No había estado nunca en un museo dedicado al títere y, sin embargo, pocas veces me he divertido tanto en un museo como recorriendo este humilde y enormemente sugestivo museo del títere gaditano, que, además, es gratuito. Os dejo una muestra:
Cádiz
"El espacio puede tener un horizonte y el tiempo un final, pero la aventura del aprendizaje es interminable". Timothy Ferris. La aventura del Universo.
Cádiz
Ejemplar del KM |
—Henry D. Thoreau o el derecho a la desobediencia, de Carme Romia i Agustí.
—La estaca verde de León Tolstói, de José Luis Gordillo.
—Gandhi y la no violencia, de Antoni Soler Ricart.
—Sobre el pacifismo de Albert Einstein, de Francisco Fernández Buey.
—"Sentada en mi lado del abismo". Sobre Tres guineas, de Virginia Woolf, de Elena Grau Biosca.
—"Lo espantosamente nuevo":guerra y paz en la obra de Hannah Arendt, de Verena Stolcke.
—Martin Luther King. Un hombre que tuvo un sueño de igualdad, de Joan Gomis.
—E. P. Thompson: protestar para sobrevivir al extremismo, de Jaime Pastor.
Cada una de las ponencias anda en torno a las 20 páginas y todas tienen al final una bibliografía más o menos amplia para continuar ahondando en el personaje del que se ocupan y en las ideas que defendió. Todas ellas son de fácil lectura y gran agilidad expositiva. Pueden valer, asimismo, para despertar el interés, si es que no se conocían previamente, como puerta de acceso al pensamiento de quienes protagonizan las ideas pacifisitas que el texto se divulgan.
A mí me parece que el mayor atractivo de este título, todavía a la venta en librerías, es el amplio abanico de perspectivas que recoge y, sin ser un libro de historia del pensamiento pacifista o de introducción al mismo, da buena cuenta de los distintos puntos de vista que sobre el tema ha habido hasta los años 80 del siglo XX gracias a la variedad y relevancia de las personas de las que se ocupa. Acaso, pueda parecer extraña la inclusión de V. Woolf en este título, pero la extrañeza desaparecerá en cuanto se lea el texto de Elena Grau o, mejor, el de V. Woolf.
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Sueño, Primero sueño o El sueño de sor Juana Inés de Cruz es la obra más compleja e importante de esta escritora barroca mexicana, pionera en muchos aspectos y una intelectual que todavía hoy nos sigue sorprendiendo.
Dada la complejidad de la escritura —proliferación de hipérbatos, es decir, la ruptura natural del orden de los elementos de una oración; y la enorme abundancia de paréntesis y digresiones—, así como la abstracción del tema, tal vez lo mejor sea abandonarse a la sugestión de las palabras y dejarse llevar por ellas.
Para quienes deseen ir un poco más allá es conveniente decir que El sueño se inscribe dentro de lo que en la época era conocido como sueños de ascensión, en los que el alma salía del cuerpo y buscaba el sentido del mundo. En esa tradición está la obra magna de Dante, Divina comedia, la novela de Kepler, Somnium sive Astronomia lunaris, o el Iter exstaticum coeleste, de Kircher.
Editorial |
Así, pues, el contenido del poema es el siguiente: Llega la noche, todo duerme y el alma sale del cuerpo para descubrir el sentido del mundo. Se describe la quietud de la naturaleza, la de los animales y la del propio cuerpo. Aquí se proyecta la mirada sobre las funciones fisiológicas del corazón, los pulmones y el estómago. El alma fracasa en su intento de conseguir una intuición global del universo. Hemos llegado, más o menos a la mitad del poema (v 560). Cambia de método y recurre ahora al método deductivo. Fija su atención en minerales, vegetales, reino animal y el ser humano. El fracaso es el mismo y termina reconociendo la incapacidad humana para comprender el mundo en su complejidad, aunque el deseo de conocimiento se mantiene. Llega el día, los sentidos se despiertan quedando a luz más cierta/el mundo iluminado, y yo despierta (v 975).
Además de los precedentes clásicos como Somnium Scipionis (Cicerón), Hercules furens (Séneca) o Somnus (Estacio), sería injusto no señalar textos modernos de los que en alguna medida podemos considerar este magno Sueño como antecedente, tal vez lejano, tal vez simbólico, pero precedente al fin y al cabo: la Anábasis de Saint-John Perse, La tierra baldía, de Eliot; Kubla Khan, de Coleridge; Un golpe de dados, de Mallarmée; Altazor, de Huidobro...
En fin, que aquí os dejo la grabación completa del que la crítica especializada considera el mejor y más hermético poema de esta monja ilustre cuya pasión por conocer no tenía límites. Yo, exhausto por el esfuerzo de la lectura; pero aquí está:
Lo mejor de los regalos es que llegan por sorpresa y por eso hacen más ilusión. Estos Ensayos literarios llegaron hasta mi hace poco más de un mes y desde entonces me acompañan de forma continua y me sirven de descanso entre esas otras lecturas más obligatorias a las que el quehacer diario me empuja.
El profesor Antonio Chicharro, quien se ha encargado de esta edición llevada a cabo por Visor en 2009 y subvencionada por el KMKulturunea y la Diputación de Gipuzkoa, ha organizado todo el material en tres grandes apartados: Ensayos mayores, donde está recogidos trabajos tales como Exploración de la poesía, La voz de los niños, Gustavo Adolfo Bécquer, Inquisición de la poesía y Poesía y verdad (Papeles para un proceso). En la segunda parte, Otros ensayos, se recogen artículos, cartas abiertas, prólogos, notas e introducciones que Celaya fue publicando desde 1947, y que nunca se aparecieron recogidos en una publicación de forma conjunta. El tercer apartado, el más breve, es el que lleva por título Parte documental, y es donde aparecen versiones y traducciones de algunos trabajos anteriores más una bibliografía del escritor.
Como lector que soy de crítica literaria, aprecio en todo su valor los trabajos que el gran poeta vasco dedicó a esclarecer y comentar la obra de otros poetas. Me gustan mucho todos esos artículos en los que queda recogido un anecdotario más que interesante sobre encuentros, pasajes curiosos y vivencias, que de no ser por ese género literario menor quedarían perdidos irremisiblemente. Pero la sección que más me ha gustado es la que bajo el título de La voz de los niños dedica a juegos, suertes y canciones infantiles varias (verdadero trabajo de investigación etnográfica). Ahí me he encontrado con alguna cancioncilla de la infancia que ya tenía absolutamente olvidada y otras de las que no sabía nada, porque seguramente sean de cuando mis padres (hace tiempo fallecidos) tenían edad infantil o más antiguas. Un par de ejemplos:
Don-don beledron,
beledrongo elizan,
iru atso dantzan,
irurak ezdute
ardit bana poltsan.
Está en euskera anterior a la unificación que realizó la Academia Vasca, es decir, el que hoy se utiliza en los medios de comunicación y en los centros de enseñanza. Esta tonadilla para echar a suertes dice en los tres versos finales: tres viejas están bailando, ninguna de las tres tiene, un ardite en el bolsillo. Mi sorpresa vino por esa moneda. Si ya nos hemos olvidado de la perra gorda y de la perra chica, imaginaos el ardite, cuyo nombre solo conocen quienes hayan estudiado algo de historia económica o sean habituales de la literatura de los siglos XVI y XVII.
Esta otra cancioncilla corresponde a esas en las que se realizaba un pequeña representación dramática mientras se cantaba:
En mayo, me dio un desmayo.
En mayo, me desmayé.
En mayo, cogí una rosa.
En mayo, la deshojé.
Ponte, ponte, ponte
la mantilla blanca.
Ponte, ponte, ponte
la mantilla azul.
Ponte, ponte, ponte
la red colorada.
Ponte, ponte, ponte
la que quieras tú.
¿Fue, acaso, esta letrilla infantil el origen de la popular canción canaria Palmero sube a la palma?
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Influido por la lectura de Thoreau, Tolstói empieza por aplicar las ideas recogidas en los textos del norteamericano en Yasnaia Poliana, la finca propiedad de la familia, y allí mismo abre una escuela primero, después libera a toda la servidumbre. Lo que él entiende por ley cristiana del amor será la guía de su vida y la que intenta recoger de la manera más sencilla y expresiva posible en este texto de poco más de cien páginas. Es su última obra, su testamento moral —Esto es lo que quería decir a mis hermanos antes de morir (p 110)—. Su rechazo a cualquier forma de coerción, humillación, abuso o violencia ejercida sobre otro ser humano.
Tolstói estaba convencido de que el amor podía ser la norma de conducta que dirigiese las relaciones sociales, el camino por donde debía transitar toda acción humana, tanto mercantil como política. Siendo así, se desactivaría la violencia y, como consecuencia, se instauraría una sociedad donde reinara la justicia en todas y cada una de sus actuaciones. El mensaje es simple y directo. Solo hay que ponerlo en práctica. Gandhi se inspiró en él. Otro tanto hizo Martin Luther King. Se puede soñar.
Ruslán y Liudmila es un poema de Pushkin que cuenta la historia del rapto de la hija del príncipe Vladímir de Kiev, Liudmila, por un malvado mago, y los esfuerzos del valiente caballero Ruslán por rescatarla. Con él Pushkin, posiblemente el más grande poeta de su lengua, inaugura lo que se conoce como la edad de oro de esa literatura. El poema lo comenzó a escribir en 1817 y se publicó en 1820. La ópera la compuso Glinka entre 1837 y 1842 y el libreto hubiera sido obra del poeta romántico si su muerte en duelo no lo hubiese impedido.
Glinka, conocido como el padre de la música rusa por su fértil inspiración en la música popular de su país, influyó en numerosos e importantísimos comopositores, entre ellos se cuentan, por ejemplo, Bartók, Grieg, Músorgski o Chaikovski.
En esta deslumbrante obertura, toda ella ritmo y fuerza expresiva, recuerda sobremanera en su momento inicial al mejor Rossini, aunque enseguida hace un quiebro, cambia el sentido y retoma sonidos más propios de la música popular de su país. En fin, se mire como se mire —o se escuche como se quiera—, una delicia para acompañar el primer café del día y darnos un empujón vitalista para comenzarlo con energía.
Dirige: Valeri Guérguiyev.
Interpreta: Orquesta del Teatro Mariinsky.
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Imagen creada por Imanol Larrinaga. |
La primera de ellas, el lunes 13, tendrá lugar en Chillida Leku. Dará comienzo a las 17:00 e intervendrán Jon Gerediaga, Luisa Etxenike y Nuria Barrios. La parte musical correrá a cargo de Itsasne Fernández y Jon Makuso.
La jornada siguiente, el martes 14, se desarrollará en la Sala Club del Victoria Eugenia, a las 19:00. En ella leerán sus poemas Mikel Arruabarrena Larrarte, Iosune de Goñi, Izaskun Igoa Jaimerena, Juan Carlos Mestre eta Itziar Ugarte Irizar. Jon Makuso realizará el acompañamiento musical.
Para poder asistir a este último recital es necesario solicitar la entrada (gratuita) en la ventanilla del teatro Victoria Eugenia el mismo día, a partir de la 17:00.
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La nómina que recoge es esta: Joe Urbach (1976), Chris Talbott (1978), Sarah Diano (1979), Frank Shaughnessy (1980), Caitlin Makhlouf (1982), Amy Benoit (1983), Adam Wolniewicz (1985), LeRoy S. Davis (1987), 8A —pseudónimo de John Ochoa— (1987), Jilian Kwon (1988), Michael Hoffner (1990), Ariella Jenkins (1993) y Taylor Moore (1994). No conocía a ninguno.
A pesar de las casi 350 páginas del libro, los poemas son escasos (4 o 5 por poeta) ya que las entrevistas se llevan tantas páginas o más que la obra creativa que aparece, como es lógico en estos casos, en inglés y en castellano. De todos los poemas el que más me ha gustado ha sido el último, "Declaración de independencia", de T. Moore, que utiliza el vocabulario de la carta fundacional y realiza una reflexión sobre la masculinidad durante el mandato de Trump. Interesantísimo. No lo reproduzco aquí porque son diez páginas. Os dejo, en cambio, un par de epigramas de Sarah Diano.
EPIGRAMA
como suele enseñarse en el colegio
la luz de las estrellas que se apagan
sigue llegando un tiempo hasta nosotros
ahora extinta la luz de tu presencia
me llegan tus noticias por terceros
EPIGRAMA
nuestro amor con el paso de los años
aunque se extingan las especies y otras
hagan su aparición y las reemplacen
seguirá ahí como las cucarachas
después de la catástrofe nuclear