martes, 18 de noviembre de 2025

NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 18

Editorial
  #nietzschedescomplicado

Lecciones de Aurora 3

Aurora, publicado en junio de 1881, es el fruto del primer año de vida errante de Nietzsche; fruto de jardinero, que lo cultiva, o mejor: de embarazada, que lo gesta, siendo el padre –como en el caso de nuestra mítica virgen– «el espíritu», esto es, los más grandes espíritus de la historia, con quien Nietzsche entretenía su soledad. En mayo de 1879 la Universidad le había concedido una excedencia por razón de su mala salud, y una pensión que a Nietzsche le resulta suficiente para la vida austera que lleva. Pasa el verano en St. Moritz, y a principios de septiembre envía a su amigo Köselitz el manuscrito de El caminante y su sombra para que lo revise. Se publicará en diciembre de ese mismo año.

El caminante y su sombra, aun estando adscrito a la segunda parte de Humano, demasiado humano, supone el inicio de un cambio respecto de lo anterior. Como nos dice en uno de sus primeros parágrafos, «tenemos que volver a ser buenos vecinos de las cosas más cercanas» y olvidarnos de creer o de saber acerca de las «grandes cuestiones de la vida» (CS 16). Si la primera parte de Humano, demasiado humano había tratado de dar expresión conceptual, científica al pensamiento trágico, El caminante y su sombra implica cierto giro, y es que no son lo mismo el árbol de la ciencia y el de la vida (CS 1); por ello hay que volver a las cosas cercanas –a lo cotidiano– y no estar esperando a que la ciencia nos despeje el terreno de las postrimerías o como, jocosamente, dice Nietzsche, «las postrimerías y las anterioridades» del hombre (CE 16).

Esos últimos meses de 1879 son de los peores de su vida: su salud empeora hasta el punto de que en la primera carta que escribe en enero de 1880 le confesará al Dr. O. Eiser: «Mi existencia es una carga terrible»; carga terrible que, así y todo, encontrará consuelo en sus «pensamientos y perspectivas».

Su primer año de vida errante, a la busca siempre del clima que mejor le siente a su cuerpo, está marcado por la enfermedad y la soledad. La enfermedad, ya lo sabemos, será para Nietzsche acicate para perseguir la salud y entregarse a su tarea. La soledad, en parte impuesta por sus continuos desplazamientos, en parte elegida para poder dedicarse honestamente a su labor, será presupuesto fundamental en Aurora: quien quiera seguir su (propio) camino ha de aprender a estar solo.

Con dicha soledad, la que nos permite atendernos y cuidarnos en exclusiva, ajenos a esa necesidad que suele despertar en nosotros el trato con los demás, la de buscar la simpatía y el amor del otro (en el mejor de los casos), tiene que ver el egoísmo que Nietzsche reivindicará.

Uno de los parágrafos más significativos y hermosos de Aurora, titulado «el egoísmo ideal», compara la atención a uno mismo con el cuidado del embarazo: somos quienes damos a luz lo que seremos, ¡cuidémoslo! Dice: «¿Hay alguna condición que sea más sagrada que la de la gestación? ¡Hacer todo lo que se haga en la creencia tácita de que de alguna manera favorecerá lo que se está gestando en nosotros! ¡Y hará que aumente su misterioso valor, en el que pensamos entusiasmados! ¡Se dejan así muchas cosas de lado sin tener que obligarse uno demasiado! […] ¡Éste es el verdadero egoísmo ideal: atender siempre y vigilar, con el alma tranquila, que nuestro estado fecundo llegue a buen término!»

No sabemos lo que va a salir, lo que vamos a ser; solo sabemos que esa es nuestra tarea, nuestro cometido ahora: «Todo está velado, todo son corazonadas, no se sabe nada de cómo van las cosas, uno espera, procurando estar preparado. […] — crece, sale a la luz: no disponemos de nada con lo que decidir ni su valor ni su momento. Todo lo que nos corresponde es saber bendecirlo y defenderlo. Nuestra esperanza secreta es que “lo que aquí se está gestando sea algo más grande de lo que nosotros somos”: preparamos todo para él, para que venga al mundo en hora buena: no sólo todo lo útil, sino también las efusiones y los laureles de nuestra alma.»

Confíamos en que lo que venga sea mejor de lo que somos, nos supere. Atendiéndonos, cuidándonos, defendiéndonos, preparándonos esperamos descubrir, realizar nuestro yo más propio: «¡Éste es el verdadero egoísmo ideal: atender siempre y vigilar, con el alma tranquila, que nuestro estado fecundo llegue a buen término! Así, de manera indirecta, atendemos y vigilamos por el bien de todos, y el ánimo con que vivimos, ese ánimo de suave orgullo es un bálsamo que se extiende todo a nuestro alrededor aun sobre las almas inquietas.» — Hay que tratarse bien uno mismo o, como se suele decir, hay que quererse uno mismo, para poder tratar bien o querer a los demás.

Eso sí, al igual que las embarazadas tienen sus antojos, «¡tengamos nosotros también nuestros antojos, y no se lo tomemos a mal a los demás cuando les toque a ellos!» — ¡No se lo tomemos a mal a los demás cuando les toque a ellos! (A 552).


***
Si quieres la paz, no hables con tus amigos; habla con tus enemigos.  

Moshe Dayan  



Fuente: Wikipedia
Mapa de los conflictos armados en curso (número de muertes violentas en el año actual o anterior):      Guerras mayores (10 000 o más). Palestina, Ucrania, Sudán, Etiopía, Myanmar (Birmania).      Guerras menores (1 000–9 999).      Conflictos (100–999).     Escaramuzas y enfrentamientos (1–99).

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