La pequeña ciudad de Dax no está de moda. Los baños termales ya no mueven a las clases altas para encontrar la salud perdida ni para atemperar las crisis nerviosas y prefieren acudir a sitios más lejanos y exclusivos. Dax, como Ourense, es hoy territorio de la ciudadanía de a pie, esa que busca relajarse unos días del trabajo cotidiano y prefiere estar a salvo de posibles contagios lejos de las grandes urbes y sus aglomeraciones, al mismo tiempo que descubre espacios tal vez poco epatantes, pero sí muy agradables.
Como el paseo de varios kilómetros de la orilla izquierda del Adur, donde al comienzo del mismo han colocado todo tipo de juegos y elementos para que la población se entretenga interactuando en pequeños grupos. La variedad es tal, que el solo hecho de enumerarlos llevaría muchas líneas, pero seguro que cualquier actividad o juego minoritario que conozcas, allí estaba presente. Por haber, había hasta un espacio para presentar libros de autores de la zona.
Y donde el espacio dedicado a actividades de pequeño grupo termina, se inicia un largo y bien cuidado paseo ¡ilustrado por las fábulas de La Fontaine!. Todo un auténtico paseo relajante-literario.
Dax, por supuesto, tiene sus monumentos históricos, un pequeño tramo de muralla romana, una cripta arqueológica, una catedral, museos, galerías de arte, espacios naturales, grutas prehistóricas y hasta una incipiente muestra de arte urbano que sorprenderá a cualquier persona que deambule por su centro histórico. Estos tres murales, por ejemplo, se encuentra al lado de la oficina de turismo.
Legionario y su perro |
Araucaria |
Por tener, ya veis, tiene un estupendo jardín botánico y hasta su leyenda sobre los poderes curativos de sus aguas y la escultura que nos la recuerda. En la misma plaza, al lado de la escultura, se encuentra la placa inscrita que nos la cuenta: Se encontraba destinado en Dax un legionario al que mandaron con destino a Hispania. El legionario tenía un perro que se encontraba mal, aquejado de un reumatismo muy avanzado. Para no hacerlo sufrir más con un viaje que no iba a aguantar, decidió tirarlo al río. Sin embargo, cuando el legionario de su misión, se encontró con un perro que lo recibió a saltos. Las benéficas aguas cálidas de la orilla del río le habían curado el reuma. Por supuesto, la noticia se extendió por todo el imperio, y hasta la mismísima emperatriz Julia Augusta acudió a disfrutar de los beneficios de esas aguas.
Más información en la página de turismo.
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