lunes, 23 de marzo de 2020

LA CULTURA NOS AYUDA A RESISTIR

Editorial
Nico Rost. Fuente: Wikipedia.
Ayer oía a un vecino lamentarse diciendo que ya no sabía qué hacer para no aburrirse. Supongo que para otras muchas personas esta reclusión a la que nos obliga la pandemia supone males más graves que el aburrimiento, pero cada cual tiene sus fantasmas y hace frente a ellos como puede. 

He estado tentado de titular esta entrada "La cultura también alarga la vida", pero al final no me he atrevido por respeto a quienes ya hemos perdido por culpa del maldito virus. Lo cierto es que la cultura sí es un formidable medio para resistir este y cualquier otro confinamiento.

Nico Rost fue un holandés que sobrevivió a la brutalidad de los campos de concentración nazis. No fue, afortunadamente, el único, ni mucho menos. Escritor, periodista, activista, era un hombre, sobre todo, de cultura. Y en buena medida fue la cultura la que le salvó, la que le ofreció herramientas para resistir, para poder aguantar hasta el momento de la liberación (28 de abril de 1945).

Que nadie malinterprete mis palabras. No son, en absoluto, situaciones comparables. No voy a cometer la indecencia de comparar la extrema situación de un campo de exterminio nazi con nuestra reclusión en casa. Lo que quiero destacar es que si en aquellas condiciones infrahumanas Rost tuvo la escritura, la palabra, el pensamiento como aliados para sobrevivir, mucho más fácil será para todos nosotros, que disponemos de todos los medios culturales, afrontar con éxito esta cuarentena. 

Unas cuantas citas de este magnífico Goethe en Dachau tal vez os convenzan:

Claro que puede ocurrir que caigan más bombas y que las cosas vayan entonces peor, pero ¿acaso es eso motivo para dejar de escribir?(...) ¿Acaso podría, en una hora tan peligrosa como esta, que quizá sea mi última hora, ocuparme de la VIDA de una manera más digna y más intensa? (pp 181-82).

Pese a los esfuerzos sistemáticos de deshumanizar al prisionero por parte del sistema concentracionario, es la literatura, la palabra, lo único que logra salvarle, lo único que le permite apartar sus pensamientos de la muerte, el hambre, la nostalgia, el frío y los cadáveres (p 13).

Nos vamos a contagiar todos y por la malnutrición todos moriremos. A leer todavía más (...) He vuelto a constatar lo bueno que es leer y escribir tanto como sea posible. Quien habla del hambre, acaba teniendo mucha hambre. Y los que hablan, más que de otro tema, de la muerte, son los primeros que mueren. Vitamina L (literatura) y F (futuro) me parecen las mejores provisiones (p 237).

Hablar continuamente de lo mismo, llenarse de información tóxica, lamentarse de forma ininterrumpida, no ver nada más que los aspectos negativos, son formas que socavan el ánimo. Rost se negaba a hablar de tifus, de piojos, de hambre y de frío porque sabía que eso era alimentar la autodestrucción. Podemos realizar multitud de actividades y la cultura nos ofrece miles de recursos. Utilizadlos en todas sus formas. Que no os pueda el desánimo.  



3 comentarios:

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