miércoles, 12 de julio de 2023

UN LIBRO, UN POEMA (Juan Manuel Uría)

Editorial
#unlibrounpoema

Dice la solapa del libro que Juan Manuel Uría (Errenteria, 1976) es autor de los libros de poesía Puerta de coral, ¿Quién es Werther?, Transformaciones, Manzana de vaho, Las huellas del límite, Hablar porque la muerte, Lilith, Harria y K’amékuarhu (haikus). Dice también que como aforista ha publicado Dos por la mañana, La ciencia de lo inútil, donde reflexiona sobre la poesía y la creación poética, y Dos por la tarde. Que junto con el fotógrafo Juan Antonio Palacios ha publicado el fotolibro Harria-La piedra, que entre sus últimas publicaciones están Infancia es lugar, un libro de género inclasificable en el que vierte su visión sobre la infancia, Apuntes sobre pintura, donde reflexiona sobre la pintura y la creación plástica, y, en colaboración con José Luis Trullo, Remiúrgica, y que ha ilustrado libros propios y de otros autores y expone periódicamente parte de su obra. Creador del Festival de Poesía Guardetxe (2012-2015), cofundador, junto con el poeta Beñat Arginzoniz, de la editorial El Gallo de Oro y, junto a la poeta Sihara Nuño, de la librería Noski! Formó parte del grupo de agitación poética Gatza.

Luego están las palabras-regalo de Gamoneda, un frontispicio construido con palabras como panes de oro, como peces de luz, como sombras del aire donde la verdad vuela. 

Después vienen, y eso es lo que verdaderamente importa y vuela, el texto fragmentado de Juan Manuel Uría esparcido en XIX cantos. Copio el 

III

Un lugar, avanzar en un espacio,

                                               ocuparlo,

serestar

en ese espacio,

ser un cuerpo en el lugar y en el tiempo de un cuerpo

en ese espacio

y una sombra

que se perfila con la uña del que dibuja,

con la espátula oscura

de su palabra.

                     Y se oye

en ese espacio

una luz (ostentosa) que crepita

tal nieve bajo un pie hecho de andada y de tiempo

y de piel que es tiempo;

y el lugar

              —donde se crea la forma

de un cuerpo de nieve—

se ilumina.

Y ve

el que dibuja

una espalda, unos tobillos que giran 

en el espacio que ocupa

un cuerpo,

proyectando desnudez (salada) a los labios

del que dibuja, sí,

del que dibuja

y construye sentido en el lugar

y da nombre al espacio

y amplía así el espacio

porque el amor.

Y el amor es signo y es lugar

del corazón de un cuerpo

que se entrega al furioso ser del animal

llamado pintura,

el espacio del corazón que crece como la vida crece

envolviendo las cosas

que adquieren otro nombre así,

un mejor nombre.


Cosas

que acaricia el tiempo a su modo y manera

acabándolas en puro polvo

de cosas

en el fin de todo;

la caricia y la piel

también, leve y fugaz

fin de todo

igual que respiración que se agota

antes y después del sexo,

cerrados los ojos al lugar, abiertos ya

a la frontera,

al límite.

***


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