lunes, 20 de julio de 2020

NOSKI! RECOMIENDA



El imposible lenguaje de la noche”, de Joaquín Fabrellas. Chamán en su senda (Narrativa)

Para comenzar me permito sintetizar la filosofía de Chamán Ediciones en tres ejes fundamentales: 1) Anaís Toboso y Pedro Gascón han fundado una editorial independiente siendo su máxima divulgar textos de calidad (narrativa, ensayo y, por supuesto, poesía); 2) En este quehacer nos acercan a autoras y autores conocidos o desconocidos; por último y 3) La elección de sus textos parte del reconocimiento de que la literatura influye en la formación de un pensamiento crítico, humano y social. Esto en sí mismo es ya un gran descubrimiento y por ello me atrevo a recomendar ampliamente no sólo “El imposible lenguaje de la noche”, sino cualquier título chamánico de su catálogo.

Como librera estos son los libros que me gusta sugerir; como lectora, los textos fronterizos que prefiero leer; y como escritora, las ideas con las que me identifico. Hablar de lo imposible, desear apresarlo y conseguirlo es una labor jazzística para quien escribe. Fabrellas consigue a través de su poética, su narrativa más bien ensayística y musical, hacernos sentir en Nueva York, ¡qué digo en Nueva York!, nos transporta a la década de los 60, cuando la convulsión de la generación beat y el bebop se apoderaba de la noche. Al leer los fragmentos de esta obra puedo oler el aroma nocturno de personajes que fracasan socialmente (en su contexto), pero que alcanzan éxitos creativos formidables.

En mis lecturas últimamente no suelo frecuentar las novelas (lecturas de ensayo, divulgación científica y poesía ocupan mi tiempo lector), pero cuando recibí como novedad las “Confesiones de Paul Demut”, no pude evitar adquirir inmediatamente un ejemplar para mi biblioteca. En el libro encontramos un personaje que reconoce la imposibilidad de decirlo todo, al menos con un lenguaje verbal, pero que sí lo logra con “el jazz”, que es en sí mismo un personaje más de la novela, un ambiente, una forma de pensar, un ritmo, una forma de escribir y, en fin, una forma de vivir (y también agotar la llama de la vida rápidamente, con la pasión de un Kerouak o un Miles Davis); parece que la música (esta combinación de sonidos y silencios) consigue lo que el lenguaje escrito no conseguirá nunca, (este es al menos el sentir del poeta, de Paul, y quizá de Fabrellas). Y es que con la música sucede que su poesía nos llega a los sentidos de forma inmediata y no tenemos que decodificarla previamente, ni al interpretarla ni al escucharla, como sucede con el lenguaje escrito.

Como poco sorprende la estructura narrativa, los diálogos y entrevistas que traen a escena de manera muy inteligente a diversos protagonistas que impregnan de intertextos esta “crónica de un fracaso”, a través de una suerte de sinestesia de escenas pictóricas, olfativas y musicales. Conforme avanza la lectura puedes, y también al modo del free jazz, con su velocidad e improvisación cinética, elaborar una cinta de imágenes cinematográficas alimentada desde el ocaso, desde el incendio creativo de su genio, de grandes artistas que reviven, una vez más, en cada lectura.

Lo último que puedo sugerir es que pongas el playlist de “El imposible lenguaje de la noche”, apures un buen trago de un “Four Roses” sin hielo, y comiences a leer.



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