No temas a los dioses,
No te preocupes por la muerte;
Lo que es bueno es fácil de conseguir, (la negrita es mía)
"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
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Ejemplar del KM |
Lecciones de epicureísmo no es un libro de autoayuda, aunque buena parte de la filosofía sea en sí misma un esfuerzo magnífico por enseñarnos qué debemos hacer ante determinadas dificultades o cómo reaccionar ante las adversidades. Y para eso, la filosofía clásica tiene un excelente muestrario y magníficos maestros.
El libro es una buena presentación de la filosofía hedonista [nota al margen: en filosofía hedonismo o epicureísmo hacen referencia a la misma escuela de pensamiento]. Y habrá que repetir una vez más que el hedonismo no es eso que se entiende popularmente como la búsqueda exclusiva del placer, vivir de fiesta en fiesta y de lujo en lujo, o hacer cuanto nos viene en gana para satisfacer nuestros deseos. Sin duda, maximizar el placer (hedoné, de ahí el nombre) y minimizar el dolor era el objetivo prioritario de la vida de cualquier persona.
Ahora bien, Epicuro distingue 3 tipos de deseos y nos da normas y argumentos para satisfacerlos y conseguir de esta manera tener una vida más placentera y menos dolorosa:
- Naturales y necesarios: más que deseos podríamos calificarlos como necesidades primarias y biológicas, alimentarse, tener cobijo, descansar. Su satisfacción siempre proporciona satisfacción.
- Naturales y no necesarios: nacen del deseo de los seres humanos de variar y obtener más placer de la vida. Por ejemplo satisfacer el apetito con una exquisita paella y no con un trozo de pan, saciar la sed con un zumo y no con agua, o dormir en la más cómoda de las camas. Estos deseos debemos moderarlos, pues si se convierten en una obsesión, pueden proporcionarnos más disgustos que satisfacciones.
- No naturales y no necesarios: el lujo, el poder, la riqueza, la fama, la gloria, el prestigio, los honores... A estos deseos debemos renunciar desde el primer momento, pues no se sacian nunca, cuanto más tenemos más queremos, y terminan convirtiéndose en una fuente de preocupaciones; es decir, lo contrario del placer.
Sellars recorre bien todas las ideas fundamentales del epicureísmo y dedica un capítulo a cada uno de estos asuntos: la consecución de la serenidad, el placer de la amistad, las razones por las que estudiar la naturaleza y abandonar el infundado temor a la muerte. Naturalmente, no se olvida de citar, cuando corresponde, al mayor de los epicúreos de la época romana, Lucrecio y su magnífico De rerum natura.
En fin, una lectura apta para cualquier persona, tenga o no inquietudes filosóficas. Claro y ameno. Si quienes dirigen la sociedad practicaran el epicureísmo, mejor nos iría a todos.
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Todos los días sale el sol |
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Vespa velutina nigrithorax |
Macroglossum stellatarum |
Sophora japonica |
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Flor de catalpa. |
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Flor de melia azedarach, cinamomo. |
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Rosas. |
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Una de ellas. |
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Fresa silvestre. |
Es sorprendente la gigantesca diversidad de la belleza que nos sale al paso un día cualquiera en cualquier lugar. No es necesario que salga un día con una luz espléndida ni que estemos en un paraje extraordinario ni que el momento sea el más adecuado para apreciarla, aunque esas circunstancias, claro, pueden ayudar a que seamos más receptivos o conscientes.
Las flores, por supuesto, ayudan, pues ellas mismas son objetos bellos en sí mismas y disponen de numerosas cualidades para atraernos: forma, color, aroma. Raro es encontrar una persona a la que no le guste ninguna flor. Pero el regalo del día no viene dado por ninguna de las cualidades intrínsecas de, en este caso, esas blanquísimas correhuelas, sino por la manchita que descubrí en la primera de ellas cuando la vi en la pantalla del ordenador.
La correhuela, según dicen, es una mala hierba que aparece de manera silvestre en los sitios más insospechados. En este caso debajo de la monumental estructura de cemento de la autopista. En un no-lugar donde crecen otras plantas silvestres que se van cediendo el protagonismo a medida que pasa el tiempo y vamos cambiando de estación.
Me gusta que en sitios como esos, abandonados a su propia suerte y aparentemente muy inhóspitos, esté presente la vida y, además, se prodigue en formas muy diversas. Entendámonos, no es la selva tropical ni existe una biodiversidad que pueda constituirse en reserva biológica del planeta.
Por supuesto que no, pero me resulta conmovedor y fascinante que entre montañas de hormigón y asfalto se levanten unas hermosas flores blancas con todas sus funciones biológicas a pleno rendimiento y que, además, sirvan de casa, de territorio a explorar, o de lo que sea, a esa diminuta araña roja, que es la que pude ver cuando pasé la imagen a la pantalla grande del ordenador.
Y es que la vida, y ese es el regalo, se abre paso por encima y a pesar de todas las condiciones adversas. Aceptarlo, apreciarlo y disfrutarlo es ya cosa nuestra.Más regalos sin palabras:
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