"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
domingo, 12 de julio de 2020
EL LADO "HUMANO" NOS SALVA
Ayer salí del cine con esa rara sensación agridulce que da la conciencia de saber que estamos muy lejos de tener respuestas, pero, al menos, siempre hay gente extraordinaria que sin descanso intenta encontrarlas. Me refiero a la película Despertares y al doctor Sacks.
La película se basa en el libro homónimo del famoso neurólogo, donde se cuenta la extraordinaria historia de los veinte pacientes de encefalitis letárgica, enfermedad puñetera cuyo último brote epidémico aconteció a comienzos del siglo XX y cuyo origen sigue siendo un auténtico misterio.
La película me recordó el caso que Bill Bryson cuenta en El cuerpo humano —libro de lectura absolutamente recomendable— sobre otra enfermedad que tiene visos de epidemia y de la que aún hoy lo ignoramos casi todo: la enfermedad de Akureyri o síndrome de fatiga crónica. Es una enfermedad que se manifestó por primera vez en 1948 en una pequeña localidad islandesa, Akureyri —entonces con menos de 10.000 habitantes—, y en la que se vieron afectadas casi ¡500! personas.
De manera inexplicable, durante la década de 1950 hubo varios brotes en EEUU y en Europa. Y todos y cada uno de los brotes sin ninguna relación entre ellos. Más extraño: cuando todo parecía olvidado, en 1970 la epidemia reapareció en una base militar de Texas. El brote afectó a 221 personas. La mayoría se recuperó por completo después de un tiempo corto, pero otros, en cambio, pasaron un año entero sumidos en la enfermedad. Todas las pruebas de detección bacteriana o viral resultaron negativas. Seguimos sin saber su origen.
No pretendo asustar a nadie ni dar argumentos a hipocondríacos para que se asusten más de lo que suelen estar. La enfermedad existe y carecemos de respuesta y de tratamiento adecuado para muchas de ellas. Solo quiero subrayar la parte dulce de mi sensación. El lado humano, el que reconoce la ignorancia y desde la humildad actúa. Esa vertiente que nos conecta con los demás y que nos empuja a la ayuda mutua.
El doctor Oliver Sacks no logró curar a sus pacientes, aunque hubo un momento en que parecía que lo iba a lograr. Quienes han estado día y noche en hospitales de todo el mundo intentando sanar a la gente infectada de coronavirus tampoco han conseguido curar a todas y cada una de las personas que han pasado por las unidades de cuidados intensivos. Ha habido pérdidas, ha habido fracasos. Y los seguirá habiendo.
Lo importante, lo verdaderamente importante es el reconocimiento de que no somos infalibles. A pesar de eso, o precisamente por eso, vamos a seguir estando ahí, al lado de quien lo necesita, aportando momentos de cariño y de consuelo, intentando una vez y otra vez que quien sufre, sufra un poco menos, porque hay otra persona a su lado que está haciendo cuanto puede por aliviar su dolor.
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