No siempre es necesario que nos adentremos en un museo o en una galería para hallarnos delante de una composición artística de orden abstracto. Es cierto que en esta representación de líneas y de planos, que bien podría defender Kandinski en su tratado sobre el tema, interviene una pared de un museo, pero es del exterior y nada nos indica lo que podamos hallar dentro. También es cierto que tal vez el elemento que rompe la composición y, en mi opinión, la dota de un mayor encanto, es la inesperada y fugaz presencia de ese figurativismo biológico; por lo tanto, inestable y caprichoso. Pero es que la vida siempre mejora con su presencia cualquier obra humana.
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