martes, 21 de mayo de 2024

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA

Editorial
ARS

El verso es vaso santo. Poned en él tan sólo,
un pensamiento puro
en cuyo fondo bullan hirvientes las imágenes
como burbujas de oro de un viejo vino oscuro.

Allí verted las flores que en la continua lucha
ajó del mundo el frío,
recuerdos deliciosos de tiempos que no vuelven
y nardos empapados en gotas de rocío.

Para que la existencia mísera se embalsame
cual de una esencia ignota,
quemándose en el fuego del alma enternecida
¡de aquel supremo bálsamo basta una sola gota!

Hoy tocaba Nietzsche, pero nos hemos tomado un descanso y lo aprovecho para continuar difundiendo poesía escrita en Latinoamérica, que por aquí es poco conocida. 

A José Asunción Silva (1865-1896) le dediqué hace tres semanas la sección Un libro, un poema y dejé grabado el poema que sus exégetas consideran su poema más representativo. Hoy voy a dedicarle esta entrada para dejar alguna nota sobre su biografía y un par de poemas.

Silva representa, como señala Eduardo Camacho Guizado (Historia de la literatura hispanoamericana), el conflicto entre arte y burguesía, es decir, entre lo que la sociedad demanda y el corazón quiere. Hijo de una familia de la aristocracia criolla —su padre es un próspero comerciante de artículos de lujo—, su sensibilidad le inclina hacia quehaceres muy diferentes a los de la actividad mercantil. Viaja a París y en la entonces capital del mundo queda deslumbrado por el gigantesco banquete cultural que allí se ofrece. Pero pronto tiene que volver para ocuparse del negocio familiar. El choque entre la realidad y el deseo es brutal. El negocio irá de mal en peor y, al no poder hacer frente a los acreedores, decide suicidarse. 

31 años vividos no dan para una obra muy extensa. De hecho, entre los títulos que nos dejó solamente uno, El libro de versos, está ordenado por él. Tanto el libro de poemas Gotas amargas, como la novela De sobremesa, fueron editados y organizados póstumamente por sus amistades. Luego están los poemas de juventud y otros de madurez que los editores suelen recoger bajo títulos diversos.

Silva está considerado por sus compatriotas como el poeta colombiano más destacado. De su práctica poética se puede decir que se encuentra a medio camino entre el ambiente romántico y los aires modernistas que ya comenzaban a dejarse notar. 


LOS MADEROS DE SAN JUAN


Aserrín,
aserrán
los maderos
de San Juan,
piden queso, 
piden pan;
los de Roque
alfandoque,
los de Rique
alfeñique,
los de triqui, 
triqui, tran.
¡Triqui,triqui,
triqui, tran!

Y en las rodillas duras y firmes de la abuela,
con movimiento rítmico se balancea el niño
y ambos agitados y trémulos están,
la abuela se sonríe con maternal cariño
mas cruza por su espíritu como un temor extraño
por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño
los días ignorados del nieto guardarán.

Los maderos 
de San Juan,
piden queso, 
piden pan,
¡triqui, triqui, 
triqui, tran!

Esas arrugas hondas recuerdan una historia
de sufrimientos largos y silenciosa angustia
y sus cabellos blancos como la nieve están.
De un gran dolor el sello marcó la frente mustia
y son sus ojos turbios espejos que empañaron
los años, y que, ha tiempos, las formas reflejaron
de cosas y de seres que nunca volverán.

Los de Roque, 
alfandoque,
¡triqui, triqui, 
triqui, tran!

Mañana cuando duerma la anciana, yerta y muda,
lejos del mundo vivo, bajo la oscura tierra,
donde otros, en la sombra, desde hace tiempo están
del nieto a la memoria, con grave son que encierra
todo el poema triste de la remota infancia
cruzando por las sombras del tiempo y la distancia
de aquella voz querida las notas vibrarán:

Los de Rique, 
alfeñique,
¡triqui, triqui, 
triqui, tran!

Y en tanto en las rodillas cansadas de la abuela
con movimiento rítmico se balancea el niño
y ambos conmovidos y trémulos están,
la Abuela se sonríe con maternal cariño
mas cruza por su espíritu como un temor extraño
por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño
los días ignorados del nieto guardarán.

Aserrín,
aserrán
los maderos
de San Juan,
piden queso, 
piden pan;
los de Roque
alfandoque,
los de Rique
alfeñique,
los de triqui, 
triqui, tran.
¡Triqui,triqui,
triqui, tran!




CREPÚSCULO

Junto a la cuna aún no está encendida
la lámpara tibia, que alegra y reposa,
y se filtra opaca, por entre cortinas
de la tarde triste la luz azulosa.

Los niños cansados suspenden los juegos,
de la calle vienen extraños ruïdos,
en estos momentos, en todos los cuartos,
se van despertando los duendes dormidos.

La sombra que sube por los cortinajes,
para los hermosos oyentes pueriles,
se puebla y se llena con los personajes
de los tenebrosos cuentos infantiles.

Flota en ella el pobre Rin Rin Renacuajo,
corre y huye el triste Ratoncito Pérez,
y la entenebrece la forma del trágico
Barba Azul, que mata sus siete mujeres.

En unas distancias enormes e ignotas,
que por los rincones oscuros suscita,
andan por los prados el Gato con Botas,
y el Lobo que marcha con Caperucita.

Y, ágil caballero, cruzando la selva,
do vibra el ladrido fúnebre de un gozque,
a escape tendido va el Príncipe Rubio
a ver a la Hermosa Durmiente del Bosque.

Del infantil grupo se levanta leve
argentada y pura, una vocecilla,
que comienza: «Entonces se fueron al baile
y dejaron sola a la Cenicientilla;

se quedó la pobre triste en la cocina,
de llanto de pena nublados los ojos,
mirando los juegos extraños que hacían
en las sombras negras los carbones rojos.

Pero vino el Hada que era su madrina,
le trajo un vestido de encaje y crespones,
le hizo un coche de oro de una calabaza,
convirtió en caballos unos seis ratones,

le dio un ramo enorme de magnolias húmedas,
unos zapaticos de vidrio, brillantes,
y de un solo golpe de la vara mágica
las cenizas grises convirtió en diamantes»

Con atento oído las niñas la escuchan,
las muñecas duermen, en la blanda alfombra
medio abandonadas, y en el aposento
la luz disminuye, se aumenta la sombra

¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas,
llenos de paisajes y de sugestiones,
que abrís a lo lejos amplias perspectivas
a las infantiles imaginaciones!

Cuentos que nacisteis en ignotos tiempos
y que vais, volando, por entre lo oscuro,
desde los potentes Arios primitivos,
hasta las enclenques razas del futuro.

Cuentos que repiten sencillas nodrizas
muy paso, a los niños, cuando no se duermen,
y que en sí atesoran del sueño poético
el íntimo encanto, la esencia y el germen.

Cuentos más durables que las convicciones
de graves filósofos y sabias escuelas,
y que rodeasteis con vuestras ficciones,
Las cunas doradas de las bisabuelas.

¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas
que pobláis los sueños confusos del niño,
el tiempo os sepulta por siempre en el alma
y el hombre os evoca, con hondo cariño!


La casa en la que vivió los últimos cinco años hoy acoge una institución dedicada a la difusión de la literatura bajo el nombre de Casa de la Poesía Silva.


***


lunes, 20 de mayo de 2024

JERÓNIMO DE AYANZ Y BEAUMONT


 Tiene Valladolid un hermoso paseo a la orilla del Pisuerga que el vecindario aprovecha para evadirse del ruido de la circulación y de la monotonía de las edificaciones urbanas, como ocurre en cualquier otra zona verde de cualquier otra ciudad del mundo. Y en eso andaba yo, como cualquier otro pucelano sin obligación laboral, cuando al pasar por debajo del Puente del Poniente me encontré con ese extraño y simpático mural un tanto desleído ya, pero en el que podía ver claramente lo que se representaba: un buzo muy raro en el fondo del agua.

Cuando vi de lejos la imagen, pensé que se trataría de alguna representación humorística, imaginativa o quizás alusiva a un personaje de cómic. Según me fui acercando vi que la respuesta estaba escrita con impecable caligrafía frente a la pared en la que se encontraba el sorprendente buzo: 

En la primera palabra de la última línea falta la sílaba "po", polímata.

Efectivamente, el navarro Jerónimo de Ayanz y Beaumont fue un tipo muy ingenioso e inteligente que diseñó un traje de buzo con el que poder caminar sumergido e hizo una demostración ante los ojos poco interesados del rey cuando la ciudad era la capital del reino. 

Polímata como era, destacó en muchas disciplinas e incluso hay quien lo nombra como el Da Vinci español. Máquinas de vapor, submarinos, aire acondicionado, brújulas con declinación magnética, destilación de agua salada a bordo de los barcos... son algunos de los inventos con los que entretuvo su aguzado ingenio y que podéis leer en la Wikipedia. También hay un artículo escrito por Carlos Prego en Xataka que merece la pena leer.

Es lo que tienen los paseos de esparcimiento, que donde menos te lo esperas, salta la ilustración.

***


domingo, 19 de mayo de 2024

9ª SINFONÍA, BRUCKNER 200º ANIVERSARIO

 

#Bruckner200

Anton Bruckner era una persona extraordinariamente creyente. Tan genial músico como devoto católico. Esta colosal novena y última sinfonía se la dedicó al rey de reyes, a mi querido Señor, y espero —agregó— que me conceda tiempo suficiente para completarla. Parece que a su Señor le pilló distraído, porque murió el 11 de octubre de 1896 sin haber podido acabarla. 

En cualquier caso, la Novena es una composición colosal en la que, efectivamente, podemos percibir ese intento por tocar la eternidad. Bruckner es un auténtico maestro utilizando todo tipo de contrastes para enfatizar la corriente dramática que recorre toda la obra: combina con absoluta naturalidad el pianissimo con el fortissimo, la madera con las cuerdas sin olvidar trompas y trompetas, y el movimiento que se adelgaza hasta casi desaparecer con una gigantesca dilatación orquestal donde los que casi desaparecemos somos nosotros, los oyentes. Simplemente sobrecogedor. Para escucharla sin ningún tipo de distracción.

Interpreta: Orquesta Nacional de Francia.
Dirige: Bernard Haitink.

Que la música os acompañe.
***


sábado, 18 de mayo de 2024

El "JAMES JOYCE" de HARRY LEVIN

En librerías.
Traducción: Antonio Castro Leal
Comparto plenamente la afirmación del recientemente desaparecido maestro Francisco Rico cuando decía que había aprendido más sobre literatura leyendo estudios sobre ella que con la propia literatura. Luego solía añadir en su defensa una anécdota —ignoro si era apócrifa o verdadera— en la que alguien solicitaba a Borges consejo para leer a Joyce y este le decía que si de verdad le interesaba Joyce lo que debía hacer era leer primero el libro de Harry Levin y, después, el Ulises. Puede parecer un poco brutal y exagerado, pero si hablamos de literatura, no de libros para pasar el rato, sino de libros que nos ofrecen una lectura del mundo y de nosotros mismos, la bibliografía, es decir, el apoyo y la ayuda de otras personas que han reflexionado antes que nosotros sobre la obra que tenemos entre manos siempre nos servirá para percibir puntos de vista, aspectos y motivos, aunque tan solo fuera para cuestionarlos. Lo que no es ninguna tontería.

Que sirva este párrafo como homenaje y reconocimiento a toda esa colección de libros excelsos que sirvieron para abrirnos las puertas a otros muchos libros que, sin el impulso previo, tal vez hubieran permanecido cerradas para siempre. Este no es nada más que un ejemplo, ciertamente ejemplar, pero hay otros muchos libros ejemplares que a mí me han asistido en el afortunado transitar por las páginas de la mejor literatura. Yo creo que lo leí en el 74. Gracias a él me sumergí aquel verano en la lectura gozosa del Ulises. Estoy seguro de que sin él no lo hubiera hecho, por lo menos entonces. El libro, por suerte, todavía puede encontrarse.

Es cierto que los estudios sobre Joyce y su obra han seguido creciendo y aportando nuevos puntos de vista. Es cierto que algunas de las afirmaciones que Levin hacía han sido posteriormente cuestionadas. Es cierto que desde la primera edición (1941) hasta hoy se han descubierto nuevos territorios y se han matizado otros muchos aspectos. Es cierto, pero el libro de Levin ofrece una visión global, está escrito fantásticamente y sigue siendo, en mi opinión, la mejor llave para adentrarnos en la fantástica casa joyce.

***


 

viernes, 17 de mayo de 2024

EN MEMORIA Y RECONOCIMIENTO DE TODAS LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO, Iñaki Olazabal Eceiza

Localización



Este conjunto escultórico está un poco apartado de cualquier recorrido urbano, pero el hecho de que se encuentre en un espacio abierto y sobre césped realza el conjunto, especialmente en un día despejado.

Tal vez pueda desconcertar el nivel de abstracción empleado por Olazabal, aunque nada más leer la placa con el título de la obra podemos conectar estos entes que brotan del suelo con la imagen de personas que dialogan entre ellas. 

En la página de las JJ GG dedicada a la colección de arte se puede leer lo siguiente: Estas figuras de composición abstracta, aunque asociadas a una referencia humana también en su tamaño, expresan un anhelo de justicia y de reconocimiento, y en su disposición manifiestan un encuentro y confrontación de miradas. Asimismo, la ubicación de esta obra escultórica en el jardín anexo a la entrada de la nueva sede de las Juntas, permitirá un diálogo permanente con quienes accedan a ese edificio y con quienes paseen por los alrededores.

Además, con esta intervención se pretende simbolizar, en palabras del artista, un lugar que comunica el interior y el exterior del espacio, como analogía entre la institución y la sociedad, de manera que ese reconocimiento y diálogo vaya creando una memoria pública más plural, solidaria y abierta.


***


jueves, 16 de mayo de 2024

EL CUERVO, Edgar Allan Poe

 

Aunque la edición que yo tengo de la poesía de Poe es la de Cátedra —edición que recomiendo vivamente porque además de ser una edición bilingüe y tener una buena traducción, cuenta con un trabajo introductorio sobresaliente, una proliferación de notas verdaderamente notable e incluye el famoso texto Filosofía de la composición, que viene a ser algo así como el texto teórico de Poe en el que explica cuál fue el origen de este célebre poema suyo, así como las líneas principales de su poética—, he preferido la traducción de Julio Cortázar para realizar la grabación, y que dejo bajo estas líneas. 

Editorial

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”


¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.


Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”


Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.


Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.


Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!


De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.


Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”


Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
Las palabras pronunció, como vertiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”


Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”


Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: “Nunca más.”


En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!


Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”


“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”


“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”


Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

***



miércoles, 15 de mayo de 2024

UN LIBRO, UN POEMA (Emily Dickinson)

#unlibrounpoema

No soy una de esas personas que andan pendientes de aniversarios, días y celebraciones varias, pero la coincidencia de mi cumpleaños, el de su fallecimiento y el que este poema lo escribiera en el aniversario de la muerte de una escritora a la que admiraba, me ha llevado a seleccionarlo para esta sección de los miércoles.

Este es el poema en su idioma original (dos versiones):

Franklin 146A

All overgrown by cunning moss,
All interspersed with weed,
The little cage of "Currer Bell"
In quiet "Haworth" laid.


Gathered from many wanderings -
Gethsemane can tell
Thro' what transporting anguish
She reached the Asphodel!


Soft fall the sounds of Eden
Opon her puzzled ear -
Oh what an afternoon for Heaven,
When "Bronte" entered there!


Johnson 148

All overgrown by cunning moss,
All interspersed with weed,
The little cage of "Currer Bell"
In quiet "Haworth" laid.


This Bird -- observing others
When frosts too sharp became
Retire to other latitudes --
Quietly did the same --


But differed in returning --
Since Yorkshire hills are green --
Yet not in all the nests I meet --
Can Nightingale be seen --


Or --


Gathered from many wanderings --
Gethsemane can tell
Thro' what transporting anguish
She reached the Asphodel!


Soft fall the sounds of Eden
Upon her puzzled ear --
Oh what an afternoon for Heaven,
When "Bronte" entered there!


Y esta es la traducción de Enrique Goicolea para Amargord:

Toda cubierta de hermoso musgo,
toda llena de hierbajos,
Asfódelo. En la mitología griega,
los 
Prados Asfódelos eran el lugar del inframundo
al que iban a parar las almas.
la pequeña tumba de "Currer Bell"
en el tranquilo "Haworth".

Este Pajarillo viendo que los demás
se retiraban a otros cielos,
discretamente hizo lo mismo
al llegar los rigurosos hielos.

Mas no regresaron todos,
pues las colinas de Yorkshire muestran ya su verdor
y aún no he podido encontrar en los nidos
a este Ruiseñor.

Reposando tras muchos afanes
—Getsemaní nos puede dar cuenta de ello—
¡a través de qué dolorosa angustia
pudo ella alcanzar el Asfódelo!

Dulces llegan los sonidos del Edén
hasta sus azorados oídos.
¡Oh, qué tarde aquella en el cielo
cuando "Brontë" entró en sus dominios!

Es evidente a quién está celebrando, pues aparece citado su nombre en el último verso, además de las alusiones de la primera estrofa: Currer Bell era el seudónimo de Charlotte Brontë y Haworth el pequeño pueblo donde vivió y murió. Dicho esto, que es lo sustancial, conviene señalar que la versión recogida por Franklin incluye solamente tres estrofas, mientras que la de Johnson utiliza dos más.

Casa-museo de la familia Brontë en Haworth

Quiero suponer, pero no lo sé, que detrás de la alusión al ruiseñor está la utilización de la imagen del ruiseñor como "espíritu creativo" de los primeros románticos (Wordsworth, Coleridge) y, por supuesto, el recuerdo de Una defensa de la poesía, donde Shelley escribía que un poeta es un ruiseñor que se sienta en la oscuridad y canta para alegrar su propia soledad con dulces sonidos; sus oyentes son como hombres fascinados por la melodía de un músico invisible, que se sienten conmovidos y suavizados, pero no saben de dónde ni por qué. Ambas eran lectoras entusiastas de Shelley y la imagen de la poeta-ruiseñor funciona muy bien en el poema: el canto (la obra) sigue resonando en nuestros oídos.
 
Más discutible sería la traducción de cunning moss como hermoso musgo, pero entiendo perfectamente que Goicolea opte por una interpretación suave y amable de la naturaleza, porque traducir como sagaz o astuto musgo lleva a una visión mucho más exacta, pero desconcertante para una persona no prevenida sobre el universo dickinson, aunque tal vez en lo del astuto musgo resida buena parte del encanto y el contenido del poema. Hay más libertades que se ha tomado el traductor, todas encaminadas a dulcificar el mensaje. Pero esa es otra historia.

Por si acaso, dejo la traducción de Ana Mañeru Méndez y María-Milagros Rivera Garretas, más objetiva:

Toda cubierta de sagaz musgo,
Toda mezclada de malezas,
Estaba la jaulita de "Currer Bell"
En la tranquila "Haworth".

Esta Ave - observando que otras
Cuando las heladas se volvían muy severas
Se retiraban a otras latitudes -
Calladamente hizo lo mismo -

Pero difirió en el regresar -
Pues las colinas de Yorkshire son verdes -
Pero no en todos los nidos que encuentro -
Puede ser visto el Ruiseñor -

Acopiada en muchas errancias -
Getsemaní puede decir
A través de qué extática angustia
¡Ella alcanzó el Asfódelo!

Suaves caen los sonidos del Edén
En su oído intrigado -
¡Oh, qué atardecer para el Cielo,
Cuando "Bronte" entró allí!

¡Feliz lectura y feliz miércoles!

***

martes, 14 de mayo de 2024

NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 11

#Nietzschedescomplicado (conversaciones con Jaime Aspiunza).

En la segunda parte del tercer tratado de De la genealogía de la moral se pregunta Nietzsche qué significan los ideales ascéticos para el filósofo.

Sin solución de continuidad, pasa Nietzsche de Wagner a Schopenhauer, a su  concepción del arte y a su relación con el ideal ascético. En el caso de los filósofos, que hablan en nombre propio, y no a través de personajes o de máscaras, está en su psicología la clave que nos permitirá ver su relación con el ascetismo. Por más que el filósofo pretenda ser objetivo y dejar en segundo plano su persona, esta, la estructura más profunda de esta, sus  pulsiones dominantes dejan huella en su obra. Por medio de este naciente psicoanálisis tratará Nietzsche de  ejemplificar en Schopenhauer el significado  del ideal ascético para los filósofos, más radical que para los artistas.

Y toma en consideración la noción de belleza estética que Schopenhauer contempla en su caracterización de la obra de arte. Lo sitúa a la estela de Kant, quien lleva a cabo sus reflexiones estéticas en la Crítica de la facultad de juzgar desde la perspectiva ¡del espectador! (Lo que para Nietzsche es un grave error pues arrima la cuestión del arte del lado del conocimiento y no de la creación.) En una expresión que al menos en el mundo de la estética se ha hecho famosa, Kant vendrá a decir que es bello lo que place sin interés alguno, desinteresadamente. Nietzsche contrapone la posición de Kant a la de Stendhal, quien en un fingido diario de viaje publicado en 1817, Roma, Nápoles y Florencia, anotaba que la belleza es siempre una promesa de felicidad, refiriéndose, ciertamente, a la de un grupo de mujeres que veía a la salida de un baile.

La expresión «sin interés alguno», Schopenhauer, que tuvo una relación con las artes mucho mayor que Kant, la interpretó de la manera más personal imaginable: «De pocas cosas habla Schopenhauer con tanta seguridad como del efecto de la contemplación estética: le atribuye a esta justo el efecto de contrarrestar el “interés” sexual, y nunca se cansó de ensalzar, como la gran ventaja y utilidad del estado estético, ese librarse de la “voluntad”.» Nietzsche llega incluso a preguntarse si la noción de voluntad, básica en la obra de Schopenhauer –El mundo como voluntad y representación– no tendría su origen en una generalización de dicha experiencia sexual. Al fin y al cabo, Schopenhauer tenía veintiséis años cuando escribió su gran obra.

A Schopenhauer la belleza –artística– le apaga el deseo, lo que a los ojos de Nietzsche no significa desinterés alguno, sino el reconocimiento de que el arte le libera de una tortura… 

No solo en Schopenhauer, que personalmente consideraba a la mujer instrumento del diablo y la sexualidad, su enemiga, sino en general constata Nietzsche que «existe una auténtica inquina y un auténtico rencor por parte de los filósofos contra la sensualidad», a la vez que «una auténtica predilección y apego por el ideal ascético».

¿Qué significa eso? «Todo animal –comienza la respuesta de Nietzsche– tiende instintivamente a lograr un optimum de condiciones favorables en las que pueda descargar por completo su fuerza y logre un maximum de sentimiento de poder; [… y] aborrece todo tipo de obstáculos que se le pongan o se le puedan poner en el camino a ese optimum».

Y ese óptimo «no es el camino a la “felicidad” sino su camino al poder, a la acción, al hacer más poderoso, y, en la mayoría de los casos, el camino de hecho a la infelicidad».

No hay, pues, negación, resentimiento, sino una voluntad de poder fuerte, y es que «cierto ascetismo, una renuncia severa pero serena hecha del mejor grado se cuenta entre las condiciones más favorables de la espiritualidad más elevada, y también entre sus consecuencias más naturales».

Los filósofos no buscan la felicidad o la dicha; lo que para su tarea es imprescindible es «estar libres de coerción, molestias, ruido, quehaceres, obligaciones, preocupaciones; […] los filósofos, al pensar en el ideal ascético, piensan en el ascetismo bienhumorado de un animal divinizado al que le han salido alas y que, más que reposar, deambula, vaga por la vida».

Un ascetismo bienhumorado, jovial en el que la castidad, por ejemplo, no corresponde efectivamente a un odio a los sentidos, sino a la necesidad de preservar la energía que podría volcarse en el sexo para el pensamiento. En fin, la sensualidad no queda anulada en el estado estético, como suponía Schopenhauer, sino que se transforma y no se presenta a la conciencia como estímulo sexual.

La castidad del filósofo no es, por lo tanto, «virtud» alguna, sino una de las condiciones para una existencia óptima, centrada «en su más estupenda fecundidad». Fecundidad, como es de imaginar, que no halla su meta en tener hijos, sino en realizar su obra, en pensar, en cultivar su espiritualidad. («Espiritualidad» no mienta aquí nada religioso, sino la fuerza, la potencia global que se manifiesta en el intelecto, la sensibilidad y la creatividad).

Un fragmento póstumo de ese mismo verano lo corrobora: «El deseo, la apetencia de arte y de belleza es un deseo indirecto de los éxtasis de la pulsión sexual». Es lo que Freud llamará luego sublimación.

Años antes había ya avanzado esa relación íntima, erótica entre la facultad de conocimiento del ser humano –dicho sea conocimiento en el sentido más amplio posible, desde la ciencia hasta la poesía– y la belleza y la felicidad o, para ser más preciso, la alegría de vivir: «…mas en lo que no piensan es en que el conocimiento, aunque sea el de la más espantosa realidad, es bello y hermoso, ni en que aquel que practica a más y mejor el conocimiento acaba estando muy lejos de encontrar espantoso el todo de la realidad, en cuyo descubrimiento obtiene siempre tanta alegría. ¿Es que acaso hay algo que sea “bello en sí”? La alegría de quien se dedica al conocimiento multiplica la belleza del mundo y hace que todo lo que hay en él resulte más luminoso y alegre; el conocimiento no sólo rodea las cosas de belleza sino que a la larga las llena de belleza; — ¡ojalá la humanidad futura dé testimonio de esto!» (Aurora, 550).

***


lunes, 13 de mayo de 2024

EL DIFÍCIL ARTE DE TRADUCIR... A EMILY DICKINSON

Fuente: National Geographic
Tomo uno de esos poemas muy conocidos de Emily Dickinson. El número 441 en la numeración de Johnson; 519 en la de Franklin



This is my letter to the World
That never wrote to Me—
The simple News that Nature told—
With tender Majesty

Her Message is committed
To Hands I cannot see—
For love of Her—Sweet—countrymen—
Judge tenderly—of Me



De las afortunadamente múltiples traducciones que se pueden encontrar he seleccionado dos por el contraste que suponen debido, sobre todo, a las decisiones técnicas que han tomado Margarita Ardanaz y Enrique Goicolea, ambos excelentes traductores.


Ésta es mi carta al Mundo
Que nunca Me escribió —
Las Noticias sencillas que la Naturaleza —
Con delicada Majestad me dio

Su Recado está en Manos
Que yo no puedo ver —
Por el Amor de Ella — mis Amables — paisanos —
Juzguen con ternura

 (Poemas, Emily Dickinson. Cátedra. Margarita Ardanaz).




Esta es mi carta al Mundo,
que a mí nunca me escribió,
las sencillas Noticias de la Naturaleza
con dulce Majestad contó.

En Manos que no puedo ver
queda el Mensaje que ella lleva;
por amor a Aquella, amables paisanos,
juzgadme con inteligencia.

(Poesía completa, Emily Dickinson. Amargord. Enrique Goicolea).

Es evidente que lo esencial no cambia y que la dificultad para el entendimiento del mensaje no depende de la traducción, sino de lo excesivamente sintético del poema. Dickinson ha reducido al máximo los elementos de la comunicación y ha eliminado todo cuanto de discursivo pudiera haber entre una idea y otra.

Lo diferente entre una y otra traducción es la mayor adaptación a los sistemas de puntuación y sintaxis normalizados por los que ha optado Goicolea, sin duda, para facilitar la lectura y la comprensión. Ardanaz, en cambio, ha preferido mantener una mayor fidelidad al sistema que utilizaba Dickinson para expresarse. Se puede discutir sobre la mayor proximidad al original en la elección de ciertas palabras, pero eso es peccata minuta.

Y una pregunta: ¿era el estilo dickinson una manera de expresar el estilo con que la naturaleza nos habla?

Y de paso este audio breve, pero bien hecho, que habla con cariño de la poeta y sin utilizarla para justificar las opiniones de quien lo ha redactado:

 

***


domingo, 12 de mayo de 2024

LOCUS ISTE, ANTON BRUCKNER (200º aniversario)

 


Comienzo esta celebración particular del ducentésimo aniversario del nacimiento de Anton Bruckner con el delicioso Locus iste y el estupendo comienzo del capítulo que Eugenio Trías dedicó al músico austríaco.

Crear es recrearse recreando 

Nuestras vidas son, siempre, un borrador de la eternidad. Y el examen de grado, o la Gran Oposición, suele llamarse en muchas religiones (egipcias, platónicas, judeocristianas, zaratustrianas, islámicas) Juicio Final. En él se descubre lo que está escrito en el Libro de la Vida. Y sobre todo lo que se refiere a nuestras creaciones. Se nos evaluará según hayan sido éstas, pues somos hijos de nuestras obras. Sobre todo si se ha consagrado la vida, como en el caso de Anton Bruckner, a la misión de alabar a Dios. 
Editorial


A Él se entrega la más intensa de todas sus sinfonías, la Novena: dedicada «al amado Dios» (dem lieben Gott). A Él se ofrece, una vez más, el himno medieval cristiano que constituye la quintaesencia de nuestra actitud adoradora, pero con toda la dramaturgia consumada de su plenitud orquestal y sinfónica, de manera que compone un auténtico canticum novum: su impresionante Te Deum laudamus. Y hasta se describe, con sobrio y estremecido temblor, ese templo que es obra divina, verdadera Casa de Dios: en el sublime motete Locus iste / a Deo factus est, compuesto para la consagración de una iglesia, y en el que la máxima simplicidad se alcanza sin necesidad de apelar a gestos nazarenos o cecilianos.

Pocas veces se ha gestado una pieza tan conmovedora en su carácter cercano al cantus firmus, pero en el que se puede escuchar, a modo de eco, la profesión de fe (el «Amén» de Dresde) tan elocuentemente incorporado como leitmotiv en el Parsifal wagneriano (El canto de las sirenas, p 363).

Que el domingo y la música os sean propicios.

***


sábado, 11 de mayo de 2024

EDWARD LEAR Y SU DISPARATADA BOTÁNICA

Si Lewis Carroll dominó la lógica del sinsentido, Edward Lear fue otro gran maestro del nonsense, del humor y un dibujante extraordinario que supo crear disparates visuales maravillosos. Con su serie Nonsense Botany, creó un peculiar mundo de taxonomía vegetal. Casi cien años antes, el genial Carlos Linneo había sentado las bases del sistema de nomenclatura binomial, en el que a cada planta le asignó un nombre con dos partes: la primera para identificar el género de la especie; la segunda, el nombre específico. Este sistema, con su uso de formas gramaticales latinas, resultó ser una feliz idea para el mundo de la ciencia y muy fértil para la desbordada imaginación de Lear. La primera publicación que hizo data de 1871. A ella se sumaron otras dos más en 1872 y 1877; posteriormente, las tres series aparecieron en una colección póstuma en 1888. 

Todo esto no es nada más que una excusa para presentar —si es que alguien que pase por aquí no las conoce— algunas ilustraciones que a mí me gustan especialmente, tanto por su dibujo como por su textos:

Rariflora Bebeforme

Funciona también para un pseudocastellano latinizado

Lo mismo que el anterior

Multitudus Reversoidea

Nota: Mi propuesta de nomenclatura no es nada más que una ayuda para que se entienda por donde va el juego anglolatino de Lear. 

***


jueves, 9 de mayo de 2024

ROSA ES UNA ROSA ES UNA ROSA, o muchas cosas más

¿Es Rosa una rosa? ¿Es la rosa solamente una rosa?

El poema "Sacred Emily" (Sagrada Emilia), de Gertrude Stein, descompone, reordena y consigue que nos preguntemos por el significado de las palabras, es decir, por su aspecto más esencial, pues las palabras comportan significados. A través de la repetición, Stein desafía las estructuras y significados lingüísticos tradicionales. En este sentido, el que sin duda es su más famoso verso, Rosa es una rosa es una rosa, consigue recordarnos mediante la insistente repetición que las palabras suelen estar moldeadas por el contexto en el que se desenvuelven.


No obstante, no es este frente, con ser el importante, el que me interesa resaltar aquí —si queréis un análisis detallado del poema, lo tenéis aquí—, sino ese otro que suelen abrir este tipo de versos contundentes, muy expresivos, que se quedan agarrados a la memoria de tal manera que terminan convirtiéndose en universales y desarrollando su propia familia de entrecruzados significados y alusiones. O dicho de otra manera, acaban desarrollando conversaciones de lo más fructíferas y sugerentes.

El poema data de 1913. En 1916, otro vanguardista, Vicente Huidobro, —no podría decir si conocía el poema de Stein o no—, aludía en su "Arte poética" al tema del significado y las palabras utilizando otra vez la rosa:

                           Por qué cantáis la rosa, ¡oh, Poetas!
                           Hacedla florecer en el poema 

En 1919, Juan Ramón Jiménez, este sí conocía el poema "Sacred Emily", hacía votos para impedir la disolución simbólica de la rosa con tanto manoseo por parte de poetas obsesionados con la idea romántica de la flor: 

                                         EL POEMA, 1

                            ¡No le toques ya más,
                            que así es la rosa!

Y en esta historia estaba yo, es decir, en eso de si la palabra rosa designa una flor o un sentimiento o una idea o una persona o todo al mismo tiempo o solamente lo que quien escribe desee que designe, cuando de repente me acordé de la canción de Mecano, el grupo más carismático del panorama musical de los años 80 en España, que también conocía el poema de la americana, y que se decidió a formar parte de la conversación con este tema e introdujo un nuevo punto de vista en la discusión,  el de los lados opuestos de la realidad:


***