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En Fundamentos de filosofía —libro que recomiendo a cuanta persona quiera iniciarse en la filosofía—, García Morente decía que quien quisiera dedicarse a ella debería infantilizarse, hacerse niño. ¿En qué sentido? En el sentido de que la disposición de ánimo para filosofar debe consistir esencialmente en percibir y sentir por dondequiera, en el mundo de la realidad sensible, como en el mundo de los objetos ideales, problemas, misterios; admirarse de todo, sentir lo profundamente arcano y misterioso de todo eso; plantarse ante el universo y el propio ser humano con un sentimiento de estupefacción, de admiración, de curiosidad insaciable, como el niño que no entiende nada y para quien todo es un problema (p 20).
Esta curiosidad insaciable de la que hablaba Morente, y de la que ya nos advirtieron los clásicos, es la disposición fundamental para encender el motor del conocimiento, la pasión por el saber, la filosofía, que es, entre otras muchas cosas, la base sobre la que se sustenta cualquier otro conocimiento. Adela Cortina lo explica mejor que yo.
Ya lo habéis oído: la filosofía es una necesidad, por eso la reivindicamos.
Excelente entrada.
ResponderEliminarEn tiempos de tribulaciones, como los nuestros, hay una vuelta del interés por la filosofía. A mí me asombra la cantidad de conferencias de calidad que pueden escucharse en Youtube.
Muchas gracias, Squirrel.
EliminarFeliz domingo... de filosofía.