viernes, 9 de octubre de 2020

GENTE QUE TRABAJA EN LOS TEJADOS

Editorial: Fundación Ortega Muñoz.

No he podido resistir la tentación. Esta fotografía de los días del confinamiento se me vino a la memoria en cuanto di de bruces con la antología de Harkaitz Cano, que no conocía. No lo dudé un momento. Me lo llevé.


TEILATUETAN LAN EGITEN DUEN JENDEA

Zure agendan egonagatik sekula
ezagutu ez duzun jende hori da.
Gogoratzen saiatu arren arrotzak zaizkizun
izen eta zenbaki horiek guztiak.

Teilatuetan lan egiten duen jendeak 
ez dizu sekula aitortuko, baina badaki
zerua ez dela urdina,
samuraien izarekin egindako banderen zurrumurrua 
bereizten badaki
haizearen menera dagoenean.
Teilatuetan lan egiten duen jendeak, jende horrek du
benetako bertigoa.
Teilatuetan lan egiten duen jendeak ezingo luke
gau-club batean edo 
kafetxe bateko hormen artean lan egin.
Teilaren bat aske egon daitekeen susmoa dutenean
trazatu keinuak adierazten du
teilatuetan lan egiten duen jendea tango zalantzatien
irakasle izan zela
ez hain aspaldiko bizitza batean.
Teilatuetan lan egiten duen jendeak presa-orduak eta 
jende pilaketak saihesten ditu;
jendetzak eta autobusek eta leuzemiaren usainak eta 
gehiegi hitzak
mundua bere buztinezko artesietatik
amilarazteko arriskua balego bezala.

Teilatuetan lan egiten duen jendea ez da fido
goizeko bostetan kale hutsez ere,
eta teilatuetatik jaisten den apurretan,
espaloia utziz errepideko zebrabidea 
zapaldu aurretik,
oin bakar batez ziurtatzen du lehenbizi
asfaltuaren gogortasuna, zer gerta ere,
oinen pean ibai izoztu bat
hondoratuko zaion beldurrez.


Como esta antología es bilingüe y el mismo autor se ha encargado de traducir sus propios textos, aquí os la dejo:

GENTE QUE TRABAJA EN LOS TEJADOS

Es esa gente que, si bien figura en tu agenda, 
no reconoces.
Todos esos números y nombres que te son extraños,
aunque intentes recordar.

Ellos, la gente que trabaja en los tejados,
jamás lo confesarán, pero conocen 
el color del cielo.
Saben que no es azul sobre las aves.
La gente que trabaja en los tejados, esa gente sí
tiene verdadero vértigo.
La gente que trabaja en los tejados
no podría trabajar en un club nocturno
ni entre las cuatro paredes de un café.

Del gesto que dibujan
al sospechar que una teja puede estar suelta,
intuimos que, en una vida no tan lejana,
fueron indecisos profesores de tango.

La gente que trabaja en los tejados odia
las horas punta, evita aglomeraciones,
como si la multitud, los autobuses, el olor a leucemia
o la palabra demasiado tuviesen la culpa del sobrepeso,
de que el mundo se despeñe poco a poco
por sus rendijas de arcilla.

La gente que trabaja en los tejados no se fía
ni de las calles vacías a las cinco de la mañana,
y las pocas veces que se aventura a descender de los tejados,
antes de pisar el paso de cebra abandonando la acera,
tantea con un pie la consistencia del asfalto,
por si acaso, no vaya a ser que un río helado
se resquebraje bajo sus pies.

La selección de textos que esta antología recoge ha sido realizada por Javier Irazoki

A mí la poesía de Cano me recuerda —aunque quizá sea a la inversa, pues antes que la de ella leí la de él— la de Louise Glück, la recientemente galardonada con el Nobel. Eso que el jurado destaca de la poeta estadounidense, por su inconfundible voz poética que con austera belleza universaliza la existencia individual, es, justamente, una de las características de la poesía del guipuzcoano. 

Y es que la aparente sencillez de situaciones, palabras y contextos —no hay nada que una persona por desinformada que esté no entienda— estalla en mil añicos dentro del poema, porque cuando leemos por segunda vez nos damos cuenta, si no lo hemos hecho ya en la primera, que el punto vista, que el lugar desde donde el poeta mira y nos cuenta lo que acontece no es el punto de vista tópico y manido. 

La mirada del escritor individualiza el ser humano sobre el que mira y nos ofrece ese otro ángulo, ese otro aspecto en el que no habíamos reparado. Es uno de los ingredientes más difíciles de manejar en poesía, cómo hacer para descubrir, para poner de manifiesto, los aspectos más recónditos de la realidad... y hacer universal la existencia individual, con elementos tan austeros como palabras y situaciones comunes y corrientes.

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