domingo, 20 de diciembre de 2020

¿NOSOTRAS Y ELLOS? ¿ELLAS Y NOSOTROS?

Una poeta a la que aprecio por su obra escribe: 

Atención: la revolución feminista no consiste en volvernos tan inútiles como los hombres. La idea es que ellos se vuelvan tan útiles como nosotras.

No sé en qué consiste la revolución feminista y guardo cierta desconfianza hacia las revoluciones en general por la gran cantidad de violencia gratuita que la mayoría de ellas ha generado. Sí sé que generalizar es un tremendo error, también sé que no todas las mujeres son iguales y que tampoco todos los hombres responden al mismo patrón

Me gusta que el ejercicio de la razón modere los impulsos pasionales y admiro a mujeres como  Mary Wollstonecraft, Simone de Beauvoir o Betty Friedan porque con sus trabajos, con sus investigaciones, con sus argumentos, ayudaron a que esta sociedad fuera un poco mejor.

Estoy firmemente convencido de que todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, debemos comportarnos fraternalmente los unos con los otros. 

Estoy igualmente convencido de que toda persona tiene que tener todos los derechos y libertades sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. 

No sé qué nos depara el futuro ni si la sociedad va a disfrutar de mejores condiciones que las actuales dentro de cien o de mil años. Sí sé que el progreso ético, social, humano, poco tiene que ver con el científico-técnico. También sé que cuanto mayor sea el desarrollo moral de una sociedad, más sólidos son sus avances y sus logros. Y mantener lo que se consigue cuesta tanto trabajo como conseguirlo. 

La sociedad será más justa cuanto mayor sea el nivel de igualdad y de reconocimiento entre cada una de las personas que la forman. Esto implica volver a eso de los derechos y libertades sin distinción...

Pertenecer a un sexo o a otro no garantiza el acceso a la razón, ni al sentido común, ni a la sensatez, ni a nada de nada. La razón se consigue ejercitándola pacientemente y contrastándola una y otra vez, practicando el fértil ejercicio de escuchar a quienes tienen opiniones distintas a las nuestras. Lo demás es volver al tribalismo sectario del, en este caso, ellas y nosotros. Atrincherar posiciones. 

Finalizo: me gusta pensar que quien escribe en público debe hacerlo para colaborar en la resolución de conflictos, para ayudar a encontrar soluciones, para ofrecer puntos de vista que contribuyan a mejorar en algo aquello de lo que trate.

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