lunes, 27 de marzo de 2023

MIRCEA CARTARESCU CIERRA POESIALDIA 2023

Hoy se cierra Poesialdia 2023 con la presencia de Mircea Cărtărescu en el Ernest Lluch. Luisa Etxenike se encargará de entrevistarlo. Eso será las 19:00. Mientras tanto, aquí dejo uno de sus poemas:

Editorial

OCCIDENTE



Occidente me ha bajado los humos.

he visto Nueva York y París, San Francisco y Frankfurt

he estado donde no habría soñado ir jamás,

he vuelto aquí con un montón de fotos

y la muerte en el alma.

creía significar algo y que mi vida significaba algo.

había visto el ojo de Dios mirándome con el microscopio

observando mi agitación en una lámina.

ahora ya no creo nada.

he servido para una estabilidad estúpida

para un olvido profundo

para una vagina solitaria.

vagaba por lugares que ya no existen.

¡oh, mi mundo ya no existe!

mi mundo apestoso en el que yo significaba algo.

yo, mircea cartarescu, soy nadie en el nuevo mundo

hay 1038 mircea cartarescu aquí

los hay 1038 veces mejores

hay aquí libros mejores que todo lo que he hecho

y mujeres a las que les importan un comino.

el huevo pragmático se resquebraja y Dios está aquí

precisamente en su creación, un Dios bien vestido

en ciudades bonitas y otoño espléndidos

y en una especie de suave nostalgia de Virginia del Sur en el coche

de Dorin (country music en los altavoces)…

ahora conozco mis límites

y conozco los límites de la literatura

pues yo he visto la Sears Tower

y he visto Chicago, en una bruma verdosa, desde arriba, desde la Sears Tower

y en la azotea de un rascacielos corrían dos galgos

y le dije a Gabriela, mientras tomábamos una Coca-Cola,

que mi vida estaba acabada.

es como en los Magos de Eliot: he visto Occidente

he sobrevolado Manhattan

he contemplado con ojos desorbitados mi muerte encantada

porque mi muerte es esta.

he mirado los escaparates de motos Suzuki

y me he visto en ellos mugriento, anónimo

he caminado horas y horas por Königstrasse

entre chavales con skateboards.

Era el hombre en blanco y negro en una foto a color

Kafka entre arcadios.

poemas, pohemas, filosentiame

modernismos y discusiones en la taberna sobre quién es el mejor

listas elaboradas en el tren (volvía de Onesti): cuáles son las mejores

novelas rumanas de hoy

los diez mejores poetas vivos

tal y como los papuanos

escupen todavía hoy en el caldero de vino de palma, para que fermente…

pero la poesía una señal de subdesarrollo

como lo es mirar a tu Dios a los ojos

aunque no lo has visto nunca…



he visto juegos de ordenador y librerías y ambos me parecen lo mismo

he comprendido que la filosofía es entertainment

y que la mística es show-biz

que aquí solo hay superficies

pero más complejas que cualquier profundidad

¿qué puedo ser yo allí? un hombre fascinado, loco de felicidad

pero con la vida terminada.

con la vida definitivamente jodida, como la del gusano de la cereza

que creía ser alguien

hasta que salió a la luz, rodeado de su inmundicia

(mi inmundicia, mis pobres poemas)

he visto gente para que la ley del aborto

es más importante que la destrucción de los Soviets

he visto cielos altos y azules, plagados de lucecitas de aviones

y he conocido el aullido de las cuatro mil universidades.

he subido a la torre Eiffel por las escaleras

y he subido al centro de Pompidou por el tubo de plexiglás

y he estado en el Fox Head en Iowa City…



he charlado sobre posmodernismo en Ludwigsburg

con Hassan y Bradbury y Gass y Barth y Federman

como charla el condenado con su verdugo

he grabado en mi grabadora el silbido del hacha

que me separa la cabeza del cuerpo.

sentía ganas de llorar ante el lujo de Monrepos:

¿cómo es posible? ¿por qué hemos nacido para nada?

¿por qué luchar contra Vadim y Funar?

¿por qué no podemos vivir de una vez?

¿por qué ahora, cuando podríamos, por fin, vivir

respiramos de nuevo el olor acre de la basura?

posmodernismo y cuarentayocho

deconstrucción y tribalismo

pragmatismo y ombligos

y la vida, que es absurda…



he visto San Francisco, el golfo azul con barcos

y más allá el océano con islas boscosas

¡el Pacífico, imagínatelo!

metí las manos en el océano Pacífico, “thanking the Lord

for my fingers”

y me entraron unas locas ganas de partir.

Y en la famosa librería de Ferlinghetti (¡existe de verdad!)

como si

penetraras consciente en tu propio sueño o en un libro…

me volvieron loco las calles de San Francisco

y Grant Street con sus baratijas chinas

y las palmeras gigantes y esas chicas tan graciosas

de los salones de belleza

(las clientas

no se miraban en espejos, sino en monitores a color)

y las noches americanas, ¿te acuerdas Mircea T.?

junto a tu casita y la de Melisa, después

de ver películas de ciencia ficción toda la tarde, comer tacos

y beber cerveza Old Style

cuando salimos fuera nos abrumaron las estrellas

y los aviones silenciosos que se movían entre ellas

y en tu coche, el viejo Ford, el aire estaba helado

y me llevaste, atravesando la ciudad desierta, hasta mi querido

Mayflower Residence Hall.

y los desfiles de Thanksgiving y de Halloween

con viejos banqueros disfrazados de osos y de payasos

y el chico de origen checo interesado en Faulkner

y la pequeña coreana del Cambus amarillo

y la melancolía de las hojas amarillas de Iowa City

y nosotros dos, Gabi, haciendo compras, horas y horas

en el Targer y el K-Mart y en los Goodwill

y también en el fantástico Mall del centro…



… comía caramelos de canela mi primera mañana en Washington

con la cámara al cuello, en el frio de la plaza Dupont…

… pagué siete dólares por ver el Zoo de Nueva Orleans

y llovía, y todos los animales estaban en sus guaridas…

en el taxi discutiendo con el taxista negro,

sin entender una palabra de lo que me decía: “Hey, man…”

… maravillosos almuerzos en restaurantes chinos, tailandeses,

pero el mejor en el Meandros, los griegos del Soho…

… The Art Institute (a rebosar de impresionistas)

… The Freak Museum (amazing: ¡tres Vermeer!)

… The National Gallery (retrospectiva de Malevich)



un hombre congelado durante cien años

abre los ojos y prefiere morir.

lo que ha visto es demasiado hermoso y demasiado triste.

porque allí no tenía a nadie y entre los dedos tenía un panadizo

y sus dientes estaban tan estropeados

y en la cabeza

tenía todo tipo de cosas inútiles

y todo lo que había hecho hasta entonces

tenía la mitad de la consistencia del viento.

un hombre inventó, en una lejana isla

una máquina de coser, hecha de bambú

y se creía genial, pues a ninguno de los suyos

se le había ocurrido nunca algo así, pero cuando llegaron los holandeses

le premiaron por el invento

regalándole una eléctrica.

(gracias, dijo, y eligió morir)

no encuentro mi sirio, ya no soy de aquí

y no puedo ser de allí.



¿y la poesía? me siento como el último mohicano

ridículo como el dinosaurio de Denver.

la mejor poesía es la poesía soportable,

nada más: solo soportable.

nosotros hemos escrito durante diez años poesía buena

sin saber qué poesía tan mala escribíamos.

hemos hecho gran literatura, y ahora entendemos

que esta no puede traspasar el umbral, precisamente porque es grande,

demasiado grande, asfixiada por su propia grasa,

tampoco este poema es poesía

pues solo lo que no es poesía

puede resistir como poesía

solo lo que no puede ser poesía.



Occidente me ha abierto los ojos y me ha golpeado la cabeza contra el dintel,

dejo a otros lo que ha sido mi vida hasta hoy.

que crean otros en lo que he creído yo.

que amen otros lo que he amado yo.

yo ya no puedo más, no puedo más,

no puedo más, no puedo más.




***


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