jueves, 2 de julio de 2020

ALEJANDRA PIZARNIK

Editorial
HIJA DEL VIENTO

Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.

Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.

Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.

Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.




Su buen francés permitió que se internara en París en una época en que todo poeta latinoamericano que se preciara tenía que dar con sus huesos en la ciudad de la luz. Pero ni la luz de la ciudad ni la de Cortázar ni la de Octavio Paz, con quienes amistó rápidamente, fueron suficientes para librarla del dolor que habitaba en ella.

Por suerte para nosotros su capacidad para escribir y su impulso poético estuvieron muy por encima de su enfermedad psiquiátrica. Su obra nos sigue iluminando los bordes más oscuros del ser humano, del ser que deambula entre los vagidos del insomnio hacia la muerte.

Lumen, gracias al trabajo de Ana Becciu, recogió su poesía en un tomo hace veinte años. Hoy sigue editándola.

L'OBSCURITÉ DES EAUX

Escucho resonar el agua que cae en mi sueño. Las palabras caen como el agua yo caigo. Dibujo en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis aguas, me digo mis silencios. Toda la noche espero que mi lenguaje logre configurarme. Y pienso en el viento que viene a mí, permanece en mí. Toda la noche he caminado bajo la lluvia desconocida. A mí me han dado un silencio pleno de formas y visiones (dices). Y corres desolada como el único pájaro en el viento.


Este programa de doce escasos minutos realizado por Valle Alonso puede serviros muy bien para ambientaros:


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