto,
Y guardaré tu secreto
Propicio a las cabelleras y a las mieses.

    Te amo porque eres generosa y buena.
¡Cuánto, cuánto albayalde
Llevas gastado en balde
Para adornar a tu hermana morena!

    El mismo Polo recibe tu consuelo;
Y la Osa estelar desde su cielo,
Cuando huye entre glaciales moles
La luz que tu veste orla,
Gime de verse encadenada por la
Gravitación de sus siete soles.
Sobre el inquebrantable banco
Que en pliegues rígidos se deprime y se esponja,
Pasas como púdica monja
Que cuida un hospital todo de blanco.

    Eres bella y caritativa:
El lunático que por ti alimenta
Una pasión nada lasciva.
Entre sus quiméricas novias te cuenta.
¡Oh astronómica siempreviva!
Y al asomar tu frente
Tras de las chimeneas, poco a poco.
Haces reír a mi primo loco
Interminablemente.

    En las piscinas.
Los sauces, con poéticos desmayos,
Echan sus anzuelos de seda negra a tus rayos
Convertidos en relumbrantes sardinas.

    Sobre la diplomática blancura
De tu faz, interpreta
Sus sueños el poeta,
Sus cuitas la romántica criatura
Que suspira algún trágico evento;
El mago del Cabul o la Nigricia,
Su conjuro que brota en plegaria propicia:
«¡Oh tú, ombligo del firmamento!»
Mi ojo científico y atento
Su pesimismo lleno de pericia.

    Como la lenteja de un péndulo inmenso,
Regla su transcurso la dulce hora
Del amante indefenso
Que por fugaz la llora,
Implorando con flébiles querellas
Su impavidez monárquica de astro;
O bien semeja ampolla de alabastro
Que cuenta el tiempo en arena de estrellas.

    Mientras redondea su ampo
En monótono viaje.
El Sol, como un faisán crisolampo.
La empolla con ardor siempre nuevo.
¿Qué olímpico linaje
Brotará de ese luminoso huevo?

    Milagrosamente blanca.
Satina morbideces de cold cream y de histeria:
Carnes de espárrago que en linfática miseria,
La tenaza brutal de la tos arranca.

    ¡Con qué serenidad sobre los luengos
Siglos, nieva tu luz sus tibios copos.
Implacable ovillo en que la vieja Atropos
Trunca tantos ilustres abolengos!

    Ondina de las estelas.
Hada de las lentejuelas.

    Entre nubes al bromuro,
Encalla como un témpano prematuro,
Haciendo relumbrar, en fractura de estrella,
Sobre el solariego muro
Los cascos de botella.
Por el confín oscuro,
Con narcótico balanceo de cuna,
Las olas se aterciopelan de luna;
Y abren a la luz su tesoro
En una dehiscencia de valvas de oro.

    Flotan sobre lustres escurridizos
De alquitrán, prolongando oleosas listas,
Guillotinadas por el nivel entre rizos
Arabescos, cabezas de escuálidas bañistas.
Charco de mercurio es en la rada
Que con veneciano cariz alegra,
O acaso comulgada
Por el agua negra
De la esclusa del molino.
Sucumbe con trance aciago
En el trago
De algún sediento pollino.
O entra con rayo certero
Al pozo donde remeda
Una moneda
Escamoteada en un sombrero.

    Bajo su leve seda.
Duerme el paciente febrífugo sueño,
Cuando en grata penumbra,
Sobre la selva que el Otoño herrumbra
Surge su cara sin ceño;
Su azufrado rostro sin orejas
Que sugiere la faz lampiña
De un mandarín de afeitadas cejas;
O en congestiones bermejas
Como si saliera de una riña,
Sobre confusos arrabales
Finge la lóbrega linterna
De algún semáforo de Juicios Finales
Que los tremendos trenes de Sabaoth interna.

    Solemne como un globo sobre una
Multitud, llega al cénit la luna.

    Clarificando al acuarela el ambiente,
En aridez fulgorosa de talco
Transforma al feraz Continente,
Lámpara de alcanfor sobre un catafalco.

    Custodia que en Corpus sin campanas
Muestra su excelsitud al mundo sabio,
Reviviendo efemérides lejanas
Con un arcaísmo de astrolabio;
Inexpresable cero en el infinito,
Postigo de los eclipses.
Trompo que en el hilo de las elipses
Baila eternamente su baile de San Vito;
Hipnótica prisionera
Que concibe a los malignos hados
En su estéril insomnio de soltera;
Verónica de los desterrados;
Girasol que circundan con intrépidas alas
Los bólidos, cual vastos colibríes,
En conflagración de supremas bengalas;
Ofelia de los alelíes
Demacrada por improbables desprecios;
Candela de las fobias,
Suspiráculo de las novias,
Pan ázimo de los necios.

    Al resplandor turbio
De una luna con ojeras,
Los organillos del suburbio
Se carian las teclas moliendo habaneras.

    Como una dama de senos yertos
Clavada de sien a sien por la neuralgia,
Cruza sobre los desiertos
Llena de más allá y de nostalgia
Aquella luna de los muertos.
Aquella luna deslumbrante y seca:
Una luna de la Meca...

    Tu fauna dominadora de los climas.
Hace desbordar en cascadas
El gárrulo caudal de mis rimas.

    Desde sus islas moscadas,
Misántropos orangutanes
Guiñan a tu faz absorta;
Bajo sus anómalos afanes
Una frecuente humanidad aborta.
Y expresando en coreográfica demencia
Quién sabe qué liturgias serviles,
Con sautores y rombos de magros perniles
Te ofrecen, quijotes, su cortés penitencia.

    El vate que en una endecha A la Hermosura,
Sueña beldades de raso altanero,
Y adorna a su modista, en fraudes de joyero,
Con una pompa anárquica y futura,
¡Oh Blanca Dama!, es tu faldero;
Pues no hay tristura
Rimada, o metonimia en quejumbre,
Que no implore tu lumbre
Como el Opodeldoch de la Ventura.

    El hipocondríaco que moja
Su pan de amor en mundanas hieles,
Y, abstruso célibe, deshoja
Su corazón impar ante los carteles,
Donde aéreas coquetas
De piernas internacionales.
Pregonan entre cromos rivales
Lociones y bicicletas.

    El gendarme con su paso
De pendular mesura;
El transeúnte que taconea un caso
Quirúrgico, en la acera oscura,
Trabucando el nombre poco usual
De un hemostático puerperal.

    Los jamelgos endebles
Que arrastran como aparatos de Sinagoga
Carros de lúgubres muebles.
El ahorcado que templa en do, re, mi, su soga.

    El sastre a quien expulsan de la tienda
Lumbagos insomnes,
Con pesimismo de ab uno disce omnes
A tu virtud se encomienda;
Y alzando a ti sus manos gorilas,
Te bosteza con boca y axilas.

    Mientras te come un pedazo
Cierta nube que a barlovento navega,
Cándidas Bernarditas ciernen en tu cedazo
La harina flor de alguna parábola labriega.

    La rentista sola
Que vive en la esquina,
Redonda como una ola,
Al amor de los céfiros sobre el balcón se inclina;
Y del corpino harto estrecho.
Desborda sobre el antepecho
La esférica arroba de gelatina.

    Por su enorme techo,
La luna, Colombina
Cara de estearina.
Aparece no menos redonda;
Y en una represalia de serrallo,
Con la cara reída por la pata de gallo,
Como a una cebolla Pierrot la monda.

    Entre álamos que imitan con rectitud extraña,
Enjutos ujieres,
Como un ojo sin iris tras de anormal pestaña,
La luna evoca nuevos seres.

    Mayando una melopea insana
Con ayes de parto y de gresca,
Gatos a la valeriana
Deslizan por mi barbacana
El suspicaz silencio de sus patas de yesca.

    En una fonda tudesca,
Cierto doncel que llegó en un cisne manso,
Cisne o ganso,
Pero, al fin, un ave gigantesca;
A la caseosa Balduina,
La moza de la cocina,
Mientras estofaba una leguminosa vaina.
Le dejó en la jofaina
La luna de propina.

    Sobre la azul esfera,
Un murciélago sencillo,
Voltejea cual negro plumerillo
Que limpia una vidriera.

    El can lunófilo, en pauta de maitines,
Como una damisela ante su partitura,
Llora enterneciendo a los serafines
Con el primor de su infantil dentadura.

    El tiburón que anda
Veinte nudos por hora tras de los paquebotes,
Pez voraz como un lord en Irlanda,
Saborea aún los precarios jigotes
De aquel rumiante de barcarolas,
Que una noche de caviar y cerveza
Cayó lógicamente de cabeza
Al compás del vals Sobre las olas.
La luna, en el el mar pronto desierto,
Amortajó en su sábana inconsútil al muerto,
Que con pirueta coja
Hundió su excéntrico descalabro,
Como un ludión un poco macabro,
Sin dar a la hidrostática ninguna paradoja.

    En la gracia declinante de tu disco
Bajas acompañada por el lucero
Hacia no sé qué conjetural aprisco,
Cual una oveja con su cordero.

    Bajo tu rayo que osa
Hasta su tálamo de breña,
El león diseña
Con gesto merovingio su cara grandiosa.
Coros de leones
Saludan tu ecuatorial apogeo,
Coros que aun narran a los aquilones
Con quejas bárbaras la proeza de Orfeo.

    Desde el soto de abedules,
El ruiseñor en su estrofa,
Con lírico delirio filosofa
La infinitud de los cielos azules.
Todo el billón de plata
De la luna, enriquece su serenata;
Las selvas del Paraíso
Se desgajan en coronas,
Y surgen en la atmósfera de nacarado viso
Donde flota un Beethoven indeciso,
Terueles y Veronas...

    El tigre que en el ramaje atenúa
Su terciopelo negro y gualdo
Y su mirada hipócrita como una ganzúa;
El búho con sus ojos de caldo;
Los lobos de agudos rostros judiciales,
La democracia de los chacales,
Clientes son de tu luz serena,
Y no es justo olvidar a la oblicua hiena.

    Los viajeros,
Que en contrabando de balsámicas valijas
Llegan de los imperios extranjeros,
Certificando latitudes con sus sortijas
Y su tez de tabaco o de aceituna,
Qué bien cuentan en sus convincentes rodillas
Aquellas maravillas
De elefantes budistas que adoran a la luna.
Paseando su estirpe obesa
Entre brezos extraños,
Mensuran la dehesa
Con sonámbulo andar los rebaños.

    Crepitan con sonoro desasosiego
Las cigarras que tuesta el Amor en su fuego.

    Las crasas ocas,
Regocijo de la granja,
Al borde de su zanja
Gritan como colegialas locas
Que ven pasar un hombre malo...
Y su anárquico laberinto,
Anuncia al Senado extinto
El ancestral espanto galo.

Luna elegante en el nocturno balcón del Este;
Luna de azúcar en la taza de luz celeste;
Luna heráldica en campo de azur o de sinople:
Yo seré el novel paladín que acople
En tu «tabla de expectación».
Las lises y quimeras de su blasón.

    La joven que aguarda una cita, con mudo
Fervor, en que hay bizcos agüeros, te implora;
Y si no llora,
Es porque sus polvos no se le hagan engrudo.
Aunque el estricto canesú es buen escudo,
Desde que el novio no trepará la reja,
Su timidez de corza
Se complugo en poner bien pareja
La más íntima alforza.
Con sus ruedos apenas se atreve la brisa;
Ni el Ángel de la Guarda conoce su camisa,
Y su batón de ceremonia
Cae en pliegues tan dóricos, que amonesta
Con una austeridad lacedemonia.

Ella que tan zumbona y apuesta,
Con malicias que más bien son recatos,
Luce al sol popular de los días de fiesta
El charol de sus ojos y sus zapatos;
Bajo aquel ambiguo cielo
Se abisma casi extática,
En la diafanidad demasiado aromática
De su pañuelo.

    Pobre niña, víctima de la felona noche,
¡De qué le sirvió tanto pundonoroso broche!

    Mientras padece en su erótico crucifijo
Hasta las heces el amor humano,
Ahoga su ¡ay! soprano
Un gallo anacrónico del distante cortijo.

    En tanto, mi atención perseverante
Como un camino real, persigue, ¡oh luna!,
Tu teorema importante.
Y en metáfora oportuna
Eres el ebúrneo mingo,
Que busca por el cielo, mi billar del domingo,
No sé qué carambolas de esplín y de fortuna.

    Solloza el mudo de la aldea,
Y una rana burbujea
Cristalinamente en su laguna.

    Para llegar a tu gélida alcoba
En mi Pegaso de alas incompletas,
Me sirvieron de estafetas
Las brujas con sus palos de escoba.

    Á través de páramos sin ventura,
Paseas tu porosa estructura
De hueso fósil, y tus poros son mares
Que en la aridez de sus riberas.
Parecen maxilares
De calaveras.
Deleznada por siglos de intemperie, tu roca
Se desintegra en bloques de tapioca.
Bajo los fuegos ustorios
Del Sol que te martiriza,
Sofocados en desolada ceniza,
Playas de celuloide son tus territorios.

    Vigilan tu soledad
Montes cuyo vértigo es la eternidad.

    El color muere en tu absoluto albinismo,
Y a pesar de la interna carcoma
Que socava en tu seno un abismo,
Todo es en ti inmóvil como un axioma.

    El residuo alcalino
De tu aire, en que en un cometa
Entró como un fósforo en una probeta
De alcohol superfino;
Carámbanos de azogue en absurdo aplomo;
Vidrios sempiternos, llagas de bromo;
Silencio inexpugnable;
Y como paradójica dendrita,
La huella de un prehistórico selenita
En un puñado de yeso estable.

    Mas ya dejan de estregar los grillos
Sus agrios esmeriles,
Y suena en los pensiles
La cristalería de los pajarillos.

    Y la Luna que en su halo de ópalo se engarza,
Bajo una batería de telescopios,
Como una garza
Que escopetean cazadores impropios,
Cae al mar, de cabeza
Entre su plumazón de reflejos;
Pero tan lejos,
Que no cobrarán la pieza.

***