Hoy voy a ser exacto con el título de este apartado de los miércoles y voy a publicar un solo poema, en este caso, perteneciente al título Prosas profanas. La edición que aparece aquí es, como puede intuirse fácilmente por la cubierta, una antología conmemorativa de la obra del poeta nicaragüense con motivo del centenario de su muerte.
El motivo por el cual traigo hasta aquí un poema de R. Darío es triple: no es un poema excesivamente conocido, es un poema escrito en versículo (poniéndome tal vez exquisito y hasta pedante tendría que decir versículo mayor) y, por último, es, según Díaz Plaja (El poema en prosa en España), el poema que inicia la poesía en prosa en español, lo que ya de por sí le da un carácter especial.
El poema lo escribió Darío en 1893 y lo que más me gusta de él son todos esos recursos que el poeta emplea para dar ritmo, elegancia y un alto valor estético a una prosa que no es precisamente una prosa cualquiera.
Veamos:
Veamos:
- Los cuatro párrafos que utiliza son cuatro párrafos con una forma correlativa, es decir, están compuesto de forma paralela, con los mismos elementos.
- Mantienen una curiosa rima tanto al comienzo como al final (Comienzos: hierro-destierro, oro-adoro, plata-serenata, vuela-vela. Finales: tornasol, arrebol, crisol y parasol riman con sol).
- El estribillo, que en realidad forma parte sintáctica y semánticamente de cada uno de los párrafos, está separado de ellos. Este recurso, que es un recurso tipográfico, visual, hace que aumente la sensación de ritmo, de estructura medida.
- Menos perceptibles en una lectura silenciosa, pero notorios en una lectura en voz alta, es la abundante presencia de cláusulas dactílicas (grupos formados por tres sílabas, una larga y dos breves).
EL PAÍS DEL SOL
Para una artista cubana
Junto al negro palacio del rey de la isla de Hierro —(¡Oh, cruel, horrible, destierro!)— ¿Cómo es que tú, hermana armoniosa, haces cantar al cielo gris, tu pajarera de ruiseñores, tu formidable caja musical? ¿No te entristece recordar la primavera en que oíste a un pájaro divino y tornasol
en el país del sol?
En el jardín del rey de la isla de Oro —(¡oh, mi ensueño que adoro!)— fuera mejor que tú, armoniosa hermana, amaestrases tus aladas flautas, tus sonoras arpas; tú que naciste donde más lindos nacen el clavel de sangre y la rosa de arrebol,
en el país del sol!
O en el alcázar de la reina de la isla de Plata —(Schubert, solloza la Serenata...)— pudieras también, hermana armoniosa, hacer que las místicas aves de tu alma alabasen, dulce, dulcemente, el claro de luna, los vírgenes lirios, la monja paloma y el cisne marqués. La mejor plata se funde en un ardiente crisol,
en el país del sol!
Vuelve, pues a tu barca, que tiene lista la vela —(resuena, lira, Céfiro, vuela)— y parte, armoniosa hermana, a donde un príncipe bello, a la orilla del mar, pide liras, y versos y rosas, y acaricia sus rizos de oro bajo un regio y azul parasol,
en el país del sol!
***
Si quieres la paz, no hables con tus amigos; habla con tus enemigos.



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