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viernes, 17 de enero de 2025

MATERIAL GIRLS, Kathleen Stock

Editorial
Traducción: Irene Jové
La generosidad de Jaime Aspiunza, doctor en filosofía y traductor de Nietzsche, me ha permitido publicar aquí este trabajo que, por actualidad e importancia, merece ser leído con detenimiento. Espero que os resulte tan interesante como a mí.

Curioseando en la doctrina woke, me encontré el libro de Kathleen Stock, Material Girls, o de la importancia de la realidad para el feminismo. El libro, magnífico, es un esmerado análisis y desmontaje del supuesto feminismo de la teoría de la identidad de género, la defensa a ultranza de lo transgénero aun en detrimento de la consideración y respeto del sexo, es decir, la ideología que está detrás de la llamada Ley Trans (Ley 4/2023, 28 de febrero, publicada en el BOE del 1 de marzo de 2023).

Lo que sigue es un extracto pergeñado para una charla pronunciada ante jóvenes de entre 16 y 18 años. Como todos los ciudadanos, los jóvenes de esa edad se ven sometidos a una propaganda maniquea, con la diferencia, no obstante, de que a veces está incluida en los propios programas de algunas asignaturas, con lo que se les quiere hacer creer que es cuestión de conocimiento, cuando –como espero se vea– no pasa de ser filosofía de baratillo.

Kathleen Stock ha sido Profesora de Filosofía en la Universidad de Sussex hasta octubre de 2021, cuando ella misma abandonó el puesto tras una furiosa campaña de persecución por parte de un grupo organizado de estudiantes, un sindicato universitario y una buena parte de sus colegas que, por supuesto –no disponen de más argumentario–, la acusaban de tránsfoba.

Creo que ella permite distinguir muy bien lo que sería el rechazo de las personas trans, que para nada defiende, y el rechazo de un discurso disparatado que se arroga –falsamente– la exclusiva defensa de los intereses de la comunidad trans.


Voy a hablar de género, en particular de la llamada identidad de género.

La tesis, el argumento que defiendo: Las personas trans merecen vivir sin miedo, merecen leyes y políticas que las protejan adecuadamente de la discriminación y la violencia. Pero las leyes y las políticas basadas en la identidad de género no son el camino correcto.


Cuatro axiomas del activismo trans:

«1. Tú y yo, y todo el mundo, tenemos un estado interior de gran importancia llamado identidad de género.

«2. Para algunas personas, la identidad de género interior no coincide con el sexo biológico –masculino o femenino– que los médicos les asignaron al nacer. Son las personas trans.

«3. La identidad de género, y no el sexo biológico, es lo que te hace ser hombre o mujer (o ninguno de los dos).

«4. La existencia de personas trans nos genera una obligación moral a todos: la de reconocer y proteger legalmente la identidad de género y no el sexo biológico.»


Estos axiomas o principios no son fruto de la observación o la investigación, son creencias, ocurrencias y hasta disparates.

Muchas personas trans asumen que la existencia y el reconocimiento de sus derechos políticos y legales dependen de que la teoría de la identidad de género se dé por buena, y eso es lo que voy a demostrar que es una equivocación, que es falso y perjudicial.

La imposición de la teoría de la identidad de género en nuestras leyes está causando un daño material a muchas personas, incluidas personas trans.

La teoría de la identidad de género no solo afirma que la identidad de género existe, es fundamental y debe ser protegida legal y políticamente. También dice que el sexo biológico es irrelevante y no necesita esa protección legal. Que la identidad de género –en una supuesta lucha– debe imponerse al sexo biológico.


¿Por qué habría que elegir entre sexo e identidad de género?


Veamos primero qué es el sexo, los sexos:

¿Cómo distinguimos los sexos?: más allá de algunos criterios médicos o biológicos (cromosomas, gametos), la manera como entendemos en general los conceptos de «macho» y «hembra» se puede explicitar del siguiente modo.

«Macho» y «hembra» remiten a un conjunto relativamente estable de características morfológicas a las que se suman los mecanismos subyacentes que producen esas características. — Ahora bien, para dejar lugar a la innegable diversidad genética y morfológica existentes, lo fundamental es que ninguna característica concreta del conjunto, ni ningún mecanismo subyacente, se considera esencial para la pertenencia de un individuo a la especie. Basta con que haya suficientes.

La mayoría de la gente tendrá todas las características…, pero ¡no todos, sin que por eso sea nadie menos macho o menos hembra!

No es que los rasgos observables constituyan el sexo, pero sí es cierto que se suele hacer hincapié en ellos.


J. Butler –se le suele atribuir– postula la «construcción social del sexo»: lo que significa que
1) no hay una división natural del sexo
2) «macho» y «hembra» no son más que una codificación social contingente y arbitraria.

La proposición 1 es antiintuitiva, es decir, miramos y vemos diferencias sexuales; dicha proposición no proviene, por tanto, de la observación. (Los defensores del constructivismo suelen responder que nuestra mirada no es inocente, que está ya pervertida del insoslayable y constrictivo discurso social: la nuestra. La suya…, la suya ¡no logra desengancharse!... del insoslayable y constrictivo discurso social.)

La proposición 1 proviene de un par de ideas «filosóficas» sacadas de quicio, exageradas, pero insostenibles:
a) que el lenguaje no refleja lo existente, no se refiere a una realidad previa, sino que “produce” o “construye” la realidad. — Es cierto que la realidad simbólica –lo social, lo político– está en buena medida elaborada mediante el lenguaje, pero si algo es referente ineludible del lenguaje lo es el cuerpo, y los cuerpos humanos son sexuados. Si no fuera así, no existiría, por ej., la medicina;
b) que cualquier teoría binaria de los sexos ha de ser inevitablemente “normativa” y, por lo tanto, “excluyente”. — Los conceptos de «macho» y «hembra» que he propuesto arriba no contienen normas; que haya habido, y siga habiéndola, exclusión no tiene que ver con los conceptos que dan cuenta de la diversidad hallada en la naturaleza, sino con el mal uso, prejuicioso que de ellos se haga.

Así, dicha «construcción social del sexo» es un poco simplista y conspiranoica, adolescente. — Por el éxito que tiene, sin embargo, debe de ser también muy seductora, como si nos trajera a la luz una «verdad profunda».


El modelo binario no implica determinismo biológico, como tantas veces se le atribuye; así pues, para no caer en el determinismo biológico, no hace falta prescindir del modelo binario.


En definitiva, hay una división natural de sexos en machos y hembras: más del 99% son lo uno o lo otro. De ahí que sea erróneo –y tramposo– decir que el sexo se «asigna» — el sexo se percibe, se reconoce en el recién nacido.

Solo 1,8 de cada 10.000 son intersexuales; solo 1,2 de cada 100.000 son hermafroditas.


Y es que el sexo tiene importancia, una importancia fundamental: en primer lugar, porque sin sexo el ser humano habría desaparecido, ni siquiera existiría; en segundo –no me puedo extender aquí–, por su relevancia en la medicina, en el deporte, en la orientación sexual y en los efectos sociales de la heterosexualidad.




Veamos ahora qué es la identidad de género.1

La noción apareció en los años sesenta (J. Money, R. Stoller). Hoy en día se entiende que es lo que nos hace ser hombre o mujer; si coincide con el sexo, cis-; si no, trans-género. En la legislación ha llegado a sustituir al sexo, por medio de la simple declaración de dicha identidad.

Tener una identidad de género que no se corresponde con el sexo, es algo que la sociedad –se dice– debería respetar. Y estamos de acuerdo. — Cosa distinta son algunas de las consecuencias que de dicho respeto se deducen.

La identidad de género –se nos dice– es la vivencia interna, psicológica de una identidad masculina o femenina. Como apuntaba al principio, se supone que todos tenemos esa identidad.

La forma más elemental de entenderlo suele ser considerar que es algo innato, una parte estable y persistente del yo, que determina quién soy “realmente”; una especie de núcleo, de esencia. Vendría temprano a la conciencia (para los dos, tres o cuatro años), del mismo modo que descubrimos de niños si tenemos pito o rajita.

Tomado al pie de la letra, este modelo parece justificar la creciente importancia jurídica y política de la identidad de género. Y, como además es algo que solo uno mismo puede conocer, requeriría un enfoque “afirmativo” por parte de los profesionales, es decir, que se preste atención a quienes dicen tener una identidad de género desajustada.



¿Es verdaderamente innata? ¿Está la identidad de género en el cerebro, como se sugiere? ¿Es un hecho innato, permanente y estructural del cerebro? — Parece bastante dudoso.

Por de pronto, las personas que no son trans no tienen ni idea de lo que sea identidad de género: saben cuál es su sexo, y no porque tengan una conciencia especial dedicada al sexo, sino porque llevan viéndolo y viviéndolo desde niños.

Solo cuando hay discrepancia, cuando uno sufre a causa de ella, parece que tenemos necesidad de hablar de la identidad de género. — Ni siquiera siempre: hay muchas personas no trans que están descontentas con su sexo, y no por eso se convierten en trans, es decir, sienten ser de otro sexo.

Tal vez solo pueda haber identidades de género desajustadas en relación con el sexo, y no ajustadas. De donde se deduce que la identidad de género no puede ser algo estructural, algo dado en el cerebro, o en el cuerpo humano. — Del mismo modo que no tiene sentido pensar que hay una conciencia específica de nuestra tendencia política, o de nuestros gustos, etc.



Que la identidad de género esté influida por la biología –hay diferencias entre los cerebros masculinos y los femeninos–, no significa que sea innata, es decir, que esté «programada» en una parte del cerebro. Y, desde luego, que haya un acceso directo de la conciencia a dicho programa, es aún más impensable.



Otro modelo de la identidad de género es el de la teoría queer, muy citada y muy afamada. Se suele remitir a Butler, lo que es muy poco plausible: ¡que Butler hable de desajuste entre sexo y género!

La teoría queer es más una propuesta política que otra cosa, de donde se deriva su problema principal: en su intención de rarificar la situación, de hacer saltar por lo aires las estructuras sociales — olvida la importancia de lo psicológico, de lo personal. Como dice Jay Prosser, un profesor trans inglés: «y si hay transexuales que lo único que buscan no es ser “performativos” [es decir, actores o activistas políticos], sino simple y llanamente ser».

Otro de su motivos es la difuminación y multiplicación de identidades –desde no binario hasta las 58 que propone Facebook, pasando por «semifluido» y «pangénero»–; la cosa es curiosa, si se quiere, pero tiene límites muy serios. No porque nos inventemos una palabra sabemos cuál es su referente real. Al alejarnos de lo que conocemos de verdad –macho o hembra, hombre o mujer– se pierde el sentido.



La teoría de la identidad de género, al prescindir de la biología y de la psicología, postulando una mítica identidad prescrita antes del nacimiento, es incapaz de explicar cómo se llega a estar en discrepancia con el propio sexo hasta el punto de desear cambiarlo o de sentirse más cercano al otro.

No puedo extenderme. Baste con señalar algo obvio: no hay identidad dada sino un proceso activo de identificación con el propio sexo o con el otro. Y esa identificación se da tanto de manera consciente como inconsciente. Por eso, vamos con el tiempo descubriendo cómo nos sentimos en relación al propio cuerpo.

El psiquiatra Az Hakeem describe en su libro Trans, p. 52, cómo observa en los clientes que desarrollan identidades de género desajustadas una trayectoria característica que va desde
[1] “un primer signo o síntoma de que algo no va bien” y un “cambio de humor” hasta un
[2] “periodo de búsqueda de significado tras la experiencia de cambio en el yo” y, finalmente, un
[3] “cambio experimentado en el yo atribuido a la identidad de género”. A esto le sigue una
[4a] “creciente preocupación por la identidad de género”, una
[b] “atribución retrospectiva del género como causa de los problemas en la vida” y una
[c] “mayor conciencia del género en la vida cotidiana en relación con uno mismo y con los demás”.


La identificación puede ser disfuncional, pero también puede ser una gran fuente de valor y significado.

Esta manera de entender la identidad de género permite atender la infinidad de casos diferentes que se encuentran. Una identidad de género desajustada no es necesariamente algo contra lo que haya que luchar. Son muchos los aspectos negativos de nuestra vida que, asumidos, le dan su riqueza y particularidad.

Por eso, frente a la propaganda del activismo, que desea ver disforia de género por todas partes, una de las críticas principales que se debe hacer es la absoluta irresponsabilidad, perniciosa y aun perversa, de quienes en los niños que juegan con juguetes asociados al otro sexo o llevan su ropa ven un síntoma indiscutible de identidad trans. — En los niños, más aún en el caso de los infantes, que están formando sus conceptos básicos, no hay conciencia de lo que es ropa de niño o de niña, y menos de lo que es ser niño o niña.

Lo mismo se puede decir de los problemas de la pubertad o la adolescencia: las dudas, los conflictos con la propia sexualidad no necesariamente implican disforia de género. Y también de otros problemas de salud mental.

Más razonable parece esperar: Si un niño se siente atraído por el mismo sexo, en la adolescencia la confusión puede crecer y es probable que su imagen de sí mismo se tambalee ante la presión de la familia, los amigos y la sociedad en general. Cuando hay tanto en juego, lo mejor es “estar a la espera” para ver si las cosas siguen igual o cambian. La intensa identificación inicial con un ideal de sexo opuesto o andrógino puede transformarse en muchos casos en otra cosa.



¿Qué es ser mujer?

La cuestión de si las mujeres trans se pueden considerar mujeres en sentido estricto se ha vuelto muy tóxica. — La respuesta negativa se toma «como un intento de “borrar” a las personas trans», ignorando que lo único que se pregunta es cómo clasificarlas.

Eso por un lado. Por el otro, resulta que si vence el activismo trans, es la mujer la que resulta borrada.

De ahí la importancia de saber qué es ser mujer. Dicho de otro modo, cuáles son los conceptos públicos de mujer y de hombre.


Un concepto no es el fruto de una decisión arbitraria tomada por un comité de poderosos, pero tampoco depende de la opinión de uno. No nos preguntamos por lo que deberían ser la feminidad y la masculinidad, sino por lo que son. — ¿Qué se entiende por ser mujer?

Lo que voy a hacer es analizar un concepto. — Los conceptos son herramientas cognitivas que, cuando funcionan bien, nos ayudan a gestionar el mundo en el que vivimos de manera más efectiva, a percibir diferentes tipos de cosas y hacer distinciones entre ellas, en relación con los intereses que podamos tener.

Hay conceptos de cosas en sentido estricto, y decimos que poseemos el concepto cuando somos capaces de identificar esa cosa de manera fiable: setas comestibles y venenosas, hambre o ansiedad, etc. También hay conceptos de cosas no perceptibles –bondad, democracia, amistad, la propia identidad de género, etc.–; en este caso, una prueba de que se manejan dichos conceptos es hablar con coherencia de ellas en diversos contextos, empleando palabras específicas referidas a dicha cosa que los demás puedan reconocer. — Lo que se intenta hacer en una clase de filosofía.

Los conceptos los creamos en respuesta a los intereses humanos, eso es cierto; por eso no tenemos conceptos para referirnos, por ej., a las cosas que duran más de tres años: ¿para qué? Pero el que respondan a intereses humanos no significa que los conceptos no seleccionen también divisiones reales ya existentes en el mundo. Los conceptos, cuando funcionan bien, seleccionan lo que ya existe.

Insisto, los conceptos seleccionan, no crean las cosas, como pretende el constructivismo.

A veces resulta que un concepto no funciona bien. En los casos más extremos, se descubre que un concepto no se refiere a nada real. Por ej., la supuesta noción biológica de Raza: ¡eso no existe!, luego no deberían sacarse conclusiones a partir de ella.

Así pues, el análisis conceptual –característico del pensamiento filosófico– implica prestar atención tanto a los conceptos y el lenguaje como a la naturaleza de las cosas.



El concepto de «mujer»

La teoría de la identidad de género nos dice que lo que nos define como hombre o mujer no es el sexo, sino la identidad de género. Se están proponiendo ahí interpretaciones radicalmente modificadas de los conceptos ya existentes de mujer y de hombre.

Desde siempre, estos conceptos se han entendido de la siguiente manera:
‘mujer: hembra humana adulta’; ‘hombre: macho humano adulto’;
ahora, ‘mujer: ser humano adulto con identidad de género femenina (le hayan “asignado” el sexo hombre o mujer)’; ‘hombre: ser humano adulto con identidad de género masculina (le hayan “asignado” el sexo hombre o mujer)’».
Y se pretende dejar de lado, olvidar los conceptos tradicionales.

Aun cuando tengamos en cuenta el interés de la identidad de género, no se pueden definir mujer y hombre en términos de la identidad de género. — ¿Por qué?

Hay una mitad de la población, la de sexo femenino, a la que le suceden cosas particulares justamente por su sexo –desde tener hijos a ser discriminadas en el trabajo–, y hace falta un concepto con que referirnos a ese grupo, que es el tradicional de mujer. Y esto es especialmente cierto cuando los objetivos son feministas. — De ahí el que el feminismo de la identidad de género no se ocupe ya de la mujer.

Hay otros conceptos que se basan en el de mujer, como son los relativos a las diversas edades de la mujer: niña, abuela, etc.

Aún más importante es que dichos conceptos se refieren a seres que, la mayoría de las veces, pueden identificarse como tales por medio de la percepción. — Los conceptos basados en la identidad de género niegan la validez de la percepción, borran la realidad en uno de sus aspectos esenciales y primarios.

Está demostrado que hay una estrecha relación entre la percepción y la adquisición de algunos conceptos. mujer y hombre se adquieren normalmente en parte a través de la vista y el oído. La mayoría de los niños adquieren una idea de cómo usar estos conceptos cuando se les señalan mujeres y hombres por la calle, en casa o en libros ilustrados. — Es imposible extirpar ese conocimiento y esa experiencia del alma humana. Negarlos solo provoca confusión.

De hecho, aunque la identidad de género quiera ser un estado psicológico interno que no tiene correlación directa con la apariencia externa, lo cierto es que si hay identidad de género femenina o masculina es porque previamente ya sabemos lo que es ser hombre o mujer. — En realidad, hace trampa la teoría ya que la identidad de género remite inevitablemente al sexo, por más que pretenda negarlo.


Suelen decir los activistas trans que las personas cis deben ser “más amables”, y “renunciar” a los conceptos de mujer y hombre (como si los demás nos aferráramos a estas palabras por rencor, para hacerles daño). — No hay nada de eso: es que ¡son necesarias!

K. Stock propone añadir a nuestro vocabulario colectivo otros conceptos que representen al “humano adulto con identidad de género femenina” y al “humano adulto con identidad de género masculina”; esos conceptos no serían excluyentes, sino que clasificarían a las personas en categorías cruzadas. Las mujeres podrían ser humanos adultos con identidades de género masculino, y los hombres podrían ser humanos adultos con identidades de género femenino. Cada uno de nosotros puede clasificarse en varias categorías a la vez.

De lo que no se puede prescindir es de los conceptos tradicionales de mujer y hombre. — Además, la propuesta trans implica un fuerte desprecio de las mujeres, ya que en ella ¡resultan ser más importantes unos machos con identidad de género femenina que las mujeres!



En resumen: pretender que existe en nuestros cuerpos o en nuestras mentes algo así como la identidad de género y que por obra y gracia de tal elemento básico el sexo dejaría de tener relevancia es un sinsentido, puesto que la dichosa identidad de género –fruto de un proceso conflictivo de identificación, esto es, de formación de dicha identidad– solo surge en discrepancia con el sexo. Así pues, identidad de género o identidad sexual y sexo están por definición vinculados.

Se encuadra, eso sí, dentro de esa delirante tendencia de la época a despreciar el cuerpo en cuanto sustrato imprescindible de nuestro ser humanos, versión informacional o digital del antiguo gnosticismo: ese creer que somos fundamentalmente mente y que por ello podríamos en cualquier momento prescindir de ese soporte material tan imperfecto que son nuestros cuerpos.

Les guste o no, una cosa está clara: somos –los humanos– cuerpo, cuerpo animado, espirituoso o psicofísico, pero siempre cuerpo. Y si algún día dejamos de serlo, dejaremos de ser humanos. En cualquier caso, las fantasías al respecto, por mucho que vendan, no pasan de ser fantasías, fantasmagorías, falsas ilusiones, embustes. Y no hay que confundir el rigor intelectual con el marketing y la propaganda.

Las peligrosas consecuencias de todo este juego de poder: como mínimo, bajo la pretensión de proteger a personas, muy poquitas, terriblemente perseguidas, provocar confusión en muchas, en particular entre los más jóvenes. Más graves, ciertamente, la ignorancia e irresponsabilidad con que se ha estado invitando a que se resuelva cualquier conflicto aparente o real supuestamente ligado a la identidad sexual por medio de la transición al otro sexo; en última instancia, la contaminación o, mejor, perversión del ideario feminista al derivar el sujeto de sus reivindicaciones de la mujer en sentido estricto a la persona trans con identidad de mujer, esto es, al hombre con identidad de mujer.



Kathleen Stock, Material Girls. Por qué la realidad es importante para el feminismo, trad. de Irene Jové, Shackleton Books, 2022

1 Ley trans: «identidad sexual»: ‘Vivencia interna e individual del sexo tal y como cada persona la siente y autodefine’ (art. 3).

***


Me congratulo del anuncio de tregua en Palestina.

miércoles, 15 de enero de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Stéphane Mallarmé)

Editorial
Traductor: Antonio Martínez Sarrión
#unlibrounpoema
 

Habiendo estado en París la semana pasada, me debo a mí mismo y, por supuesto, a la ciudad, la delicadeza de que este miércoles figure aquí un poeta francés, más exactamente parisino. 

Para este miércoles he elegido el que puede ser el poema más esclarecedor del quehacer poético de Mallarmé, poeta siempre difícil, riguroso y que exige del lector una atención constante.

Veamos el poema:


DON DEL POEMA


¡Aquí te traigo el hijo de una noche idumea!

Negra, de ala sangrante y pálida, sin plumas,

por el cristal que, al fuego, de oros y aroma ardía,

por los gélidos rombos de un vidrio opaco aún,

se coló el alba rumbo a la impoluta lámpara.

¡Palmas! Y cuando al fin presentó la reliquia

a ese padre que esboza una sonrisa hostil,

la soledad azul y estéril ha temblado.

¡Oh nodriza! con tu hija y tu inocencia

y tus helados pies, acoge el triste fruto.

Con tu voz que recuerda viola y clavecín

¿oprimirás con dedo marchito el seno suave

donde fluye la hembra en blancor sibilino

para labios que el virgen azul del aire buscan?


La primera pista viene dada por el título. El poeta no nos va a contar historias de personas, ni nos va a seducir con algún acontecimiento, un paisaje o alguna otra realidad exterior. Nos va a hablar del poema, de la poesía, de la escritura y sus dificultades. Estamos ante una poética.

En el primer verso nos presenta el poema como un hijo del que el poeta es padre, pues él es el autor. El poema ha sido escrito durante la noche y el que la noche sea idumea nos remite a "Herodías", ese largo poema en el que estuvo trabajando prácticamente durante toda su vida desde que comenzó a redactar los primeros versos allá por 1864.

Aclarado este tema, todo lo demás resulta más comprensible, aunque conviene recordar el simbolismo del azul para el parisino. Lo azul es en su poesía la manera de evocar la belleza y el sueño. Así, pues, en estos catorce versos estamos leyendo la resistencia que pone la contingencia al trabajo del poeta. El amanecer es negro y se parece a un pájaro herido, porque representa el disgusto del escritor ante la llegada del día, que le va a impedir seguir escribiendo. Así, también, su obra, su poema, considerado una reliquia, pues no deja de ser un remanente de lo que en principio el autor tenía pensado. El poema termina pidiendo para sí la leche nutricia (blancor sibilino) que alimenta a los recién nacidos, en este caso el don, la cualidad de expresar con precisión y exactitud aquello que no alcanza a expresar todavía.

Seguramente, en el aparato de imágenes que utiliza Mallarmé en esta composición influyó el hecho de que su hija Geneviève hubiera nacido un año antes de la escritura de este poema. 

En su lengua original, el poema es profundamente melódico:


DON DU POÈME

Je t’apporte l’enfant d’une nuit d’Idumée !
Noire, à l’aile saignante et pâle, déplumée,
Par le verre brûlé d’aromates et d’or,
Par les carreaux glacés, hélas! mornes encor
L’aurore se jeta sur la lampe angélique,
Palmes! et quand elle a montré cette relique
A ce père essayant un sourire ennemi,
La solitude bleue et stérile a frémi.
Ô la berceuse, avec ta fille et l’innocence
De vos pieds froids, accueille une horrible naissance
Et ta voix rappelant viole et clavecin,
Avec le doigt fané presseras-tu le sein
Par qui coule en blancheur sibylline la femme
Pour des lèvres que l’air du vierge azur affame?

***

viernes, 3 de enero de 2025

FILÓSOFOS EN LIBERTAD, Umberto Eco

Editorial
Traducción: Bernardo Valdés
Esta divertida y estupenda sorpresa me llegó antes de que acabara el año. El Eco más joven y juguetón me ha hecho pasar un buen rato mientras leía sus versos. En ellos, como si se tratara de una particularísima microhistoria de la filosofía, nos ofrece su punto de vista sobre algunos de los grandes nombres de la filosofía occidental, a los que después añade escritores Joyce o Proust e incluso unas impagables "Chansons à boire" para congresos científicos. Pero antes de copiar aquí algún poema quiero destacar algunas palabras de la Nota preliminar que nos dejó en 1992. 

Primero nos habla de las viñetas (hay una cuantas que podéis ver aquí) origen de toda la obra: Me permito volver a publicar Filósofos en libertad, cuyo origen es el siguiente: las viñetas sobre la historia de la filosofía las hice primero, en cantidad diez veces mayor, durante algunos congresos en la Universidad de Turín. Después llegaron los versos, se hicieron algunas publicaciones, la cosa fue creciendo y el resultado final es el que tenemos, muy bien editado por Libros del zorro rojoEn otro momento nos explica que tras los Filósofos en libertad y los dedicados a Proust, a Mann y a Joyce, fue añadiendo más poemillas que escribió en épocas distintas, casi siempre durante congresos aburridísimos. Importante y muy divertida me parece la anécdota que nos cuenta: Sé de gente que lo ha utilizado para preparar los exámenes de selectividad (lo cual, sin ser un lisonja de la obra, es sin duda una vergüenza para esta institución inquisitorial).  Y termina advirtiéndonos: El elevado ideal ético que ha dominado todos y cada uno de estos divertimentos ha sido siempre el de una absoluta corrección científica. Espero que sirvan de advertencia a las futuras generaciones: bromear, sí, pero seriamente (el destacado es mío).

Os dejo ahora el dedicado a 


LOS ANALISTAS DEL LENGUAJE


Con el insípido acento

de ese Oxford macilento,

contrario a los malditos

metafísicos viejitos,

ha surgido de la nada

una grey iluminada

de sabios que con coraje

analizan el lenguaje.


Ellos toman como guía

lo que Stevenson decía,

más que el pan los alimenta

lo que Gilbert Ryle les menta,

solo pueden afirmar

lo que dicen Hall o Hare,

junto a sus manes amados

es Rossi-Landi adorado,

también cuando no están tristes,

de Preti hacen muchos chistes.


Cuando Heidegger les larga

con su teoría amarga:

"la nada mucho nadea",

el analista se mea

y le dice «¡cierre el pico!,

no sea usted un borrico;

tendré la mente alelada

pero no entiendo de su Nada,

deme cualquier accidente

y le encuentro el referente.

Su frase acaso resuena,

y aunque me parece buena

y tiene digna presencia,

me provoca reticencia.

Si digo "da las manzanas",

no me ando por las ramas

ni me voy a la deriva,

pues la frase es prescriptiva.

La falsa filosofía

a la nada se confía.

Pero deja de ser vana

referida a la manzana.

Si tus frases analizas

no lo haces todo trizas.

Las ideas nebulosas 

no se avienen con mi prosa

y las dejo yo, a fe mía,

a la libre poesía, 

cuyas pseudoafirmaciones

propias son de esos mamones».


Y analiza esto y aquello 

el analista, ¡qué bello!,

con el lema de afirmar

lo que no puede probar.

De este modo, que evidencio,

se ve abocado al silencio.


Si queréis leer unos cuantos más, la editorial tiene un pdf con bastantes páginas liberadas.

***

miércoles, 1 de enero de 2025

UN LIBRO, UN POEMA (Karmelo C. Iribarren)

Editorial
#unlibrounpoema
 

He tenido la suerte de leer todos los poemarios de Karmelo C. Iribarren y este último incluso antes de que se publicara. No es que esto tenga ninguna importancia, pero a mí me hace ilusión.

En este La última del domingo Iribarren sigue siendo Iribarren en toda su plenitud y se mantiene fiel a su inconfundible y personalísimo estilo: una mirada desengañada sobre el mundo a lo Baroja, unas gotas de tristeza, un cierto afecto por lo ajado-cotidiano, un vivo ingenio y una construcción limpia del poema con sorpresa final. 

Os dejo el poema que abre la colección y el que la cierra:


LA RUTINA


Quién sabe si por su lentitud

o porque sus colores

preferidos

son el gris

y el azul desgastado, sin brillo,

de las chaquetas de los oficinistas,

no goza entre los jóvenes

de buena prensa.

De todo lo bueno que les pasa de largo

la responsabilizan a ella.

Los viejos, sin embargo, incluso rezan

para que no falte a la cita

al día siguiente.

Detesta las euforias

desmedidas, las sorpresas

y el culto excesivo a la esperanza.

No le hace falta más que un rato

para bajarle los humos

a lo espectacular.

Después de las catástrofes y las guerras,

después del infierno del desamor,

aparece ella,

como si nada,

y te ayuda a seguir adelante.





LA ÚLTIMA DEL DOMINGO


El cielo tiene color

de tinta china.

Allí enfrente,

paralelos al río, los árboles

—esqueléticos, temblando—

parecen colocados

para su ejecución.


No hay un alma en la calle,

ni luz en las ventanas,

ni apenas tráfico en la autopista.


No hay vida.

                   Y, sin embargo,

no está todo perdido.


Aquí abajo, en la plaza,

acaba de encenderse

el neón de El Álamo.


                                Bajaremos

a defender el fuerte.


Feliz año y felices lecturas


***

viernes, 27 de diciembre de 2024

LEER CONTRA LA NADA, Antonio Basanta

Editorial
No sé por qué he tardado tanto tiempo en dar noticia de esta joyita, pues es un libro que me encanta tener entre las manos y al que acudo con frecuencia, tal y como si fuera uno de esos libros de poesía que no queremos leer de una vez y vamos degustando poco a poco, para que el placer y la sorpresa se alarguen durante más tiempo. Absolutamente delicioso y recomendable para quienes gusten de los libros que hablan de la lectura. 

Para que os hagáis una idea de la muy atractiva y entrañable escritura de Antonio Basanta, transcribo el Incipit, que es, en sí mismo, una invitación a la lectura : 

¡¡¡Medalla de penúltimo en lectura!!! 
Jamás lo olvidaré. 
Estaba a punto de cumplir siete años. Por no sé qué arrebato de insólita magnanimidad, aquella tarde el hermano Apolinar, nuestro profesor de preparatorio, decidió premiarnos a todos los alumnos; eso sí, no sin antes clasificarnos del primero al último… 
No cabía en mí de emoción. Deseaba llegar a casa y hacer partícipe a los míos de aquel emblema minúsculo, algo roñoso, pero que yo sentía como mi primera gran victoria sobre la dislexia que me atormentaba, felizmente superada —prefiero no detallar cómo— pocos años después. 
Paradojas de la vida, después, todo mi discurrir profesional —y personal— ha girado en torno a la lectura: como docente, como coautor de libros escolares, como editor, como conferenciante, como articulista, como gestor de proyectos culturales… Y, sobre todo, como lector. 

Nada encuentro en mi vida más decisivo que leer. Ni experiencia más grata que pueda compartir con cuantos lo deseen. Ese es el propósito de este libro, nacido a petición de alguien a quien admiro tanto como quiero. 
Me declaro lector enamorado de las palabras. Tal vez porque amar es la condición que más se asemeja al leer, también él, como el amor, pura emoción. Descubrimiento. Diálogo permanente. Mutua entrega. 
Lo que la lectura concede solo la lectura nos lo puede otorgar. Esa es su genuina exclusividad. Y semejante particularidad cobra ahora, en nuestra turbulenta, cambiante y esperanzadora contemporaneidad, un valor extraordinario. 
Tal vez, desde la propia invención de la escritura, no haya vivido nuestra sociedad un proceso de mutación similar al que experimentamos en el momento presente. No hay aspecto de nuestras vidas que no haya sido sometido a un proceso de cambio extraordinario. Y la lectura no podía quedar ajena a semejante transformación. 
Leer, a lo largo de la historia, ha ido construyendo su sentido a través de capas que, superpuestas, ampliaron de continuo su valor y su pertinencia. Escribe Emilia Ferreiro, siempre magistral: 

Los verbos leer y escribir no tienen una definición unívoca. Son verbos que remiten a construcciones sociales, a actividades socialmente definidas. La relación de los hombres y mujeres con lo escrito (y lo leído) no está dada de una vez por todas ni ha sido siempre igual: se fue construyendo en la historia. 
         (…) Cada época y cada circunstancia dan nuevos sentidos a esos verbos.                                                                             EMILIA FERREIRO
                                Pasado y presente de los verbos leer y escribir 

La irrupción de la electrónica en nuestras vidas, la extensión de las redes comunicativas, los nuevos soportes en los que la información se traslada aportan sus propios códigos, sus propias prácticas y estrategias, que es necesario conocer para —como ya ocurriera en etapas anteriores—, a su vez, gobernar y usar en la mejor de las formas, con el máximo aprovechamiento. 
La cuestión capital no es el enfrentamiento entre lo ya conocido y lo que, por obedecer a reglas distintas, se presenta para algunos como el nuevo apocalipsis. Todo lo contrario. Lo realmente importante es saber que a la lectura se le pueden sumar nuevas funciones y formas de expresión. 
Y que nuestro deber, antes de denostarlas —muchas veces movidos tan solo por la comodidad, el mantenimiento de lo establecido o simplemente por una no confesada ignorancia—, es tratar de entender sus normas, su formulación, conocer sus fortalezas y debilidades, desde la certeza de que lo que ahora se nos presenta no es un ligero matiz con el que colorear el cuadro ya pintado con anterioridad, sino una nueva concepción de la pintura, que no acaba con lo anterior, pero que sin duda lo transformará. Perdón: que ya lo está transformando. 
Este pequeño libro nace de esa convicción, de ese esperanzado deseo. Y de un compromiso que es también moral: el de hacer de la lectura un "arma cargada de futuro", como Gabriel Celaya definía la poesía. 
Escrito desde la mayor humildad, muy consciente de lo modesto de mi reflexión, Leer contra la nada bebe de la sabiduría de tantos otros que me han iluminado en el camino. Felizmente no son pocos, de entre ellos, los que han accedido a mi invitación y aquí se hacen presentes, bien en las citas textuales, bien en la selección de textos que ofrezco al final de cada apartado de esta obra, o en la bibliografía que cierra este breve volumen. 
De muchos de ellos he recibido historias, geniales pensamientos, anécdotas pletóricas del palpitar de la vida. Y, sobre todo, palabras, palabras, siempre palabras, llegadas tantas veces de los poetas, que, como inagotable manantial, siguen dando alma a cada uno de mis sueños. 

Si he perdido la vida, el tiempo, todo 
lo que tiré, como un anillo, al agua, 
si he perdido la voz en la maleza, 
me queda la palabra. 

Si he sufrido la sed, el hambre, todo 
lo que era mío y resultó ser nada, 
si he segado las sombras en silencio, 
me queda la palabra

Si abrí los labios para ver el rostro 
puro y terrible de mi patria, 
si abrí los labios hasta desgarrármelos, 
me queda la palabra. 

                   BLAS DE OTERO, "En el principio" 

A todos, mi gratitud y reconocimiento. También a cuantos pueblan el universo lector: escritores, ilustradores, traductores, críticos, periodistas, comunicadores, diseñadores, madres y padres de familia, docentes, bibliotecarios, archiveros, documentalistas, editores, libreros, impresores, distribuidores, mediadores, lectores en general… Y a quienes, como heraldos de un mañana que ya es hoy, diariamente se suman a este territorio lector, más rico y más radiante, por más renovado y más diverso. 
"Leer es siempre una expedición a la verdad", escribió Franz Kafka
Con todo afecto, les invito a tan feliz travesía.

En este libro aprendí que de las 59 áreas del cerebro que tienen que ver con la actividad intelectual, 5 se activan cuando vemos un programa de televisión, 42 cuando escuchamos música, y todas ellas, las 59, cuando ejercitamos la lectura. Fascinante. Otro motivo más para seguir leyendo. Regaláoslo. 


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miércoles, 25 de diciembre de 2024

CANTO XXVI, INFIERNO, DIVINA COMEDIA

Editorial
#unlibrounpoema

En su viaje por el infierno, el purgatorio y el cielo, Dante es acompañado por Virgilio en los dos primeros y por Beatriz en el último. En el primero de esos espacios nos vamos a encontrar multitud de personajes contemporáneos del poeta (podríamos entender esto como una venganza poética) y otra multitud de personajes de la antigüedad. 

La primera vez que leí este clásico, hace ya muchos años, me sorprendió tanto como me entristeció encontrármelos allí, condenados por el florentino al sufrimiento eterno. Mi ser adolescente se rebelaba contra esa condena. Más adelante, cuando empecé a saber de la formación teológica y filosófica del poeta, también comencé a entender que la edad media y la Suma Teológica del de Aquino no podían salvarlos del sitio donde se encontraban. La época y las creencias eran las que eran. Esto ya ni me preocupa ni me ocupa el pensamiento. Pero sí hay un par de tercetos que me siguen pareciendo fundamentales. Son los que he destacado en destacado en rojita (permítaseme decirlo así).

El Canto XXVI es ese en el que aparece Ulises, quien interrogado por Virgilio nos ofrece su explicación y nos recuerda qué es lo que verdaderamente nos empuja a iniciar una nueva empresa: la pasión de conocer. Lo que movió a Ulises es lo mismo que sigue moviendo a cuantas personas en la historia de la humanidad se han aventurado a descubrir nuevos senderos por donde pueda transitar el conocimiento y, acaso, con ello, mejorar un poquito las condiciones vitales de la sociedad. 

[Me he permitido cambiar un par de palabras por eso de favorecer el más fácil entendimiento de lo expresado y he enlazado los nombres propios por la misma razón].

¡Goza, Florencia, ya que eres tan grande,
que por mar y por tierra bate alas,
y en el infierno se expande tu nombre! 

Cinco nobles hallé entre los ladrones
de tus vecinos, de donde me vino
vergüenza, y para ti no mucha honra. 

Mas si el soñar al alba es verdadero, 
conocerás, de aquí a no mucho tiempo,
lo que Prato, no ya otras, te aborrece. 

No fuera prematuro, si ya fuese:
¡Ojalá fuera ya, lo que ser debe!
que más me pesará, cuanto envejezco. 

Nos marchamos de allí, y por los peldaños
que en la bajada nos sirvieron antes,
subió mi guía y tiraba de mí. 

Y siguiendo el camino solitario,
por los picos y rocas del escollo,
sin las manos, el pie no se valía. 

Entonces me dolió, y me duele ahora,
cuando, el recuerdo a lo que vi dirijo,
y el ingenio refreno más que nunca, 

porque sin guía de virtud no corra;
tal que, si buena estrella, o mejor cosa,
me ha dado el bien, yo mismo no lo enturbie. 

Cuantas el campesino que descansa
en la colina, cuando aquel que alumbra
el mundo, oculto menos tiene el rostro,

cuando a las moscas siguen los mosquitos,
luciérnagas contempla allá en el valle,
en el lugar tal vez que ara y vendimia;

toda resplandecía en llamaradas
la bolsa octava, tal como advirtiera
desde el sitio en que el fondo se veía. 

Y como aquel que se vengó con osos, 
vio de Elías el carro al remontarse,
y erguidos los caballos a los cielos,

que con los ojos seguir no podía,
ni alguna cosa ver salvo la llama,
como una nubecilla que subiese; 

tal se mueven aquéllas por la boca
del foso, mas ninguna enseña el hurto,
y encierra un pecador cada centella. 

Yo estaba tan absorto sobre el puente,
que si una roca no hubiese agarrado,
sin empujarme hubiérame caído. 

Y viéndome mi guía tan atento
dijo: "Dentro del fuego están las almas,
todas se ocultan en donde se queman."

"Maestro —le repuse—, al escucharte
estoy más cierto, pero ya he notado
que así fuese, y decírtelo quería: 

¿quién viene en aquel fuego dividido,
que parece surgido de la pira
donde Eteocles fue puesto con su hermano?"

Me respondió: "Allí dentro se tortura
a Ulises y a Diomedes, y así juntos 
en la venganza van como en la ira;

y dentro de su llama se lamenta
del caballo el ardid, que abrió la puerta
que fue gentil semilla a los romanos.

Se llora la traición por la que, muerta,
aún Daidamia se duele por Aquiles,
y por el Paladión se halla el castigo".

"Si pueden dentro de aquellas antorchas
hablar —le dije— pídote, maestro,
y te suplico, y valga mil mi súplica, 

que no me impidas que aguardar yo pueda
a que la llama cornuda aquí llegue;
mira cómo a ellos lleva mi deseo". 

Y él me repuso: "Es digno lo que pides
de mucha loa, y yo te lo concedo;
pero procura reprimir tu lengua.

Déjame hablar a mí, pues que comprendo
lo que quieres; ya que serán esquivos
por ser griegos, tal vez, a tus palabras".

Cuando la llama hubo llegado a donde
lugar y tiempo pareció a mi guía,
yo le escuché decir de esta manera: 

"¡Oh vosotros que sois dos en un fuego,
si os merecí, mientras que estaba vivo,
si os merecí, bien fuera poco o mucho, 

cuando altos versos escribí en el mundo,
no os alejéis; mas que alguno me diga
dónde, por él perdido, halló la muerte".

El mayor cuerno de la antigua llama
empezó a retorcerse murmurando,
tal como aquella que el viento fatiga; 

luego la punta aquí y acá moviendo,
cual si fuese una lengua la que hablara,
fuera sacó la voz, y dijo: "Cuando 

me separé de Circe, que me sustrajo
más de un año allí junto a Gaeta,
antes de que así Eneas la llamase,

ni la filial dulzura, ni el cariño
del viejo padre, ni el amor debido,
que debiera alegrar a Penélope,

vencer pudieron el ardor interno
que tuve yo de conocer el mundo,
y el vicio y la virtud de los humanos

mas me arrojé al profundo mar abierto, 
con un leño tan sólo, y la pequeña
tripulación que nunca me dejaba. 

Un litoral y el otro vi hasta España,
y Marruecos, y la isla de los sardos,
y las otras que aquel mar baña en torno.

Viejos y tardos ya nos encontrábamos,
al arribar a aquella boca estrecha
donde Hércules plantara sus columnas, 

para que el hombre más allá no fuera:
a mano diestra ya dejé Sevilla,
y la otra mano se quedaba Ceuta".

"Oh hermanos —dije—, que tras de cien mil
peligros a occidente habéis llegado,
ahora que ya es tan breve la vigilia 

de los pocos sentidos que aún nos quedan,
negaros no queráis a la experiencia,
siguiendo al sol, del mundo inhabitado. 

Considerad cuál es vuestra progenie:
hechos no estáis a vivir como brutos,
sino para conseguir virtud y ciencia
". 

A mis hombres les hice tan ansiosos
del camino con esta breve arenga,
que no hubiera podido detenerlos; 

y vuelta nuestra proa a la mañana,
alas locas hicimos de los remos,
inclinándose siempre hacia la izquierda. 

Del otro polo todas las estrellas
vio ya la noche, y el nuestro tan bajo
que del suelo marino no surgía. 

Cinco veces ardiendo y apagada
era la luz debajo de la luna,
desde que al alto paso penetramos, 

cuando vimos una montaña, oscura
por la distancia, y pareció tan alta
cual nunca hubiera visto monte alguno.

Nos alegramos, mas se volvió llanto:
pues de la nueva tierra un torbellino
nació, y le golpeó la proa al leño. 

Le hizo girar tres veces en las aguas;
a la cuarta la popa alzó a lo alto,
bajó la proa —como Aquél lo quiso— 
hasta que el mar cerró sobre nosotros.


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jueves, 19 de diciembre de 2024

LOS OJOS DE MONA, Thomas Schlesser

Ejemplar del KM
Los ojos de Mona tiene mucho más de divulgación que de literatura, lo que está muy bien para quienes busquen iniciarse en el conocimiento de unas cuantas obras de arte y adentrarse en algunos de sus secretos, pero no tan bien para quienes busquen más una novela y les interese menos el recorrido por el Louvre, el Orsay y el Beaubourg

En la contraportada se cita una frase propagandística de Livres Hebdo que compara la obra de Schlesser con la de Jostein Gaarder, El mundo de Sofía. Ciertamente el espíritu que las anima es el mismo: dar a conocer y hacer surgir el gusto por la disciplina de la que se ocupan —arte en una, filosofía en la otra—; ambas están escritas pensando en un público adolescente, aunque pueden ser leídas por cualquier persona de cualquier edad; las protagonistas son dos niñas...

Ahora bien, en la de Gaarder el montaje narrativo estaba bien trabado e independientemente de que no descuidara la aproximación al mundillo filosófico, era la historia que se contaba y cómo se hacía la que tenía fuerza e interés. En el caso de Los ojos de Mona, el elemento narrativo resulta bastante flojito, a veces incluso inverosímil. Más parece una excusa para introducir el recorrido por los 52 capítulos (el año tiene 52 semanas), para que Mona y su abuelo se adentren en la aventura de recorrer 52 obras de arte que podríamos entender como un esquemático recorrido por la historia del arte... que hay en París, pues ese recorrido comienza con Botticelli y termina con Pierre Soulages.

Es cierto que Schlesser, profesor de la Escuela Politécnica de París e historiador del arte, realiza un intento por trascender la mera descripción técnico-anecdótica de cada obra para sacar una enseñanza de tipo vital asociada a cada una de ellas, de ahí que se promocione como una novela filosófica. Desde mi punto de vista creo que se queda en intento y que le sobra un exceso de didactismos. Pero son estos pecadillos disculpables y bienintencionados. 

El argumento es muy sencillo: Mona, una niña de 10 años, sufre una ataque de ceguera momentáneo, lo que parece ser un accidente isquémico transitorio. Se teme que en un plazo más o menos largo pueda quedarse ciega. Su abuelo, amante del arte, quiere que si eso llega a pasar, Mona pueda retener en la memoria toda la belleza del mundo que se recoge en esas 52 obras maestras y la llevará cada miércoles de cada semana, sin que los padres lo sepan (?!), a visitar y aprehender la belleza que hay en ellas.

Sí me parece que puede funcionar muy bien como lectura paralela a un primer curso de historia del arte en un instituto y, especialmente, como guía divertida y original para visitar esos tres fascinantes museos de la capital francesa, como debe ser visitado un museo, deteniéndonos en dos o tres obras nada más, sin pretender la ridícula borrachera de formas, materiales, técnicas y colores que es pasar por toda las salas mirándolo todo... sin ver nada.

Página Dos entrevistó al autor (minuto 15:00) en el mes de marzo.

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