sábado, 18 de mayo de 2019

ATLAS DE LAS CONSTELACIONES

Editorial
Ahora que empezamos a disfrutar en el hemisferio norte de cielos cada vez más limpios, una temperatura más templada y se van aproximando las vacaciones de verano, he aquí un excelente libro para regalar a quien pueda estar interesado por esas figuras caprichosas que imaginamos ver en una buena noche estrellada. 

Este Atlas del cielo no es, ya lo dice la autora, un libro científicamente riguroso. Es un libro de historias contadas con mucho desparpajo, en cuyas redes caemos enseguida porque, como alguien dijo hace mucho tiempo, somos pura narración y escuchar (o leer) las historias que están escritas ahí arriba es escucharnos a nosotros mismos. Incluso cuando no hay historia que contar Susanna Hislop se las arregla muy bien para seguir manteniendo nuestra atención.  

Las formas —y con ellas los nombres y las anécdotas— que la cultura occidental ha atribuido a las estrellas que se ven en el hemisferio sur han surgido a partir de los grandes viajes náuticos de los siglos XVI, XVII y XVIII. Es decir, son producto de una necesidad perentoria de nombrar y cartografiar, no de una larga y decantada depuración secular. Así llegamos a Hydrus, también conocida como Hidra macho o Pequeña hidra, una de las 20 constelaciones creadas por Pieter Dirkszoon Keyser y Frederick de Houtman a finales del XVI. 

Efectivamente no hay nada que decir, pero Hislop se las arregla muy bien para mantener nuestra atención: 

(No confundir con la imponente y legendaria Hidra hembra, a la que solo Hércules, el más grande de todos los héroes, fue capaz de derrotar)
Y a continuación nos cuenta un par de chistes:
  • Era una hidra tan pero tan tan pequeña... que no le cabía la menor duda.
  • Pum, pum. ¿Quién es? La pequeña hidra macho... Eh... de acuerdo, entreabre la muralla.
Cada una de las constelaciones se acompaña de un dibujo realizado por la ilustradora Hannah Waldron, además de algunas indicaciones acerca del tamaño, el asterismo —cuando lo hay— y la magnitud de las estrellas que las componen. En cualquier caso, el mayor atractivo de esta obra es la forma tan personal y divertida que tiene la autora de contarnos (podéis comprobarlo leyendo las páginas que la editorial ha liberado, debajo de la imagen de la portada y los títulos de crédito).

Yo, por mi parte, me he tomado la molestia de averiguar cuál era la canción a la que la autora se refiere en el prólogo y que, según nos dice, cantaba a voz en grito sin entender nada y mirando al cielo nocturno cuando tenía quince años. Es esta: 

FAR OUT

I spy in the night sky, don't I?
Phoebe Io Elara Leda Callisto
Sinope Janus Dione Portius, so many moons
Quiet in the sky at night
Hot in the Milky Way
Outside in

Vega capella Hadar Rigel Barnard's star
Antares Aldebaran Altair, wolf three five nine
Betelgeuse
Sun
Sun
Sun...

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