No pensaba publicar nada hasta volver a casa, pero esta playa de Rhossili y el pueblecito que le da nombre han hecho que cambiara de opinión a pesar de las dificultades que tiene publicar una entrada de blog desde un teléfono de bolsillo por muy inteligente que sea. Para empezar, no habrá enlaces, así que si algo os llama la atención y queréis saber más sobre eso, tendréis que acudir a otro sitio. Lo siento 😢.
Pero vamos con los motivos del cambio. De entrada, estas hermosas caracolas de las que la playa ha sido más que generosa:
Tanto regalo junto no podía guardarlo solamente para mí, hubiera sido un ejercicio de egoísmo por mi parte.
Luego ha venido este curioso ser vivo con aspecto de pingüino aparentemente desvalido a saludarme. Ignoro qué es, por lo que si alguien pasa por aquí y lo reconoce, le agradeceré enormemente su información. El acto de nombrar nos permite un conocimiento mayor y nos aproxima emocionalmente a lo nombrado.
El último regalo del día ha tenido lugar en la iglesia de Rhossili,
cuando al entrar he descubierto la placa de mármol en recuerdo de uno de los Héroes de la Antártida. ¿Recordáis la canción de Mecano?
Dieciséis de febrero, polo sur.
Cinco ingleses por el desierto azul.
Evans va último de la fila
y colgada de su mochila
va la muerte dispuesta a demostrar
que una vez muerto no se está mal en aquel lugar.
No hubo lápida.
Sí hubo plática.
Que Dios salve a la reina.
Gloria eterna a los héroes
de la Antártida.
Eso es, Evans, el primero de los que murieron en aquella famosa y desgraciada expedición era de aquí. Los vecinos guardan su memoria de esta manera.
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