La azotea
Cada lector busca sus propias sendas, sus historias, entre filias y fobias recorre los estantes y las webs literarias, conversa con su librero de guardia buscando socios de viaje para sus tiempos de lectura. No siempre es fácil moverse en las mareas de novedades o clásicos atrasados, y la eterna falta de tiempo.
Siempre me ha parecido caprichoso cómo llega un título a nuestras manos, y por eso hoy quiero rescatar un libro de los que llegan en silencio, sin darte cuenta, y de una editorial nueva “sin referencias”, y que en poco tiempo se ha convertido en un éxito con cientos de lectores, cuatro ediciones y múltiples reseñas. Es el inicio de un proyecto editorial que aun teniendo un nombre como Tránsito, parece que ha llegado para quedarse.
Pero primero permítanme invitarles a subir a la azotea. La azotea de la escritora uruguaya Fernanda Trías. Debo avisarles antes, sí: no va a ser cómodo, y no van a volver como fueron. Esto parece serio, pero es que este libro tiene un punto de exigencia, de interpelación, de diálogo teatral que parece romper la cuarta pared para cumplir con las palabras que pronuncia su protagonista: “El mundo es esta casa”.
Porque Clara, ella, punto central de la historia, vive atrincherada en una casa, cerrada a cal y canto, con su padre, su hija y un canario enjaulado. Un padre enfermo, una hija sin padre conocido, un pájaro que no le gusta. Y no sabemos cuándo, ni dónde, ni cómo, pero ellos están allí, atrapados en sus propios miedos y fracasos, haciendo del exterior pura amenaza. Todo tiene un punto de sinrazón de tintes kafkianos, pero según vamos entrando en sus días, vamos
viendo un microcosmos que se une con nuestras propias vidas, la de cada lector, la de nuestras vivencias. El tiempo quieto, inquieto, un mundo que parece esperarnos en cada extraño que toca a la puerta para devorar nuestros refugios.
Como un barco a la deriva, presentimos el naufragio, pero antes debemos vivir sus alegrías, sus historias cotidianas, los anuncios medidos del día final, sin saber si todo es dentro o fuera, si es civilización cruel o locura individual. Pero Fernanda Trías elabora tan bien la melodía que parece tener textura en sus crujidos y quejidos, en las luces ocultas y en las azoteas llenas de tejados y libertad efímera. Sé que les dejo con todo a medio trazar, pero no se debe decir más, hay que aventurarse a subir con ella a esa azotea, y dejarse llevar por el abismo: el de Clara, el de ustedes. Pregunten en su librería, vean el catálogo de títulos de editorial Tránsito, el que Sol Salama, su editora, nos va regalando en lo que ella denomina como una apuesta por la “literatura descarnada”, en femenino y entendiendo la edición como “acto reivindicativo y político”.
Tal como termina la escritora Marta Sanz la recomendación de la contra del libro, terminamos: “Atrévanse”.
Adolfo López
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