sábado, 25 de julio de 2020

RINOCERONTE DE DURERO

Rinoceronte, Durero. Fuente: https://artsandculture.google.com/

El catálogo que Giulia Bartrum realizó para la exposición que se celebró en el British Museum sobre Durero en 2002 ofrecía una valiosa información en torno al artista del Renacimiento y contaba con todo lujo de detalles la asombrosa historia del rinoceronte, ese que inspiró el famoso grabado que hoy podemos ver reproducido en tazas, postales, camisetas y hasta en imanes para decorar la puerta de los frigoríficos. Si en algunas ocasiones la historia que hay detrás de la obra es importante y significativa, la de este rinoceronte lo es. Parte de ella nos la cuenta el propio artista en el texto que aparece sobre el animal:

El primero de mayo de 1513, el poderoso rey de Portugal, Manuel de Lisboa, trajo semejante animal vivo desde la India, llamado rinoceronte. Esta es una representación fiel. Tiene el color de una tortuga moteada, y está casi cubierto de gruesas escamas. Es del tamaño de un elefante, pero tiene las patas más cortas y es casi invulnerable... Se dice que el rinoceronte es rápido, impetuoso y astuto.

En realidad, Durero no llegó a ver nunca el rinoceronte y debió de realizar el dibujo a partir de algún boceto o apunte que llegaría hasta él. Lo que vemos ahí es de un valor artístico indudable y de una capacidad expresiva genial, pero cualquier criatura de cuatro o cinco años sabe hoy que los rinocerontes no son exactamente como el artista lo representó. Pero es que en Europa llevaban más de mil años sin ver uno, concretamente desde la época de los romanos y sus juegos en los anfiteatros, y todo el mundo quería saber cómo era.

Corría el año 1514 (no el 1513). El portugués Alfonso de Albuquerque se encontraba en la India y se dirigió al sultán de Gujarat para negociar la presencia portuguesa en una isla del Índico. Para que las conversaciones resultaran exitosas le llevó algunos regalos. El sultán le correspondió con un rinoceronte indio que el militar luso decidió enviar como obsequio al monarca portugués, Manuel I. El pobre animal se tragó una travesía en cascarón de la época que duró ¡120 días! Llegó a Lisboa el 20 de mayo y la multitud se apelotonó para admirarlo asombrada.

Pero no paró allí la aventura. El rey portugués decidió enviárselo al Papa en busca de apoyo a las pretensiones de la corona lusa sobre las tierras de Oriente —es la época de la carrera por la conquista del mundo entre los reinos luso y castellano—. Después de haber vencido una travesía transatlántica, una tormenta en el mar Mediterráneo, frente a la costa de La Spezia, dio con el barco en el fondo del mar.

La historia del rinoceronte se hizo famosa en Europa y debieron de correr todo tipo de descripciones más o menos llamativas y sensacionalistas. Hasta un tal Antonio Sanfelice le dedicó un poema: 

Soy el rinoceronte traído hasta aquí de la oscura India,
del zaguán de la luz y la puerta del día.
Embarqué rumbo al oeste en la flota, de imperturbables y audaces velas,
desafiando nuevas tierras, para ver un sol distinto.

Sabemos que Durero, excelente grabador, llegó a vender varios miles de copias, entre cuatro y cinco mil, lo que es prueba fehaciente de la curiosidad y el interés que demostró la población por el animal que nunca había visto y que no llegó a ver. La historia que hay detrás del grabado también nos habla de lo destructiva que llega a ser la pasión humana por dominar la naturaleza.

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