jueves, 5 de agosto de 2021

SERVICIO DE LAVANDERÍA, Begoña M. Rueda

Editorial

En la lavandería del hospital donde trabajo
la ropa de los enfermos, la ropa
de los que o regresan de la úlcera
o se dejan amarillear por la muerte,
se amontona en bolsas a las siete de la mañana.
Dos lavadoras industriales
bastan para blanquear la ropa de las heces
y de la sangre que podría ser mi sangre, mi miseria
podría ser, algún día, un camisón
cubierto de vómito
de los que una vez lavados lucen como nuevos,
bendita sea mi vida, bendita mi salud
porque algún día, quizás, podría ser mi miseria
un camisón.

Este es el primer poema del libro galardonado con el último Premio de Poesía Hiperión. Sirve de prólogo —de Prelavado, según el apartado primero de los cuatro en que se organiza el poemario— y deja las cosas claras. La autora nos muestra su diario de la pandemia, en verso crudo y directo, desde el puesto de trabajo que ocupa en este momento, la lavandería del Hospital Punta de Europa. Y escribo diario porque todos los poemas se abren con la fecha en que fueron escritos: desde el 21 de marzo de 2019 hasta el 20 de mayo de 2020. Bueno, todos menos los que corresponden al Prelavado y al Centrifugado.


A 27 de marzo de 2020

En frente de la lavandería se encuentra el tanatorio.
Ayer planché la ropa
del que ahora sacan a cuestas entre cuatro.
Lavé sus sábanas, doblé su pijama, le apañé una almohada.
Esto somos.
Corre el viento de levante y una lluvia fina
repiquetea sobre su ataúd.




A 18 de mayo de 2019

El día de la presentación de mi libro
hay quien se acerca a preguntarme
a qué me dedico, si soy profesora.
No es la primera ni la última vez
que a la gente le sorprende
que trabaje en una lavandería,
como si por ello
me convirtiera en peor poeta.
Creía que eras
una mujer con aspiraciones
,
es lo más delicado que me responde
una chica en la presentación de mi libro,
me ha mirado tan por encima del hombro
que ha debido de hacerse
daño en las cervicales.




A 23 de abril de 2020

Cómo será la boca
de la enfermera que me pincha el dedo
y lo aprieta hasta sacarme la última
gota de sangre.
Me pregunto si llevará pintados
los labios de rojo tras la mascarilla,
si sabrá besar en la frente o pronunciar
exitus.
Huele a gel hidroalcohólico y tiene
casi tanto miedo como yo,
un lazo negro en el uniforme blanco
y los resultados de nuestros tests.
Mañana podría tocarle a ella,
pienso.
Coronas de flores frescas
acompañarían su ataúd
y una compañera de facultad
la reemplazaría al día siguiente.
Así, como si nada.
Como si la vida
mañana podría tocarle a ella
lo mismo que podría tocarme a mí.


Y, así, se van sucediendo sus miedos, sus alegrías, sus reivindicaciones y hasta su poética, que de manera metafórica es como podríamos entender el último poema, el que ocupa y acoge la última sección, Centrifugado.


Escribo estos poemas
igual que plancho
el pijama de un niño enfermo,
una los escribe
con especial esmero, como si
estuviera escribiendo los poemas
que quisiera que leyeran mis hijos.


Si queréis escucharla durante unos minutos, aquí tenéis la entrevista que le hizo Mara Peterssen la pasada semana en el programa El gallo que no cesa:



Y aquí los títulos —muchos— que lleva publicados y que puede contar por premios:

Princesa Leia (La Isla de Siltolá, 2016), II Premio de Poesía Joven Antonio Colinas.

Siberia es un estado de ánimo (Ediciones en Huida, 2017), I Premio Luis Cernuda de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla.

Reencarnación (Ediciones Complutenses, 2019). Primer Premio de Poesía de la Universidad Complutense de Madrid.

Error 404 (Visor, 2020), XLVI Premio de Poesía Ciudad de Burgos.

Todo lo que te perdiste por meterte a monja (Difácil, 2020), VIII Certamen Internacional de Poesía Joven «Martín García Ramos» de Albox, Almería.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa (Aula de Poesía de la Universidad de Murcia, 2020), XVII Premio de Poesía «Dionisia García» de la Universidad de Murcia.

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