Para alguien como yo, infinitamente más aficionado a las hojas de los libros que a las de los árboles y sin ninguna preparación botánica, tropezar con estos árboles en la ciudad es una absoluta rareza y una enorme dificultad averiguar qué árboles son.
Rareza, porque en mi ignorancia, cuando vi por primera vez esos troncos extraños y un poco abultados, pensé que estaba ante algún curioso tipo de baobab, que era lo único con lo que mi desconocimiento podía asociar lo que estaba viendo. Rareza, igualmente, porque qué podían hacer un par de árboles con esas supuestas características en un lugar de clima oceánico donde no falta la lluvia y los suelos están, generalmente, bien provistos de humedad. Más rareza incluso, porque el lugar donde se encuentran no es precisamente un jardín botánico, ni tan siquiera es un parque que contenga especies arbóreas distintas, es un pequeño triángulo de terreno en una calle residencial, que se ha aprovechado para colocar dos árboles (los de la foto) tres diminutos juegos infantiles, una fuente y algo de hierba. Y más y más rareza, porque al acercarme, descubro que las hojas de uno y otro son totalmente distintas.En fin, que todo colaboraba para aumentar mi perplejidad desde mi no saber.
Empujado por la curiosidad y las ganas de desvelar lo que para mí era un gran misterio, entre consultas a guías de campo y paseos por internet, he logrado saber que ambos son del género brachychiton, que es un género con más especies de las que yo puedo alcanzar a distinguir, que estos árboles proceden del otro lado de la Tierra con respecto a donde yo vivo, y que son unos campeones adaptándose a climas distintos, pues aguantan temperaturas que van de los -10º a los 50º centígrados, lo que ha hecho que se extiendan como árboles ornamentales por las ciudades europeas —supongo que por influencia anglosajona, pues siendo originarios de Australia y Nueva Zelanda, puedo imaginar que esa ha sido la vía por la que ha llegado a la jardinería donostiarra—.
Ya veis que las clases populares también podemos disfrutar de árboles exóticos sin tener que acudir a los jardines botánicos de las capitales europeas. Más fácil todavía, sin salir del barrio.
PS: El árbol llama que tanto me sorprendió el verano pasado, también es un brachychiton. Y sí, lo de árboles botella es por la forma del tronco, que son como botellas donde almacenan agua para los tiempos difíciles. Aquí no lo necesitan.
De repente, un día, en tu camino, un árbol te sorprende.
ResponderEliminarLlevo años haciendo, cuatro veces por semana, el mismo recorrido en mi carrera lenta pero impenitente. Hoy he reparado por vez primera en él, sus hojas caídas han despertado mi curiosidad y me han hecho elevar la vista hasta las ramas de las que se desprendieron. Yo tampoco entiendo de árboles, pero este lo he reconocido porque es singular y porque en algún momento de mi vida fue significativo: un ginkgo biloba, con su peculiar hoja.
El camino ya nunca será el mismo.
Gracias, Né, por dejarnos aquí tu experiencia con el hermoso ginkgo biloba.
EliminarAsí es, una vez que hemos tomado conciencia, la realidad cambia porque ella nos ha cambiado.
Saludos.