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lunes, 3 de noviembre de 2025

NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 16

Editorial

#nietzschedescomplicado

 Gracias a Jaime Aspiunza, que nos hace fácil lo difícil, volvemos a Nietzsche, en esta ocasión a través de sus luminosos comentarios sobre Aurora. Este es el primero.


Lecciones de Aurora

            JAIME ASPIUNZA

Entiéndase «lecciones» en el sentido, también, de enseñanzas pero, sobre todo, de lecturas o interpretaciones. Y si las voy haciendo, o dando, es porque Aurora es la obra menos conocida de Nietzsche, a pesar de que el propio autor la considerara fundamental: con ella comenzó su «campaña contra la moral».

No es que Nietzsche sea un inmoral, o un amoral; simplemente se ha propuesto la tarea, el cometido de luchar contra la moral, una moral concreta que es la de las postrimerías del cristianismo, la moral de «la renuncia a sí mismo».

Quizá sea chocante que una obra de título tan luminoso, y esperanzador –el subtítulo es «Son tantas las auroras que aún no han lucido»–, se dedique a la demolición de lo que en nuestra tradición parece lo más sagrado; hoy mismo, en pleno proceso de disolución, se echa en falta justamente esa buena moral antañona.

Quizá sea el título una de las causas de la escasa atención prestada a esa obra germinal: demasiado dulce para lo que de Nietzsche se espera. Aurora es ‘la hora áurea’, tiempo en que el aire parece de color de oro, el principio precioso del día, dorado o sonrosado –como más claramente trasluce el original, Morgenröthe, ‘arrebol de la mañana’–, canto religioso que abre una celebración festiva.

Los tonos, el momento, la connotación poco parecen tener que ver con el que se considera «el Nietzsche auténtico», ese Nietzsche energúmeno que –dicen– ha matado a Dios, pone de vuelta y media a los sacerdotes, el cristianismo, y es sospechoso, con su encomio de la fuerza, de haber inspirado a los nazis y…, probablemente también a los «Ángeles del Infierno». Y es que –también se oye– él quería ser el Fundador de una Nueva Religión.

Aurora propone un nuevo comienzo llevando a cabo la crítica de la moral cristiana o postcristiana, para hacernos ver que dicha moral responde a un «instinto de negación, de decadencia», a «la voluntad de no dejar que aflore la verdad» de que «la humanidad no marcha por el camino correcto» por dar un valor incondicional a lo no-egoísta… Él planteará un egoísmo bien entendido, entre otras cosas porque el susodicho no-egoísmo es bastante egoísta.

Pero esto es lo que, pausadamente, iremos viendo en los siguientes capítulos.

Aurora fue escrito en 1880 y en los primeros meses de 1881; se publicó en julio de 1881. Tres años antes había salido la primera parte de Humano, demasiado humano; en diciembre de 1879, la última, El caminante y su sombra. En 1882 Nietzsche publicaría La gaya ciencia, pensada en principio como continuación de Aurora. Estas tres, cuatro o cinco obras conforman lo que se suele denominar –artificiosamente– el periodo medio de su producción. Mas ajustada es la calificación de obras del «espíritu libre», pues en ellas trata de poner por obra la figura humana así bautizada.

Humano, demasiado humano, Más allá del bien y del mal, De la genealogía de la moral, Crepúsculo de los ídolos, El Anticristo son los títulos propiamente nietzscheanos, los «duros»; El nacimiento de la tragedia, Así habló Zaratustra, una manera de escapar de tales títulos: escapar, sin llegar a ningún sitio. Aurora y, quizás, La gaya ciencia son las obras más alegres, la recuperación del «interés» tras la condena y el sufrimiento de una vida enferma.

La gaya ciencia es frecuentemente visitada o, al menos, citada. De Aurora se oye poco, chirría como título nietzscheano, se diría más bien un nombre cursi de promesas imposibles. Y, sin embargo, es el comienzo del Nietzsche definitivo, el laboratorio de las ideas, donde Nietzsche practica «la exploración genuina», en un tono mucho menos dogmático y esencialista que en sus últimas obras. Como él dirá, exagerando un poco, solo un poco: «Este libro afirmativo no derrama su luz, su amor, su ternura más que sobre las cosas malvadas, les restituye “el alma”, la buena conciencia, el alto derecho y privilegio de existir». «No se ataca a la moral, sencillamente no entra ya en consideración…»

Él vio en esta pareja de obras el comentario –¡comentario escrito antes que el texto!– al Zaratustra, que publicaría entre 1883 y 1885. ¡No son, por lo tanto, escritos de una fase anterior, siquiera sea un preludio; son obras extrañamente posteriores, siempre que supongamos que el comentario algo tiene de subsiguiente! — Hay aquí una lógica enrevesada –la que Nietzsche apunta– que deberíamos respetar.

Podemos decir, entonces, que Aurora, La gaya ciencia y Así habló Zaratustra provienen de una matriz común. ¡Veamos cuál!

***
Si quieres la paz, no hables con tus amigos; habla con tus enemigos.  

Moshe Dayan  



Fuente: Wikipedia
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