martes, 16 de diciembre de 2025

NIETZSCHE DESCOMPLICADO, 21

 #nietzschedescomplicado


Lecciones de Aurora 6:

Espíritu libre llamaba Nietzsche en Hdh 225 «a quien piensa de manera distinta a lo que se esperaría atendiendo a sus orígenes, su entorno, su posición social y su profesión, o a las opiniones dominantes de la época». Lo que no significa que sea totalmente autónomo, independiente, original — ¡eso no existe! Cuando utilizamos dichas expresiones para referirnos a alguien, lo hacemos siempre de manera hiperbólica, exagerando; con la buena intención de decir algo que es cierto, mas no literalmente.

Todos somos monos de imitación, bien que a veces parezcamos seres humanos, como Rotpeter, el mono de Kafka, que había encontrado una salida.

Probablemente la cuestión sea esa: encontrar una salida. La salida, esa versión kafkiana de la libertad, no es la supresión, la eliminación de los obstáculos, de las barreras que nos separan de lo que queremos hacer o aun ser. Esa libertad no existe, nunca ha existido; es uno de los sueños, de las fantasías del idealismo, del romanticismo disneyano.

Y no, como suele decirse a menudo, por el absoluto determinismo del mundo: si conociéramos todas las causas que nos llevan a hacer algo, entenderíamos que no hay libertad que valga. Realmente, dicho argumento no invalida lo que llamamos «libertad». No conocemos ni podemos conocer todas las causas anteriores que desembocan en una acción concreta o en una forma de vida, luego no se contraponen ese determinismo, imaginariamente razonable, con lo que llamamos libertad, y Rotpeter, salida.

Con lo que el mono-ser humano se encuentra es con el desconocimiento, con la incertidumbre relativos a las circunstancias en que elegimos y al propio ser de quien elige –uno mismo, o no tan mismo, bastante desconocido él, en cualquier caso–, que no han sido elegidas ni elegido.

Por ello, en ese paisaje de bloques sólidos de hormigón, de mamparas grises y sombreadas, e íntimos mamparos, hallar una salida es todo lo que podemos; a eso se le suele llamar libertad.

En Ecce homo, donde Nietzsche levanta su leyenda apoyado en las obras de los últimos cuatro años, nos quiere hacer creer –y el imaginario romántico le ampara– que él fue de pleno autónomo, original. — Sí, fue original, mas no de pleno. Las lecturas de Nietzsche, las influencias son inmensas, bien que esos últimos años no le apetecía ya consignarlas.

Bastaría comparar el último texto de Aurora con el primero de la última parte de La gayaciencia, escrito en 1887, seis años después. En ambos equipara la aventura del espíritu (libre) a un viaje, a un vuelo por sobre el mar; en ambos, la inmensidad el mar, la infinitud sobrecogen y agotan al aventurero. En el primero, sin embargo, el viajero no está solo, forma parte de una línea, de una cadena de investigadores, de un linaje de espíritus que se perpetúa en el futuro: «Todos los grandes maestros y precursores nuestros han acabado por detenerse, ¡también a ti y a mí nos pasará lo mismo! Pero eso, a ti y a mí, ¡qué nos importa! ¡Otras aves habrá que vuelen más lejos!» —Son los aeronautas del espíritu.

En el de 1887 todo lo que hay es un formal «nosotros», impreciso y desfigurado, sin rostro. Lo que ahí destaca es el mar abierto, «tan abierto como quizá no lo haya estado nunca» (GC 343).

En los textos del espíritu libre encontramos a un Nietzsche que no se encuentra solo frente a todo y todos, tiene su familia espiritual, de aventureros e investigadores, y, además, aunque sea crítico, en él no todo es sospecha, hay también lugar para la amistad, el amor, la bondad. El siguiente texto, de Humano, demasiado humano, no necesita comentario, impugna la imagen atrabiliaria que de Nietzsche se suele tener, pero, no obstante, es suyo:

Benevolencia. — Entre las cosas pequeñas pero infinitamente frecuentes y por tanto muy eficaces, a las que la ciencia tiene que prestar más atención que a las cosas grandes, hay que contar la benevolencia: quiero decir, esas manifestaciones de una actitud afable en los contactos humanos, esa sonrisa de los ojos, esos apretones de manos, ese agradar del que normalmente se reviste todo acto humano. Todo maestro y todo funcionario añaden este ingrediente a sus obligaciones; es un ejercicio constante de humanidad, algo así como las olas de su luz bajo las que todo crece; sobre todo en los entornos más pequeños, en el seno de la familia, la vida sólo prospera y florece gracias a esa benevolencia. La indulgencia, el cariño y la amabilidad del corazón son flujos inagotables del instinto altruista y han edificado la cultura de manera mucho más efectiva que las manifestaciones más famosas de él, que se llaman compasión, caridad y sacrificio. Pero es costumbre menospreciarlas y, en verdad, hay en ellas muy poco altruismo. No obstante, la suma de estas pequeñas dosis es imponente, y su fuerza global está entre las más fuertes. — Del mismo modo, en el mundo hay mucha más felicidad de lo que ven unos ojos melancólicos: con que se haga un cálculo correcto y no se olviden todos los momentos agradables que enriquecen el día a día de cualquier vida humana, incluso la más atormentada (Hdh 49).


***
Si quieres la paz, no hables con tus amigos; habla con tus enemigos.  

Moshe Dayan  



Fuente: Wikipedia
Mapa de los conflictos armados en curso (número de muertes violentas en el año actual o anterior):      Guerras mayores (10 000 o más). Palestina, Ucrania, Sudán, Etiopía, Myanmar (Birmania).      Guerras menores (1 000–9 999).      Conflictos (100–999).     Escaramuzas y enfrentamientos (1–99).

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