lunes, 10 de abril de 2023

PERCY BYSSHE SHELLEY

Editorial

"Ven a saciar tu sed", me respondió.
    Y yo me levanté como un nenúfar,
    tocado por la alquimia del rocío,

varita de la aurora, obedecí
    su dulce mandamiento, alcé los labios
    al cáliz ofrecido y lo rocé;

y pronto mi cerebro fue la arena
    del Labrador, península esteparia,
    donde la ola primera reventó

y borró las pisadas, débil rastro
    del pánico de ciervos sorprendidos
    por el cruel lobo, que dejó sus huellas

visibles en la playa, la segunda
    ola las suprimió; del mismo modo
    me inundó una visión jamás gozada.

Creo que el párrafo que mejor sintetiza y define al poeta inglés es este que escribió Esteban Pujals en su magnífica Historia de la literatura inglesa:

En librerías. En pdf.
P. B Shelley (1792-1822) es un poeta rebelde y soñador muy diferente de su íntimo amigo Byron. La esencia de su inspiración radica en una sutilísima percepción de la belleza ideal —que para él es sinónimo de bondad— y en un apasionado esfuerzo para hacerla realidad en la tierra. Shelley intenta llevar al hombre a la bondad ideal por medio de la belleza, y opina que no se pueden establecer racionalmente principios de moral si antes no se ha enseñado a amar, admirar, confiar, esperar y sufrir (véase el prólogo de Prometheus Unbound, 1820). Es un reformador visionario, que soñó siempre con un mundo basado en el amor y en la libertas, y, desde su concepto platónico del poeta, estaba seguro de que sus poemas eran manifiestos que orientaban a la humanidad hacia la Edad de Oro. No podemos conceder demasiada importancia a su doctrina; las utópicas soluciones de Shelley no pasan de anhelos de adolescente, adorables anhelos de un gran poeta que ardía de simpatía por sus semejantes. Idealista revolucionario, creía que el hombre hallaría la felicidad tan pronto como prescindiera de las instituciones sociales, que le impedían manifestarse libremente y gobernarse de manera espontánea según la ley del amor, único soberano, fuerza trascendental que irradia belleza sobre todas las cosas. Esto se puede llamar anarquía poética. Pero no es el pensamiento filosófico de los poemas de Shelley lo que interesa, sino la suprema calidad estética que los ennoblece (pp 328-9).

Entre las comedidas y estudiadas palabras del sabio profesor y las del entusiasta y no menos sabio crítico Harold Bloom (Poemas y poetas. El canon de la poesía) no hay tanta distancia como a primera vista pudiera parecer. Conviene leer a ambos con detenimiento. Pero, por encima de todo, las del propio poeta, tanto en su vertiente más creativa (poética) como las que escribió ejerciendo de ensayista y también provocador panfletario:

Editorial


Editorial

El espíritu no puede aceptar como verdad aquello que carece de una demostración clara y evidente. Francis Bacon

Advertencia

Ya que el amor a la verdad es el único fin que ha llevado a la redacción de este pequeño tratado, el autor del mismo ruega encarecidamente a aquellos lectores que encuentren alguna deficiencia en sus razonamientos, o que dispongan de alguna prueba que su mente no haya podido obtener por sí misma, la den a conocer públicamente, junto con sus objeciones, tan pronta, metódica y francamente como su libertad se lo permita. 

Por falta de pruebas, un ATEO.

 Dios no existe 

[Esta negación debe entenderse exclusivamente en lo referente a la existencia de una deidad creadora. La hipótesis de la omnipresencia de un espíritu coeterno con el universo queda por desmentir].


Otras entradas dedicadas al Shelley.

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2 comentarios:

  1. Hola !!! Para mayo es Shelley? Un abrazo

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    Respuestas
    1. Así es, Manoli. Shelley y Keats. Dedicaré más tiempo a Shelley simplemente porque a Keats lo vimos hace relativamente poco tiempo.
      No vemos el 2 de mayo.
      Un abrazo.

      Eliminar

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