sábado, 15 de febrero de 2025

REGALOS DEL DÍA (Diario de un epicúreo agradecido), 22




Me gusta mucho esta breve reflexión que Balmes anotaba al final de la segunda carta de la serie Cartas a un escéptico en materia de religión: No olvidemos que la sencillez es el carácter de la verdad, y que poco fía de sus descubrimientos quien no se atreve a presentarlos a la luz del día


No voy a entrar a discutir la mayor o menor exactitud empírica de lo que dice Balmes, porque lo que quiero destacar es lo de la sencillez y el descubrimiento, que es en lo que coincido con nuestro pensador ilustrado. 

Sencillo, discreto y frágil es el musgo que cubre suelos —naturales y urbanos—, paredes y cortezas; tan expuesto a cualquier impulso humano como tenaz en su insistencia. En cuanto al descubrimiento, yo no soy protagonista de ninguno, han sido el frágil musgo y la sutil luz quienes me ha descubierto su belleza. Yo solo hago de intermediario para proclamarla y difundirla.

Nada más salir del portal de casa, a unos escasos metros de distancia, ahí estaba este pequeño núcleo de musgo, con sus esporófitos bien erguidos, como si fueran un campo de césped sin cortar, bañados por la luz matinal del sol y ofreciendo toda su espléndida belleza natural y verdadera a quien quisiera pararse a contemplarla. Dos escasos centímetros de altura y una extensión superficial de poco más de un palmo son materia más que suficiente para ofrecer un soberbio regalo en forma de vida.


Y ya que esto es el diario de un epicúreo, habrá que recordar el famoso tetrafármaco (τετραφάρμακος), esos cuatro versos recuperados de los papiros de Herculano, donde se plasmaban en forma de máximas las ideas clave de Epicuro sobre Dios, la muerte, el placer y el dolor: 

No temas a los dioses,
No te preocupes por la muerte;
Lo que es bueno es fácil de conseguir,
(la negrita es mía)
Lo que es terrible es fácil de soportar.

La naturaleza, que siempre se ofrece generosa, es una de las mayores fuentes de placer que los seres humanos tenemos a nuestro alcance y no puede ser más sencillo acceder a ella, solamente se necesita mirar. No en vano De la naturaleza era el tratado más importante de Epicuro del que, por desgracia, no se conservan nada más que unos pocos fragmentos.

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