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miércoles, 26 de marzo de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (R. M. Rilke)

En librerías
#unlibrounpoema 


Tal y como recordé la semana pasada, este año se celebra el sesquicentenario de Rilke, y aunque ya tiene mucha presencia en este blog, era inevitable hacerle un hueco en esta sección.

No sé si es muy conocido su paso por España; sea como fuere, hoy voy a dejar aquí su "Trilogía española", consecuencia de la visita, donde pasó los meses de noviembre y diciembre de 1912 y el mes de enero y la mitad de febrero de 1913, básicamente en Toledo y en Ronda. 

El poema puede resultar un poco hermético en algunos pasajes, pero la carta que envió a Katharina Kippenberg en marzo de 1913 resulta muy esclarecedora. Antonio Pau la recoge en su magnífico libro Vida de Rainer Maria Rilke. La belleza y el espanto (pp 275-78). También recoge en traducción propia la trilogía. Es absolutamente recomendable la lectura de la carta, así como de todo el libro. 

La trilogía está escrita en enero de 1913 y Jaime Ferreiro la traduce así:



TRILOGÍA ESPAÑOLA



I

De esa nube, mira, que violenta

a la estrella oculta, que justo ahora fue – (y de mí),

de esa serranía, al fondo, noche ahora,

vientos nocturnos tiene por un tiempo – (y de mí);

de ese río en lo profundo del valle, que prende

el destello de un claro de cielo desgarrado (y de mí),

de mí y de todo eso hacer una sola

y única cosa, Señor: de mí y del sentimiento

con que el rebaño, encerrado en el aprisco,

recibe con la exhalación de su aliento el grande,

el oscuro no-ser-ya más del mundo –, de mí y de aquella

luz en la tétrica oscuridad de muchas casas, Señor:

hacer una cosa; de los que duermen,

de los viejos, extraños, en el hospicio,

que tosen importantes en las camas;

de los niños adormilados en pechos tan extraños,

de tantos seres imprecisos, y siempre de mí,

de nada más que de mí, y de lo que no conozco,

hacer la cosa, Señor, Señor, Señor, la cosa

que, cósmico-terrenal como un meteoro,

reúne rauda en su gravitación sólo la suma

del vuelo: no sopesando sino la llegada.




II




Por qué uno ha de andar así, y cargar

con tantas cosas extrañas, como quizá el portador

que de puesto en puesto levanta el cesto ajeno

de la compra más y más repleto, y va detrás agobiado,

y no puede decir: Señor, ¿para qué el banquete?


Por qué uno ha de estar aquí, como el pastor,

expuesto a la desmesura del influjo,

implicado en este espacio lleno de suceso,

como si su destino estuviese apoyado

a un árbol del paisaje, sin otra actuación.


Y sin embargo, en su exorbitante mirada,

no tiene el callado alivio del rebaño. No tiene

sino mundo. Tiene mundo tan pronto alza los ojos,

mundo en cada inclinación. Lo que a otros gusta,

a él, inhospitable como música y a ciegas,

le penetra en la sangre y transitoriamente se transforma.


Entonces se yergue durante la noche y la llamada

de un pájaro afuera la tiene ya en su existencia,

y se siente osado porque recoge en el rostro

todas las estrellas, grave –, ay, no como uno

que prepara esa noche para la amada

y la mima con los sentidos cielos.




III




Ojalá que al volver, en soledad, a la aglomeración

de las ciudades y al ovillo enredado de ruidos

y tráfago confuso de vehículos,

ojalá que, por encima del espeso bullicio,

esté conmigo el recuerdo del cielo y el borde terroso

de la montaña, en el horizonte, por donde el rebaño

torna a la majada. Pétreo me sea el ánimo,

y que la obra diaria del pastor me parezca hacedera,

cómo camina soberbio y curtido, y cómo, con piedra bien calculada

de su honda va ribeteando el rebaño, allí donde quiera

que se desfleque, lento el paso, pensativo el cuerpo,

pero magnífico cuando se para, aún le sería permitido a un dios

revestirse en secreto de su figura, y no sería por eso menos.

Alternando se detiene y se rezaga, igual que el día mismo,

y las sombras de las nubes le atraviesan,

como si morosamente el espacio

pensase pensamientos por él.


¡Sea el quien fuere para vosotros! Como la luz parpadeante

en la noche detrás de la pantalla, así me sitúo yo dentro de él.

Un destello se apacigua. La muerte

hallaría su sitio más puro.


***


miércoles, 19 de marzo de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Antonio Machado, 150º aniversario)

Editorial
#unlibrounpoema
 

Este año 2025 coinciden dos sesquicentenarios del nacimiento de poetas de enorme relieve en la literatura europea: Machado (1875-1939) y Rilke (1875-1926). Tanto del sevillano como del praguense hay numerosas entradas en este blog; no obstante, un aniversario tan significativo como este me pide dedicarles este espacio de los miércoles. El de hoy, a Machado; quizás el próximo miércoles se lo dedique a Rilke.

En cuanto a la edición que aparece, he cogido la que tengo en casa más aparente. No es ninguna de las tres Poesías completas que tengo en casa porque son muy conocidas y todas ellas fácilmente localizables en cualquier librería, más si cabe este año en el que han salido un par de ediciones nuevas.



LLANTO DE LAS VIRTUDES Y COPLAS
POR LA MUERTE DE DON GUIDO



Al fin, una pulmonía

mató a don Guido, y están

las campanas todo el día

doblando por él ¡din-dan!


Murió don Guido, un señor

de mozo muy jaranero,

muy galán y algo torero;

de viejo, gran rezador.


Dicen que tuvo un serrallo

este señor de Sevilla;

que era diestro

en manejar el caballo,

y un maestro

en refrescar manzanilla.


Cuando mermó su riqueza,

era su monomanía

pensar que pensar debía

en asentar la cabeza.

Y asentóla

de una manera española,

que fué casarse con una

doncella de gran fortuna;

y repintar sus blasones,

hablar de las tradiciones

de su casa,

a escándalos y amoríos

poner tasa,

sordina a sus desvaríos.


Gran pagano,

se hizo hermano

de una santa cofradía;

el Jueves Santo salía,

llevando un cirio en la mano

-¡aquel trueno!-,

vestido de nazareno.


Hoy nos dice la campana

que han de llevarse mañana

al buen don Guido, muy serio,

camino del cementerio.


Buen don Guido ya eres ido

y para siempre jamás...

Alguien dirá: ¿Qué dejaste?

Yo pregunto: ¿Qué llevaste

al mundo donde hoy estás?

¿Tu amor a los alamares

y a las sedas y a los oros,

y a la sangre de los toros

y al humo de los altares?


Buen don Guido y equipaje,

buen viaje!...


El acá

y el allá,

caballero,

se ve en tu rostro marchito,

lo infinito:

cero, cero.


¡Oh las enjutas mejillas,

amarillas,

y los párpados de cera,

y la fina calavera

en la almohada del lecho!


¡Oh fin de una aristocracia!

La barba canosa y lacia

sobre el pecho;

metido en tosco sayal,

las yertas manos en cruz,

¡tan formal!

el caballero andaluz.



Y como para quienes ya tenemos una edad citar a Machado es citar a su mayor y mejor cantor, Serrat, no podía eludir la inclusión de la interpretación que hizo en su tiempo en este Un libro, un poema 



***



lunes, 17 de marzo de 2025

JUEGO DE LUCES / SOBRE LA BELLEZA


 Hace unos pocos días me encontré con las imágenes que publico en esta entrada. Más o menos, durante ese mismo tiempo andaba leyendo Sobre la belleza, de Simone Weil

Estoy convencido de que a estas imágenes les sientan muy bien las ideas que expresan las frases que he entresacado de la pensadora francesa, y viceversa, que a las palabras de Weil les gusta sentirse acompañadas por estas imágenes. Cosas mías. 

Las palabras: 

Una cosa bella no tiene ningún fin, excepto ella misma en su totalidad, tal como se nos aparece.

Solo la belleza no es un medio para otra cosa. Únicamente ella es buena en sí misma, pero no encontramos ningún bien en ella.

Las palabras que expresan la belleza vienen a los labios de todos cuando quieren alabar aquello que aman.

El mar no es menos bello a nuestros ojos por más que sepamos que a veces los barcos naufragan.

Las demás fotografías: 







Que la belleza os acompañe. Feliz semana.

***


sábado, 15 de marzo de 2025

UMBRALES, Óscar Martínez

Ejemplar de la biblioteca de Egia
Umbral:Símbolo de transición, de trascendencia. En el simbolismo arquitectónico, el umbral recibe siempre tratamiento especial, por multiplicación y enriquecimiento de sus estructuras: portadas, escalinatas, pórticos, arcos de triunfo, protecciones almenadas, etc., o por la ornamentación simbólica, que alcanza en Occidente su máxima virtualidad en la catedral cristiana, mediante la decoración con escultura de parteluz, jambas, arquivoltas, dintel y tímpano. (Diccionario de símbolos, Eduardo Cirlot).

De todo esto y de mucho más nos cuenta Óscar Martínez en este entretenidísimo libro de divulgación artística que puede leerse igualmente como un libro de viajes, como una colección de narraciones cortas, como una guía de viajes para acudir sin tardanza a conocer eso que se nos presenta y, en todo momento, como un magnífico libro sobre puertas que dan acceso a construcciones que aprenderemos a mirar con ojos muy abiertos. 

Estos son los espacios a los que el autor nos invita a acceder: 

CASA DE LOS VETTII (POMPEYA). 

DOLMEN DE MENGA (ANTEQUERA).

ABADÍA DE SAINTE-FOY (CONQUES)

PÓRTICO DEL PANTEÓN DE ADRIANO (ROMA).

BASÍLICA DE SAN MARCOS (VENECIA)

TEMPLO FUNERARIO DE RAMSÉS III (MEDINET HABU).

TEMPLO DE LA CONCORDIA (AGRIGENTO).

IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LOS REYES (LAGUARDIA)

JOYERÍA FOUQUET (PARÍS)

FACHADA DEL PALACIO DE COMARES DE LA ALHAMBRA (GRANADA).

CASTEL DEL MONTE (APULIA)

PORTAL DE SERRANOS (VALENCIA).

REJA DE LA FINCA GÜELL (BARCELONA)

CASTEL NUOVO (NÁPOLES)

COMPLEJO FUNERARIO DEL FARAÓN DJOSER (SAQQARA)

VILLA BARBARO (MASER).

EDIFICIO DE LA BAUHAUS (DESSAU)

ARCO DE TITO (ROMA)

PARCO DEI MOSTRI (BOMARZO).

PALACIO SPADA (ROMA)

QUINTA DA REGALEIRA (SINTRA)

PABELLÓN DE LA SECESIÓN (VIENA).


Ese es el contenido. Altamente atractivo. Pero lo mejor, en cualquier caso, es cómo está escrito. Si bien está dentro de la colección Biblioteca de Ensayo, tal y como puede leerse en la parte baja de la cubierta, el libro no se inscribe en lo que podemos entender como ensayo académico, dirigido a estudiantes del tema y personal especializado. Está escrito con abundante aparato de anécdotas, ejercicios paralelos de aproximación al tema y todo ello salpimentado con reflexiones y ejemplos que, sin caer nunca en la vulgarización, despiertan siempre el interés del lector actual, sin necesidad de que tenga un conocimiento previo sobre el tema o el lugar del que se ocupa el autor. Es decir, están escritos casi como si se tratara de un relato de intriga.

Lo que me resulta difícil de entender es que un libro de divulgación dedicado al arte no incluya las imágenes de los objetos, construcciones o espacios que se están explicando en el texto. Los enlaces que he colocado en el contenido de cada uno de los capítulos os llevan a ellas. 

Y aquí podéis verle y oírle hablar de su pasión por el arte:


***


miércoles, 12 de marzo de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Eduardo Chicharro)

En librerías
#unlibrounpoema


Eduardo Chicharro (1905-64) era hijo de pintor y él mismo se ganaba la vida como profesor en ese medio artístico. De hecho, no será hasta su regreso a España en 1943 —hasta entonces la mayor parte de su vida la había pasado en Italia— cuando comience a escribir poesía.

Y aquí surge el postismo, esa creación muy poco conocida y juguetona de Carlos Edmundo de Ory, Silvano Sernesi y el propio Eduardo Chicharro. Pero los años 40 en España no eran años para el juego creador ni la fabricación de versos. En realidad, no eran años para casi nada, pero ese es otro tema.

El libro, publicado diez años después de la muerte del escritor, recoge prácticamente la totalidad de su obra poética (La plurilingüe lengua, Tetralogía, Cartas de noche, Música celestial y otros mucho poemas no incluidos en título alguno, además de diversos materiales en prosa, como por ejemplo los manifiestos postistas).

Y vamos ahora con la más famosa de las Cartas de noche, la que dirigió al amigo de Ory:


CARTA DE NOCHE A CARLOS


Carlos yo te escribo trece trenes
trinos trece te estremece
y te envío mecedoras
a tu casa.
Que tu casa es una cosa
que no pasa.
En el filo sutilísimo te escribo
del estribo.
Puesto el pie en el mismo digo
como sigo por el hilo de tu higo
en el higo sutilísimo que sigo.
De mi casa a la tu casa sigo sigo
enviando mecedoras rutilantes.
Por la noche duermo, sueño, como, orino,
sueño papa manos pone tuyos hombros
cara tiene nívea cera transparente
gesto ambiguo de sus labios mucho temo
pasan cabras por sus ojos, dame leche
y en un coche pon la estrecha remolacha
por los siglos de los siglos que me orino.
Pasan ciervos por mis ojos
luchan truchas en mi lecho
por debajo pasa el grajo, por la orilla la abubilla.
Que mis huesos son de corcho sueño a veces
y las heces que vomito son como oro.
Un gigante se aparece cada noche
y me dice cada cosa cada cosa,
cada cosa que no entiendo va y me dice.
No me llama por mi nombre el gigante ese
ni me tira de la oreja.
Te pregunto Carlos ahora por qué escribo
y te envío mecedoras.
Si te cuento lo que sueño no entristezco
a ningún amigo bueno que me escucha
por lo menos así pienso entumecido
ya a las puertas de esta noche.
¿Qué me espera? ¿Quién se agita en la penumbra
que los párpados me cierra suavemente?
He aquí pues que vuelvo al sueño como un guante
del conejo que hay delante de mi fuente.
Guardo un trozo de casulla del gigante
pongo botas quito mantas cuelgo abrigos
traigo trapos y amontono las almohadas.
En un hoyo me cobijo, me hago el muerto
y en espera de que el sueño llegue aúllo.
Vuelve el viento, la casulla, la osamenta,
el gigante, el calcetín y la abubilla.
Mientras tanto, Carlos, rápido te envío mecedoras.
¿Las entiendes? ¿Tú las ves que te las mando?
Si entre tanto te lo cuento estáte atento
al bicho ese que se sube por las barbas
es un tanto alocadillo y come mucho.
Al abrigo de la noria está la liebre
el molino escupe hileras de cipreses
el anciano da patadas al pesebre
el obispo zurce el culo de la avispa
y en el mango de la escoba vive el piojo.
¿No ves Carlos por la noche tú también,
un portero con al hombro una escopeta?
¿Tiene una hija ese portero tú también?,
con la mano me hace señas y me enseña
una cosa mucilaginosa. ¿A ti no?
¿He de decir que me canso, que de cansar estoy vivo?
¿O he de decir que me vivo, que de vivir estoy canso?
Let me I write you, my dear.
Digo que me digas que digo
a estas cuatro paredes mi pena
mi congoja de hombre destartalado.
¿Soy yo cura, ámbito habito
o es el hábito del obispo
que hace al monje o no lo hace?
Sigo enviándote mecedoras,
cuídalas, límpialas, pómpalas,
góndolas, lámparas, ordéñalas,
albérgalas en tu pecho
que el sultán viejo lo dice:
si el refrán mata a la rata
pon tu casa enjalbegada
que a decir viene lo mismo.


[Los muy interesados podéis descargar y leer la tesis doctoral de Andreu Van Hooft Comajuncosas acudiendo a este enlace de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.]

***


sábado, 8 de marzo de 2025

LOS NOMBRES DE LAS ESTRELLAS, E. J. Webb

El encontrarme con una reseña de El nombre de las estrellas ha sido el motivo de este breve comentario, después de comprobar que aún está disponible en alguna librería. En realidad, el primero no se ocupa de las estrellas, sino de vivir en la naturaleza bajo la cobertura exclusiva de la estrellas. Pero vayamos con el libro de E. J. Webb.

Decía la canción popular que el nombre de las estrellas saber quería y un beso en cada nombre yo le pedía. En realidad, yo ya conocía unos cuantos nombres de estrellas y no buscaba besos a cambio de enseñar ninguno. De hecho, tuve noticia de la existencia de este libro algún tiempo después de haber escrito Invitación a la noche

En cualquier caso, el gran conocimiento de Webb sobre el origen de los nombres de las estrellas y la cantidad de anécdotas que trae a colación son un motivo para leer con placer el libro, sobre todo por parte de quien se sienta atraído por las lucecitas que vemos brillar ahí arriba cada vez que el cielo está despejado.

El libro, que podría ser considerado como un ejercicio banal de conocimiento —que nadie espere datos astrofísicos, para eso deberá acudir a un libro de astronomía— es una encantadora invitación a mirar hacia arriba y averiguar por qué un nombre, quiénes se lo dieron y qué significado se esconde detrás de él, lo que, sin duda, es otra forma más de disfrutar de lo que se ve.

Webb, nada más comenzar el texto, nos recuerda las cinco razones por las que la humanidad pudo dar nombre a cuanto veía en el cielo nocturno: la semejanza entre el dibujo aparente de las estrellas y el objeto de referencia (Escorpio, por ejemplo); para ilustrar alguna narración (caso de Calisto transformado en osa); para honrar a alguien a quien se reconocía importante (Cástor y Pólux); para reconocerlas más fácilmente (la mayoría de los nombres de las constelaciones), pues recordemos que hasta hace poco el cielo nocturno servía tanto a viajeros terrestres como marinos para orientarse en sus travesías. 

Aborda también en su último capítulo el origen del zodíaco. Generalmente se suele atribuir a los griegos el nombrar por primera vez las constelaciones del zodíaco. En la actualidad (el libro se escribió antes de 1945), sabemos que los pueblos de la antigua Mesopotamia se ocuparon de ello antes y que MUL.APIN, ese compendio de conocimientos sobre astronomía y astrología, tuvo una clara influencia en el nombramiento posterior realizado por los antiguos griegos.

Un libro que nos invita a contemplar el cielo nocturno, huir de la contaminación lumínica y sumergirnos en la magia de las historias antiguas.

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viernes, 7 de marzo de 2025

JOSÉ MARTÍ, OBRA COMPLETA

                               

José Martí es en Cuba mucho más que el primer y más grande escritor nacional porque, por encima de todo, es el Héroe Nacional [desde el mirador del monumento, a 129 metros sobre el nivel del mar,​ el punto más alto de la ciudad (supera con creces los 62 m de la cúpula del Capitolio),​ hay una visión panorámica de La Habana que en días claros alcanza los 50 km]. Así, el Portal José Martí está consagrado a recoger y divulgar la biografía y la obra martiniana que, como se puede comprobar por la existencia de los 32 tomos, es mucho más amplia y variada que los dos tomos, 14 y 15, en los que queda recogida su poesía. Tenéis material para divertiros durante mucho tiempo. 

También podéis entreteneros con el disco que Pablo Milanés dedicó al poeta cubano en 1984.

Contra el verso retórico y ornado
El verso natural. Acá un torrente:
Aquí una piedra seca. Allá un dorado
Pájaro, que en las ramas verdes brilla,
Como una marañuela entre esmeraldas -
Acá la huella fétida y viscosa
De un gusano: los ojos, dos burbujas
De fango, pardo el vientre, craso, inmundo.
Por sobre el árbol, más arriba, sola
En el cielo de acero una segura
Estrella; y a los pies el horno,
El horno a cuyo ardor la tierra cuece -
Llamas, llamas que luchan, con abiertos
Huecos como ojos, lenguas como brazos,
Savia como de hombre, punta aguda
Cual de espada: ¡la espada de la vida
Que incendio a incendio gana al fin, la tierra!
Trepa: viene de adentro: ruge: aborta.
Empieza el hombre en fuego y para en ala.
Y a su paso triunfal, los maculados,
Los viles, los cobardes, los vencidos,
Como serpientes, como gozques, como
Cocodrilos de doble dentadura,
De acá, de allá, del árbol que le ampara,
Del suelo que le tiene, del arroyo
Donde apaga la sed, del yunque mismo
Donde se forja el pan, le ladran y echan
El diente al pie, al rostro el polvo y lodo,
Cuanto cegarle puede en su camino.
El, de un golpe de ala, barre el mundo
Y sube por la atmósfera encendida
Muerto como hombre y como sol sereno.
Así ha de ser la noble poesía:
Así como la vida: estrella y gozque;
La cueva dentellada por el fuego,
El pino en cuyas ramas olorosas
A la luz de la luna canta un nido.

***